Las "listas sábana" prostituyen la democracia

Desde hace varios años, la ciudadanía viene reclamando la eliminación del sistema electoral popularmente denominado de "listas sábana". El Senado tratará hoy un proyecto de ley que modifica, si bien ligeramente, el sistema vigente en la materia.

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De aprobarse el mismo, no constituirá la eliminación de la nefasta lista "sábana", pero al menos comenzará a ser atenuada ligeramente, dando la esperanza de que posteriormente, animados por los resultados, se pueda avanzar hacia la eliminación total del sistema vigente y su sustitución por una modalidad que permita que cada elector participe, desde el comienzo mismo del proceso de selección, escogiendo a quienes van a representarlo.Desde hace varios años que se vienen agitando banderas ciudadanas reclamando la eliminación del sistema electoral popularmente denominado de "listas "sábana". Al principio de este año, en enero, se anunció la introducción de otra iniciativa parlamentaria para propulsar una nueva ley al respecto. Después de varias postergaciones, el texto fue aprobado en la Cámara de Diputados y girado a la de Senadores para su estudio. Estamos cerca de la finalización del período legislativo y el asunto continúa debatiéndose a paso de tortuga, lo que revela la poca voluntad, sí alguna, de nuestros políticos para su aprobación.   

Ahora se anuncia que el proyecto de ley que asegura que desbloqueará las listas cerradas y los puestos inamovibles será puesto hoy a la consideración y votación de los miembros de la Cámara de Senadores, con resultado incierto, por el momento, aunque los electores esperan que prime el buen sentido y se apruebe el proyecto, aun cuando este solamente permitirá la opción de elegir a uno de la lista propuesta.   

En otras palabras, los eternos senadores, diputados y concejales que entran a las listas electorales colgados del saco del dirigente "poguasu", del caudillo o del financista propietario del partido, continuarán con las mismas posibilidades, con la única excepción de que podrían variar de puesto, lo cual, para ser francos, constituye apenas un pequeño cambio que se concede como un sacrificio para no tener que cambiar lo verdaderamente importante.   

El problema es sencillo: los legisladores están siendo presionados para corregir nada menos que el vicioso régimen político al cual la mayoría de ellos le debe sus enormes privilegios. Saben que si triunfaran alguna vez la presión de la opinión general y el interés público sobre sus intereses particulares, y se adoptara el régimen de listas desbloqueadas, sucedería para ellos una desgracia, quedarían a la intemperie, sin la protección del caudillo o el padrino que lidera las cúpulas, de esos dirigentes o seudodirigentes que, por su influencia o su dinero, se encaramaron al puesto donde gozan de la atribución privilegiada de designar quiénes van a participar del reparto de la torta y quiénes no.   

Si alguien duda todavía del daño que el sistema de "listas sábana" produjo a nuestra política y a nuestro proceso de democratización, solo tiene que fijarse en la deprimente mediocridad personal de senadores y de diputados que tenemos, en particular en los partidos de rígida verticalidad, los que aún no acaban de salir del antiguo vicio del caudillismo o que, habiendo salido de él, entraron a uno peor: el de la promoción por el dinero.   

Uno de ellos, el senador colorado Julio César Velázquez, expresó muy bien lo que piensa esta clase de dirigentes partidarios: afirmó que votará en contra del proyecto "porque (el desbloqueo parcial de las listas) va en contra de la autonomía de los partidos". Queda claro que, para él, los partidos –no el pueblo– son propietarios de las candidaturas, y como esos partidos también tienen propietarios, estos son, en definitiva, los dueños de las listas.  

Por si esto no fuera suficientemente explícito para dar a conocer cómo de torcida funciona realmente esta mentalidad "democrática", expresó también que, en caso de necesidad, apoyaría el desbloqueo de las listas, pero solamente para ser aplicado a los comicios internos, porque daría lugar a una "lucha de todos contra todos". Olvida, por supuesto, que en la democracia la competencia electoral consiste precisamente en una lucha de cada candidato contra los demás por demostrar capacidad personal y entereza moral para ganarse la preferencia del electorado. De modo que para la mentalidad de este senador colorado, la competencia individual de los políticos está muy mal; deben ser digitados por las cúpulas partidarias, así se mantiene el statu quo en forma de proceso "pacífico".

Tal como fue preparado el proyecto de reforma del sistema de elección de candidatos, su aprobación no constituirá propiamente hablando la eliminación de la nefasta "lista sábana", pero al menos comenzará a ser atenuada ligeramente, dando la esperanza de que posteriormente, animados por sus resultados, se pueda avanzar hacia la eliminación total del sistema vigente y su sustitución por una modalidad que permita que cada elector participe, desde el comienzo mismo del proceso de selección, escogiendo a quienes van a representarlo, y que la voluntad o la influencia de los mandamases partidarios quede relegada donde debe estar: en el puesto de observación de lo que ellos mismos denominan "la voluntad popular".   

La voluntad expresada en las urnas nunca será popular ni libre mientras esté envilecida por el sistema de elección obligatoria de las listas que arman las cúpulas, con el que hasta hoy se degrada nuestro régimen democrático.   

El tratamiento hoy del proyecto es una magnífica ocasión para conocer quiénes son los legisladores que quieren avanzar por el camino que conduce a una verdadera democracia, y quiénes son los que desean continuar teniendo a esta prisionera de sus espurias conveniencias.
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