Fluminense cuida sus ahorros

MEDELLÍN. Fluminense perdió 1-0 este miércoles con Atlético Nacional en Medellín, pero la ventaja 4-1 obtenida en el partido de ida en casa le bastó para clasificarse a octavos de final de la Copa Sudamericana-2019.

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El equipo brasileño supo defender la goleada que alcanzó en Río de Janeiro, pese a un gol tempranero del argentino Hernán Barcos (5) que hizo creer a muchos que la remontada colombiana era posible.

Aunque Nacional, dirigido de forma interina por Alejandro Restrepo, mantuvo el control del balón y del partido, su dominio no se vio reflejado en el marcador y se quedó en la segunda fase del torneo continental.

Los cariocas ahora enfrentarán en la siguiente ronda a Peñarol de Uruguay, que más temprano derrotó 2-0 (3-1 en el global) al Deportivo Cali en Montevideo.

Remedo de remontada

Si el fútbol se midiera en ganas, Atlético Nacional debió haber replicado la remontada épica del Liverpool contra el Barcelona en la Liga de Campeones. Aunque el ímpetu local inicial hizo temer a los brasileños con que el estadio Atanasio Girardot se convertiría en un nuevo Anfield, lo cierto es que su empuje solo se tradujo en una anotación.

Y fue un tanto que estuvo precedido de lo que habría sido la sepultada final de los verdolagas. Matheus Ferraz cabeceó, en el minuto dos, un centro de Daniel que se estrelló en el palo. Tres minutos después, Vladimir Hernández comandó un ataque que desembocó en la cabeza de Barcos y en la derrota del portero Agenor.

El noveno gol de la temporada del ariete argentino fue el inicio de la apertura de los cañones de la artillería verdiblanca, que siempre estuvo disparada por él y Hernández. Barcos estrelló otro remate en el palo y otro tiro se fue levemente por encima del travesaño carioca.

Pero el Flu supo convertir en salva las balas del envalentonado Nacional. De forma insólita, Luciano envió por fuera un balón con el arco vacío, ya vencido José Fernando Cuadrado. Y al cierre de la primera parte Nino empalmó, tras un córner, un balón que aparentemente cruzó la línea de gol con la complicidad del guardameta. Antibalas

Fluminense pareció ponerse un chaleco antibalas contra los disparos de los verdolagas, que, con menos éxito, intentaron imitar la actitud del comienzo del primer tiempo.

Aunque mantuvieron el control del balón y del partido, de nuevo con un Barcos incansable, los hombres de Fernando Diniz defendieron, en algunos casos con orden, en otros con suerte, la ventaja obtenida en el Maracaná.

A Agenor lo protegió el destino de sus salidas aparatosas en sus intentos fallidos de rechazar los constantes bombardeos anfitriones. Si no lo salvó la suerte, lo cubrió la mala puntería de los colombianos en su búsqueda incesante de recortar diferencias.

La resistencia era observada desde las gradas del Atanasio Girardot por el mundialista cafetero Juan Carlos Osorio, el técnico más ganador de la historia de Nacional, a quien la prensa local sitúa en la baraja de reemplazantes de Paulo Autuori, que abandonó el barco verdiblanco tras la goleada en Brasil.

Y esa resistencia carioca por momentos se tornó en ofensiva. La velocidad del colombiano Yony González, Luciano y Joao Pedro inquietó la retaguardia verdolaga, aunque con el mismo pecado del adversario: mal tino.

La esperanza de apuntarse una proeza se vino a pique a la par de que Barcos acabó sus municiones. Aunque Hernández cargaba proveedores extra, no halló a quién compartírselos: sus compañeros en cancha sintieron el esfuerzo y los que llegaron del banco, Aldo Leao Ramírez, Deiver Machado y Hayen Palacios, no respondieron al llamado.

La defensa de Fluminense, entonces, supo encajar una metralla que se preveía peligrosa pero que, a la luz del resultado, finalmente solo tuvo salvas.

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