Remontada de Rusia

MOSCÚ. Rusia empató con Bélgica (3-3) en un entretenido partido amistoso en el que los diablos rojos mandaron en el marcador durante casi todo el tiempo y se dejaron robar la cartera en el último cuarto de hora.

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El equipo entrenado por el español Roberto Martínez, que llegó al partido con numerosas bajas -Hazard, Kevin de Bruyne y Thibaut Courtois-, pagó caro su conformismo, frente a una selección local que rozó el ridículo en la primera parte.

Con todo, la principal noticia del partido fue que el estadio olímpico de Fisht en Sochi (mar Negro), donde se disputará la Copa Confederaciones este año y la Copa Mundial en 2018, acogió el primer encuentro de fútbol de su historia.

Tras la triste actuación en el amistoso ante Costa de Marfil (0-2), Stanislav Cherchésov cambió a dos de los tres centrales y recuperó a Dzagóev, clave en el juego de ataque, pero se lesionó al cuarto de hora.

Mientras, los belgas empezaron el partido con Mertens, Witsel, Lukaku y el atlético Carrasco, que saltó al campo a falta de un cuarto de hora, en el banquillo.

Los pupilos de Martínez dieron la talla, aunque viajaron a Sochi con desgana tras salvar en el último segundo un empate en casa ante Grecia en partido clasificatorio para el Mundial de Rusia, resultado que les permitió mantener el liderato de su grupo.

El caso es que Rusia salió como un trueno y a los tres minutos ya había inaugurado el marcador en un córner por medio del novato Vasin, que aprovechó la pasividad de la defensa belga.

No obstante, el gol fue un espejismo, ya que diez minutos después los belgas empataron desde los once metros tras un penalti flagrante sobre Benteke (min.17).

Desde entonces, el equipo de Martínez controló el balón, aunque le costó crear ocasiones de gol, mientras que los rusos apostaron claramente por el contraataque.

Sólo a balón parado pudieron los belgas sorprender al equipo local, las dos veces por medio de Benteke, el mejor jugador del encuentro.

Primero, aprovechó un rechace tras un remate a la salida de un córner de Vertonghen (min.42) y luego remató él mismo de cabeza para hacer inútil la estirada de Akinféev (min.45).

En ese momento, coincidiendo con el final de la primera parte, sonaron los primeros silbidos contra Cherchésov, quien sigue sin formar un equipo decente con vistas a la Copa Confederaciones.

En la segunda parte, los belgas se dedicaron a enfriar el balón y la salida al campo de teóricos titulares como Witsel y Mertens no mejoró su juego de ataque.

De hecho, con la excepción de un par de incursiones con pases a los que no llegaron ni Benteke ni Nainggolan, las mejores jugadas de peligro fueron de los rusos, que mejoraron notablemente con los cambios.

Así, a los 74 minutos Miranchuk, uno de los mayores talentos del fútbol ruso, robó el balón en el centro del campo, lo cedió a Bujárov, que se lo devolvió y el delantero del Lokomotiv marcó ante Mignolet, que llegó a rozar el esférico.

El equipo local intentó dar la vuelta al marcador apelando más al orgullo patrio que al juego, mientras que los belgas se defendían como podían.

Sólo Carrasco lo intentó en un par de contraataques e incluso marcó, aunque su tanto fue anulado por el árbitro tras una falta al guardameta ruso.

Los belgas, criticados siempre por no cumplir con las expectativas creadas, pagaron su conformismo al final, cedieron un empate y estuvieron a punto de perder.

Bujárov, que había estado a punto de marcar tras una salida en falso de un nervioso Mignolet, empató en el minuto 92 tras un centro medido de Samédov, ante el que reaccionó tarde el guardameta belga.

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