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De las declaraciones formuladas por el senador Sixto Pereira a este diario el pasado domingo, surge con más claridad aún cuál es el proyecto luguista-bolivariano que subyace debajo de la campaña por la enmienda constitucional destinada a insertar la figura de la reelección presidencial. "Está claramente prohibido (la reelección), pero no hay una prohibición taxativa", dijo. La idea luguista respecto a la enmienda constitucional es hacer la misma trampa que se ensayó en Honduras, cuando iba acabando el período regular del presidente Manuel Zelaya, ocasión en que el intento de este de mantenerse inconstitucionalmente en el poder, empleando artificiosamente la figura del plebiscito, fue finalmente abortado.De las declaraciones formuladas por el senador Sixto Pereira a este diario, publicadas el pasado domingo 26, surge con más claridad aún cuál es el proyecto luguista-bolivariano que subyace debajo de la campaña por la enmienda constitucional destinada a insertar la figura de la reelección presidencial.
La idea luguista respecto a la enmienda constitucional es hacer la misma trampa que se ensayó en Honduras, cuando iba acabando el período regular del presidente Manuel Zelaya, hace precisamente dos años, ocasión en que el intento de este de mantenerse inconstitucionalmente en el poder, empleando artificiosamente la figura del plebiscito, fue finalmente abortado.
El senador luguista Pereira se hace el que no entiende bien la falacia jurídica que su sector está utilizando en este momento para justificar el pedido de enmienda, por lo que se le debe culpar de intentar darle autoridad a la confusión que precede a la mentira, siendo él un senador y no un mero y vulgar propagandista. Se recuerda que Pereira manifestó literalmente que "está claramente prohibido (la reelección), pero no hay una prohibición taxativa".
No se sabe qué cree el senador Sixto Pereira significa la palabra "taxativa", pero si convenimos en aceptar su acepción jurídica, significa aquella cualidad que posee una norma jurídica de enumerar algo de un modo cerrado. ¿Qué cualidad tiene la enumeración de los asuntos que no se pueden modificar por vía de enmienda, tal como la formula el último párrafo del Art. 290 de la Constitución? La de ser absolutamente cerrada, o sea taxativa, como surge con todo el peso de su evidencia a la plena luz de sentido común y buen entendimiento, aun siendo legos en materia jurídica, porque ninguna autoridad podría agregarle o excluirle punto alguno a ese párrafo.
Sin embargo, está claro que a los lugo-bolivarianos les importan poco la semántica jurídica, la hermenéutica y la Constitución misma; lo que quieren es reelección a cualquier precio y sea cual fuese el costo que haya que pagar por ella. Tienen la esperanza de que si se modifica la restricción constitucional y Fernando Lugo puede ser ahora reelecto, en lo sucesivo ya se podrá enmendarla cuantas veces fuera necesario, convirtiendo así al presidente paraguayo en un émulo de Hugo Chávez, que hizo lo mismo y ahora es presidente vitalicio de Venezuela "por voluntad popular".
Es cierto que Lugo recién está comenzando a desarrollar este proyecto. Todavía no tiene a las Fuerzas Armadas completamente sometidas, por ejemplo, pero está trabajando intensamente en eso. Tampoco cuenta con la adhesión incondicional de la mayoría de los miembros de la Corte Suprema de Justicia, pero este balance bien podría ir cambiando a su favor, como ocurriera en el pasado con otros mandatarios.
Es decir, Fernando Lugo está jugando a convertirse en Hugo Chávez y los partidos luguistas en el bolivarianismo castrista; pero ambos podrían terminar, no como el gorila venezolano sino como el hondureño Manuel Zelaya. Y de paso, provocando una gran división social, intervención militar, violencia, suspensión de garantías y desquicio institucional, jurídico y económico. Hasta, seguramente, sanciones internacionales.
¿Los habitantes de este país deben pagar ese precio por tenerlo a Lugo cinco, diez, quince años más, junto con sus partidarios haciendo exactamente lo mismo que están haciendo ahora en este país? Esto en el mejor de los casos, porque si adquirieran el poder absoluto de Chávez, su actitud política no sería tan falsamente liberal y democrática como es ahora, sino que se comportaría, como es lógico, exactamente igual a su maestro.
Por el momento, hay que enfrentar la mentirosa propaganda de que supuestamente no es Lugo el que está buscando la enmienda constitucional para legitimar sus ambiciones reeleccionarias, sino que esta iniciativa pertenece al Frente Guasu, como si uno y otro no fueran la misma cosa. La machacona mención a la "voluntad popular" está destinada a meter en la mente de los ingenuos que todo puede ser cambiado si "el pueblo" decide, incluso las reglas establecidas por la Constitución. Cómo manifestará su voluntad "el pueblo", es algo que ellos también van a decidir. La fórmula de las trampas propagandísticas castro-chavistas es la misma en todas partes.
Es preciso que la opinión pública se vaya forjando la idea de lo que se viene: campaña propagandística, confusión, declaraciones contradictorias, lluvia de dictámenes jurídicos que repetirán la misma falacia una y otra vez, intentando instalarla en la mente de la mayor cantidad posible de personas.
Los paraguayos estamos así ante una delicada encrucijada política, por lo que nuestra democracia debe ser defendida con firmeza. O acabaremos como Venezuela; o como en el menos malo de los casos la Honduras de junio de 2009.
La idea luguista respecto a la enmienda constitucional es hacer la misma trampa que se ensayó en Honduras, cuando iba acabando el período regular del presidente Manuel Zelaya, hace precisamente dos años, ocasión en que el intento de este de mantenerse inconstitucionalmente en el poder, empleando artificiosamente la figura del plebiscito, fue finalmente abortado.
El senador luguista Pereira se hace el que no entiende bien la falacia jurídica que su sector está utilizando en este momento para justificar el pedido de enmienda, por lo que se le debe culpar de intentar darle autoridad a la confusión que precede a la mentira, siendo él un senador y no un mero y vulgar propagandista. Se recuerda que Pereira manifestó literalmente que "está claramente prohibido (la reelección), pero no hay una prohibición taxativa".
No se sabe qué cree el senador Sixto Pereira significa la palabra "taxativa", pero si convenimos en aceptar su acepción jurídica, significa aquella cualidad que posee una norma jurídica de enumerar algo de un modo cerrado. ¿Qué cualidad tiene la enumeración de los asuntos que no se pueden modificar por vía de enmienda, tal como la formula el último párrafo del Art. 290 de la Constitución? La de ser absolutamente cerrada, o sea taxativa, como surge con todo el peso de su evidencia a la plena luz de sentido común y buen entendimiento, aun siendo legos en materia jurídica, porque ninguna autoridad podría agregarle o excluirle punto alguno a ese párrafo.
Sin embargo, está claro que a los lugo-bolivarianos les importan poco la semántica jurídica, la hermenéutica y la Constitución misma; lo que quieren es reelección a cualquier precio y sea cual fuese el costo que haya que pagar por ella. Tienen la esperanza de que si se modifica la restricción constitucional y Fernando Lugo puede ser ahora reelecto, en lo sucesivo ya se podrá enmendarla cuantas veces fuera necesario, convirtiendo así al presidente paraguayo en un émulo de Hugo Chávez, que hizo lo mismo y ahora es presidente vitalicio de Venezuela "por voluntad popular".
Es cierto que Lugo recién está comenzando a desarrollar este proyecto. Todavía no tiene a las Fuerzas Armadas completamente sometidas, por ejemplo, pero está trabajando intensamente en eso. Tampoco cuenta con la adhesión incondicional de la mayoría de los miembros de la Corte Suprema de Justicia, pero este balance bien podría ir cambiando a su favor, como ocurriera en el pasado con otros mandatarios.
Es decir, Fernando Lugo está jugando a convertirse en Hugo Chávez y los partidos luguistas en el bolivarianismo castrista; pero ambos podrían terminar, no como el gorila venezolano sino como el hondureño Manuel Zelaya. Y de paso, provocando una gran división social, intervención militar, violencia, suspensión de garantías y desquicio institucional, jurídico y económico. Hasta, seguramente, sanciones internacionales.
¿Los habitantes de este país deben pagar ese precio por tenerlo a Lugo cinco, diez, quince años más, junto con sus partidarios haciendo exactamente lo mismo que están haciendo ahora en este país? Esto en el mejor de los casos, porque si adquirieran el poder absoluto de Chávez, su actitud política no sería tan falsamente liberal y democrática como es ahora, sino que se comportaría, como es lógico, exactamente igual a su maestro.
Por el momento, hay que enfrentar la mentirosa propaganda de que supuestamente no es Lugo el que está buscando la enmienda constitucional para legitimar sus ambiciones reeleccionarias, sino que esta iniciativa pertenece al Frente Guasu, como si uno y otro no fueran la misma cosa. La machacona mención a la "voluntad popular" está destinada a meter en la mente de los ingenuos que todo puede ser cambiado si "el pueblo" decide, incluso las reglas establecidas por la Constitución. Cómo manifestará su voluntad "el pueblo", es algo que ellos también van a decidir. La fórmula de las trampas propagandísticas castro-chavistas es la misma en todas partes.
Es preciso que la opinión pública se vaya forjando la idea de lo que se viene: campaña propagandística, confusión, declaraciones contradictorias, lluvia de dictámenes jurídicos que repetirán la misma falacia una y otra vez, intentando instalarla en la mente de la mayor cantidad posible de personas.
Los paraguayos estamos así ante una delicada encrucijada política, por lo que nuestra democracia debe ser defendida con firmeza. O acabaremos como Venezuela; o como en el menos malo de los casos la Honduras de junio de 2009.