Cargando...
Huevo acompañado de arroz o viceversa: el ingenio del soltero suele ser limitado. En otras ocasiones, el señor de la casa lleva la batuta de chef y sorprende con exquisiteces. Ante cualquier extraña o poco apetecible mezcla de ingredientes, tenga a mano el número de mamá o el delivery más cercano.Por Hernán Aquino (19 años)
Los gurús de la gastronomía, al preparar esos platos capaces de engordar la mirada, tienen todo correctamente dispuesto y prolijo. Ciertamente, esto no pretende ser un fiel reflejo del hombre de viernes de soltero en la afanosa preparación de alguna receta.
Las manecillas del reloj dibujan un apetito voraz y si no optamos por adquirir comida rápida, al par de encontrarnos con la soledad bajo el mismo techo, aparecen las ocurrencias pirotécnicas de combinación de ingredientes y el reto de probar "a ver qué sale".
Es aquí donde es útil no cerrarse a los conocimientos aparentemente femeninos y entrar a la batalla con utensilios, comestibles y algo de osadía. Picar una cebolla puede aguar los ojos, mas no la hombría.
Llevar el timón de los quehaceres del hogar, culturalmente, ha sido delegado a las féminas, receptoras del juego de té desde pequeñas.
Con la rebelión de varias ladies tecnológicas, las multifacetas y la era fast food, quedan pocas kuña guapa, hecho que, aunque parezca mentira, afecta a la dedicación por aprender y elaborar comidas atrayentes para la familia.
No se trata de ser un kuimbae que cocine diariamente, sino de ser hábiles en circunstancias en que por azares de la vida no se manifieste el incomparable vori vori de mamá o las insuperables pastas de la pareja.
Así entonces, como la mujer ha traspasado la cinta que la encasillaba a un delantal y una escoba, el hombre también, en ocasiones, desea ir más allá del título de asador con énfasis en arroz kesu.
Los gurús de la gastronomía, al preparar esos platos capaces de engordar la mirada, tienen todo correctamente dispuesto y prolijo. Ciertamente, esto no pretende ser un fiel reflejo del hombre de viernes de soltero en la afanosa preparación de alguna receta.
Las manecillas del reloj dibujan un apetito voraz y si no optamos por adquirir comida rápida, al par de encontrarnos con la soledad bajo el mismo techo, aparecen las ocurrencias pirotécnicas de combinación de ingredientes y el reto de probar "a ver qué sale".
Es aquí donde es útil no cerrarse a los conocimientos aparentemente femeninos y entrar a la batalla con utensilios, comestibles y algo de osadía. Picar una cebolla puede aguar los ojos, mas no la hombría.
Llevar el timón de los quehaceres del hogar, culturalmente, ha sido delegado a las féminas, receptoras del juego de té desde pequeñas.
Con la rebelión de varias ladies tecnológicas, las multifacetas y la era fast food, quedan pocas kuña guapa, hecho que, aunque parezca mentira, afecta a la dedicación por aprender y elaborar comidas atrayentes para la familia.
No se trata de ser un kuimbae que cocine diariamente, sino de ser hábiles en circunstancias en que por azares de la vida no se manifieste el incomparable vori vori de mamá o las insuperables pastas de la pareja.
Así entonces, como la mujer ha traspasado la cinta que la encasillaba a un delantal y una escoba, el hombre también, en ocasiones, desea ir más allá del título de asador con énfasis en arroz kesu.