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El fenomenal sombrerito de Falcao ante la salida de Silva, a escasos 9 minutos del segundo tiempo, parecía sentenciar la suerte del seleccionado nacional en su peregrinar hacia el mundial de Rusia.
Con varios cambios en el segundo tiempo a modo de volcar las acciones hacia el campo rival, Paraguay comenzó a empujar con la entereza de quien se resiste a morir antes del pitazo final, y a 3 minutos del final apareció Oscar Tacuara Cardozo, convocado de último momento y que arrastraba una injusta cruz de hace 7 años atrás.
Esta cruz desapareció de sus espaldas y permitió que Paraguay siga con esperanzas de lograr la hazaña en la siempre complicada Barranquilla. Y esa esperanza se hizo gol por medio de Tony Sanabria, representando a esa vigorosa juventud paraguaya que saca lo mejor de si y más aún cuando de adversidades se trata.
Un pequeño rincón de Sudamérica que supo reponerse a dos guerras, una vez más hizo gala de ese espíritu y modificó una situación deportivamente adversa. Ahora con la fe intacta, el martes se buscará el ansiado pase a la cita deportiva más importante del planeta.