India abre una tímida puerta a la eutanasia pasiva

BOMBAY.

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Violada, estrangulada y en estado vegetativo desde hace 37 años, la enfermera Aruna Shanbaug ha de seguir con vida, según una sentencia del Tribunal Supremo indio que abre las puertas a la eutanasia pasiva, pero en condiciones que no la amparan.La histórica decisión fue anunciada el pasado día 7 por el Tribunal Supremo (TS), que sin embargo desestimó el recurso de la escritora y activista social Pinki Virani en el que pedía la eutanasia para Aruna, cuya causa ha hecho suya en los últimos 29 años.

"Por esta mujer que nunca ha recibido justicia, ningún indio en una posición similar tendrá que sufrir durante tres décadas y media", expuso Virani en entrevista con Efe en su barrio de Bombay.

En noviembre de 1973, la joven Aruna, de 25 años, fue sodomizada y después estrangulada con una cadena de perro por un limpiador del hospital KEM de Bombay con el que había tenido un conflicto de autoridad.

El agresor no cumplió condena por violación -hecho que no fue denunciado a la Policía- sino siete años de cárcel por intento de asesinato y robo.
 
La interrupción en la llegada de oxígeno a su cerebro por la agresión y el daño irreparable a la carótida acabaron dejando a Aruna en estado vegetativo un par de meses después de los hechos.

Virani, autora del libro "Aruna's Story" (1998), observó que actualmente Aruna "puede reír, llorar o gritar sin motivo aparente" pero "no responder a (estímulos como) comida, personas o música" porque "su cerebro está parcialmente muerto".

Está ciega -agregó-, se le han caído todos los dientes, no tiene control sobre sus movimientos y su situación "sólo empeorará dada su continua diarrea", de ahí que la activista justificase la conveniencia de la eutanasia.

"Aunque poca, tiene actividad cerebral. Hay muy poca posibilidad de que salga del estado vegetativo. Con toda probabilidad continuará así hasta su muerte", mantuvo el TS en su fallo, en el que abrió la puerta a que la eutanasia pasiva sea "permitida en ciertas situaciones".

El Tribunal consideró que Virani carece de parentesco o cercanía suficiente con Aruna como para actuar en su nombre, aunque argumentó que la eutanasia sería posible "si los doctores que la tratan creen que es bueno para la paciente retirar los tratamientos que sostienen su vida".

En su libro, Virani da cuenta de cómo la familia la abandonó por las presiones para hacerse cargo de ella de un hospital que no aprobó una indemnización adecuada aunque el delito se cometió en sus instalaciones.

Aruna, originaria de un pequeño pueblo en el estado meridional de Karnataka, tenía sueños que se salían del patrón que se esperaba de una chica de su entorno.

Su prometido, un médico del mismo centro que al principio permaneció a su lado, acabó rehaciendo su vida y casándose con otra.

La eutanasia pasiva se limita a retirar los sistemas mecánicos o la medicación y alimentación necesarios para mantener con vida al paciente terminal, en comparación con la activa, que consiste en la aplicación de remedios letales para acabar con la vida del enfermo, observó el Tribunal.

Pero el equipo médico no dará el paso y, de hecho, celebró el veredicto del Supremo como "el renacimiento" de Aruna.

Según la activista, el primer caso de eutanasia que se permita en la India suscitará gran polémica entre los sectores más religiosos y conservadores, ya que esta es una sociedad "patriarcal" que cree que "sufrir es el destino de uno".

Según el fallo del TS, la decisión sobre la eutanasia habrá de ser tomada por padres, esposos o parientes próximos, o en su defecto por los doctores o un amigo, categoría que no le concede a Virani en el caso de Aruna.

Estos deberían recurrir a un Tribunal Superior, que consultará la opinión de tres doctores reputados.

"No podemos descartar la posibilidad de que personas sin escrúpulos con la ayuda de doctores sin escrúpulos fabriquen material para mostrar que se trata de un caso terminal sin posibilidad de recuperación. La comercialización de nuestra sociedad ha cruzado todos los límites", argumentó el Supremo.

La trágica historia de Aruna ha tenido ofertas incluso de Bollywood para ser replicada en una película, aunque Virani se opuso porque la poderosa industria cinematográfica india pretendía que el filme tuviera "música y baile", como casi todos.
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