Los investigadores del supuesto matricidio insisten en que Analía Miyasaki, esposa del sospechoso, necesariamente tuvo que haber tenido un cierto grado de conocimiento de lo ocurrido. “La mujer estaba en la casa cuando su marido asesinó a la madre y cuando salió en busca de su padrastro, a quien también intentó matar, pero en ningún momento ella intentó alertar a la Policía o a los vecinos de lo que estaba ocurriendo en la casa”, aseguró el jefe de Homicidios, Crio. Gilberto Fleitas.
Durante una minuciosa revisión realizada en la mañana del martes 12 de octubre pasado, en la vivienda del presunto matricida Marcelo Augusto Fuster García, agentes de la sección Homicidios de Investigación de Delitos encontraron gran cantidad de indicios que llevaron a confirmar que el hombre planificó y ejecutó el asesinato de su madre Graciela Edith Fuster de Aguillón y el ataque a su padrastro, Luis Edgardo Aguillón Gutiérrez, quien logró sobrevivir.
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Durante la revisión, los agentes encontraron manchas de sangre casi en todas las dependencias de la vivienda, en especial en el baño, ubicado en el segundo piso, donde Fuster García se limpió después de que perpetró los ataques.
Quería vender la casa para tratamiento del marido
Otro dato que manejan los agentes de Homicidios indica que Graciela Edith Fuster de Aguillón no transfirió la casa a nombre de su hijo, debido a que tenía previsto venderla para un tratamiento médico del marido.
Según los investigadores, otro inmueble, que también era parte de la herencia familiar ya fue vendido por la mujer, quien utilizó el dinero para una intervención quirúrgica de Aguillón Gutiérrez.
El hecho de que se estaba quedando sin su parte de la herencia pudo haber sido el motivo por el cual Fuster García tomó la drástica decisión, señalaron fuentes policiales.