Abusaban, filmaban y extorsionaban con total impunidad

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Lo que resulta más increíble es que de forma campante introducían menores de edad al penal de Tacumbú, y las autoridades de turno ahora quieren deslindar responsabilidades solo hacia pastores de la iglesia menonita “Raíces”, quienes administraban un programa de reinserción social de presos en el pabellón “Libertad”.

La fiscala Teresa Martínez imputó por coacción sexual y producción de materiales con pornografía infantil a los convictos Jorge Abel Pereira Colmán y Feliciano López López. Un tercer integrante, Ismael Vázquez, se entregó pero solo fue procesado por comercialización de materiales de pornografía infantil y hasta dio una versión semicoherente, que lo desvincularía del caso.

Pereira y López, reos condenados a penas elevadas, filtraban menores de edad en la prisión y las obligaban a realizar actos sexuales que eran filmados y fotografiados en una celda ubicada al lado del oratorio, pero que era utilizada como “privada” del Pabellón 4.

Es en esta parte donde resulta inconcebible que el suspendido director del penal, Julio Acevedo, logre desviar su responsabilidad, ya que es más que sabido que las “privadas” se manejan en la propia administración de la penitenciaría.

Historia de terror

De acuerdo a la investigación penal, el acceso a internet y la creación de cuentas en las redes sociales de Facebook y Orkut de Jorge Abel Pereira Colmán, hace unos dos meses, fueron letales para que tres menores, de 14, 15 y 17 años, vivieran un calvario. Aparte de ser acosadas y amenazadas, fueron abusadas sexualmente y luego extorsionadas si no accedían a seguir “cumpliendo” con los dos convictos.

En las filmaciones que incautó el Ministerio Público aparecen Jorge Abel Pereira y Feliciano López violando a las adolescentes. Las víctimas antes de ingresar inclusive eran aparentemente dopadas porque se les observó poco lúcidas y luchando contra sus agresores como podían.

“Una menor lloraba, gritaba y luchaba, pero era igualmente abusada y nadie hacía nada”, dio a conocer la fiscala Teresa Martínez, a quien la situación le superó y llegó a llorar en más de una ocasión.

Excusa, carrera de derecho

Con todo el tiempo del mundo y con la excusa de estudiar la carrera de Derecho a través de un convenio con una universidad privada, Jorge Abel investigaba a adolescentes para empezar con el acoso “cibernético”, primero, y luego telefónicamente.

Las cuentas de las chicas en las redes sociales, donde se suben informaciones y fotografías familiares, hicieron de las menores presas fáciles.

Primero, Jorge Abel simulaba ser una persona culta e intimaba de a poco como “amigo”, pero cuando obtenía los datos empezaba a acosar sexualmente, según las investigaciones.

De hecho, el reo sentenciado a 24 años de cárcel por homicidio doloso subía fotografías suyas en su perfil de Hotmail - Messenger, a la que tuvimos acceso, donde ponía como referencia que estaba “en la ofi” y “en la facu” y fijaba como lugar de residencia “Luque”, cuando en realidad estaba preso en Tacumbú.

Una fuente del Ministerio Público reveló que el atosigamiento a las chicas llegó al extremo de que ellas recibían llamados en el celular de sus padres, en la línea baja de sus domicilios y hasta en el colegio donde cursaban estudios secundarios.

Justamente fueron profesoras las que se percataron de que dos hermanas, una de 15 y otra de 17 años, estaban sufriendo acosos y radicaron la denuncia respectiva en una Unidad Barrial, con lo que se inició el operativo fiscal.

Su “novia”

En su defensa ante las autoridades del penal de Tacumbú, Jorge Abel Pereira señaló primero que los videos íntimos y las fotografías las hizo con su “novia”. Cambió de versión más tarde, cuando saltaron evidencias de más jóvenes y dijo que las chicas llegaban hasta el penal “porque querían”.

Esta es la nueva excusa que ensayan en el propio penal. La interventora de Tacumbú, Olga Blanco, ya declaró a los medios que las mujeres ingresaban primero motu propprio, y que luego eran extorsionadas por los dos principales responsables para que vuelvan, a lo que ya se negaban y las amenazas subían de tono.

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