El inicio de la maldición para el América

Fue la primera de las tres finales perdidas, al hilo, por el conjunto caleño, en la Libertadores. Aquella noche en Sajonia, ambos equipos venían de ganar en sus respectivos países, en ambos cotejos, por 1-0 y la entonces Confederación Sudamericana, liderada por el peruano Teófilo Salinas, designó Asunción para que se dispute la finalísima. Ya había un antecedente anterior, 10 años atrás, en 1975, cuando Independiente de Avellaneda, en el Defensores del Chaco, derrotó al equipo chileno de Unión Española, por 2-0, en el tercer enfrentamiento definitorio.

El partido entre argentinos y colombianos terminó igualado, 1-1 y se tuvo que recurrir a la ruleta de los penales. Hasta la cuarta tanda estaban empatados, 4-4. El quinto penal para Argentinos lo había convertido Mario Videla. El paraguayo Cabañas ya había marcado el suyo y el quinto disparo de los “cafeteros” estuvo a cargo de Antony del Ávila. El remate fue magistralmente desviado por el arquero Enrique Vidallé y así los argentinos daban la vuelta olímpica en el Defensores del Chaco.

La maldición para el equipo del América siguió al año siguiente cuando perdió la final frente al River Plate argentino y se completó en el 87, con el increíble partido perdido frente a Peñarol de Uruguay, en tiempo de adición.

Así el América de Cali pasó a la historia, por ser el único equipo de Sudamérica en perder tres finales de Copa Libertadores, al hilo.