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En el fútbol se estila que el jugador que anota tres o más goles lleve una pelota como recuerdo de esa jornada que se supone es “inolvidable” para el protagonista, más aún para alguien que no está acostumbrado a llegar a los tantos en cantidad.
El argentino Nicolás Orsini, de 23 años, registró el jueves un hat-trick en la victoria de Luqueño sobre Guaraní 4-1, en Sajonia. El balón a casa estaba encaminado, pero... Fue la primera vez que el centrodelantero establecía un triplete en toda su carrera y emocionado se apoderó del balón, hasta que la logística aurinegra le dijo no, como ocurrió la vez que el olimpista William Mendieta Pintos lo quiso hacer también, como si una pelota dañase seriamente la economía aurinegra.
Apenado, Orsini ingresó al camarín auriazul que era toda una fiesta después del triunfo tras dos caídas seguidas. Algo tenía que hacer la dirigencia luqueña para que el artillero sea premiado luego de semejante producción, por lo que le dieron un esférico que la utilería había llevado para la entrada en calor.
El balón fue firmado por los compañeros del “9”, que se quedó con un sabor agridulce por la actitud legendaria. Es que no es lo mismo llevar un implemento utilizado en el juego casi "consagratorio" para un atleta que estaba siendo cuestionado por su nivel, que te den otro perteneciente a tu mismo club, a modo de consuelo.