Simeone, un lustro viviendo partido a partido

MADRID. Diego Simeone cumple un lustro dirigiendo al Atlético Madrid, cinco años en los que ha conquistado cinco títulos y dos subcampeonatos europeos, marcados por su consigna estrella: “partido a partido”.

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Cinco años en los que el exjugador del Atlético (en dos etapas: 1994-97 y 2003-05) ha llevado al club rojiblanco a un título liguero que hacía 18 años que no obtenía y a vivir su mejor momento en la Liga de Campeones, con dos finales continentales en tres años, ambas con sabor amargo por los títulos perdidos en el tiempo de descuento y en los lanzamientos desde el punto de penalti.

“No sé cuándo, pero algún día voy a dirigir al Atlético”, dijo el 'Cholo' en varias ocasiones antes de aquel 23 de diciembre de 2011 en el que el club rojiblanco desveló su fichaje. Antes había dirigido en Argentina al Racing de Avellaneda en dos etapas, Estudiantes de La Plata, River Plate, San Lorenzo de Almagro y al Catania italiano.

Simeone llegó al club rojiblanco en un momento de crisis, recién eliminado de la Copa del Rey por un Albacete de Segunda B que le ganó 0-1 en el Vicente Calderón y provocó la destitución de Gregorio Manzano.

En su presentación, seis días más tarde de aquel aciago partido, dio claves de lo que esperaba construir en el Manzanares. “Nos gusta un equipo agresivo, un equipo fuerte, aguerrido, contragolpeador. Lo que nos llevó a los Atléticos a identificarnos con esta gloriosa camiseta”, aseguró. Cinco mil personas acudieron al primer entrenamiento que dirigió, dos días después.

Un 0-0 en La Rosaleda contra el Málaga fue el debut al que siguieron tres triunfos seguidos ante el Villarreal, la Real Sociedad y el Osasuna. En Anoeta, tras el 0-4 ante el equipo 'txuri-urdin' fue la primera vez que Simeone expuso su intención de ir “ partido a partido ” como entrenador del Atlético.

“El camino está marcado y es partido a partido”, declaró días después en la sala de prensa de la Ciudad Deportiva de Majadahonda, poniendo la primera piedra de su discurso angular, en una campaña que se completó con un quinto puesto liguero, a dos puntos de la Liga de Campeones, y la segunda Liga Europa del club en tres años, obtenida ante el Athletic Club gracias a dos goles del colombiano Radamel Falcao y uno del brasileño Diego Ribas.

El segundo ejercicio de Simeone, primero desde el arranque de temporada, comenzó de forma inmejorable: con la Supercopa de Europa ganada al Chelsea inglés en Mónaco (1-4, tres goles de Falcao y uno del brasileño Joao Miranda), en una noche en la que, en la charla previa al partido, Simeone pronunció la palabra 'ganar' más de cincuenta veces, según reveló el brasileño Filipe Luis.

Catorce partidos sin perder en Liga auguraban una buena campaña en el campeonato doméstico, que se coronó con el acceso ansiado a la Liga de Campeones como tercero del campeonato. No fue así en la Liga Europa, apeado por el Rubin Kazan ruso, en una eliminatoria marcada por un gol visitante obtenido tras la salida del meta rojiblanco Sergio Asenjo, por la cual Simeone asumió la responsabilidad.

No obstante, lo mejor de la temporada llegó en la Copa del Rey, en la que derrotó al Real Madrid en su estadio del Santiago Bernabéu por 1-2, con goles del hispanobrasileño Diego Costa y Miranda en el descuento, que respondían al gol inicial del portugués Cristiano Ronaldo. Una victoria en la que “perdieron el miedo” al eterno rival, en palabras del propio Simeone.

La siguiente campaña fue la de la sublimación del modelo Simeone, en un Atlético marcado por su solidez defensiva, su oportunismo goleador (con Diego Costa y el incorporado David Villa) y la estrategia en jugadas a balón parado. Una sola derrota en los primeros 36 encuentros del curso, un bache en febrero y una recta final en la que Simeone entonó el “final a final”.

Ese Atlético no solo rompía sus registros en Liga, sino que derrotó gigantes en la Liga de Campeones como el Milán italiano, asfixió con su presión al Barcelona del argentino Gerardo Martino y volvió a vencer al Chelsea inglés para llegar a la final de Lisboa.

En una semana jugó dos finales. La de Liga, en el Camp Nou frente al Barcelona, la ganó gracias a un cabezazo del uruguayo Diego Godín que empataba el gol del chileno Alexis Sánchez.

“No es solamente una Liga: muchachos, mujeres, es algo más importante lo que les transmiten estos jugadores. Que si se cree y se trabaja, se puede”, dijo el técnico argentino en la celebración de aquel título en la fuente de Neptuno.

La cruz llegó en la Liga de Campeones, en un partido contra el Real Madrid en el que los rojiblancos fueron campeones del minuto 36, gol de Godín, al 93, cuando Sergio Ramos empató y abrió la remontada blanca (4-1).

“Hoy el partido no merece una lágrima, porque cuando uno da todo hay que tener la cabeza arriba”, declaró Simeone, que admitió el error de haber puesto sobre el campo como titular a Diego Costa, lesionado en el bíceps femoral y sustituido en los primeros minutos, como ya le ocurrió en el Camp Nou.

A la vuelta del verano el Atlético tuvo una venganza tibia ante el Real Madrid con la victoria en la Supercopa de España y un ejercicio más irregular, con baches en diciembre y marzo. Eliminó al Real Madrid de la Copa del Rey pero luego cayó ante el Barcelona; mientras que fueron los blancos los que le dejaron fuera de la Liga de Campeones en cuartos de final.

El siguiente curso, con un equipo muy reforzado en la parcela ofensiva, el técnico buscó alternativas en el juego que le hicieron más asociativo. Simeone recordó en varias ocasiones que el Atlético es “trabajo, presión, jugar de contragolpe, tener una fortaleza defensiva” y el equipo se mantuvo con opciones del título liguero hasta la penúltima jornada, cuando cayó ante el Levante.

Cinco días antes de perder sus opciones ligueras, el conjunto rojiblanco había cuajado el pase a su segunda final de la Liga de Campeones en una derrota agónica pero suficiente pasa pasar la eliminatoria contra el Bayern Múnich, al que eliminó después de eliminar al PSV holandés y al Barcelona.

Tanto en la eliminatoria contra los alemanes -verdugos del Atlético en la final de la Copa de Europa de 1974, como de cara a la final contra el Real Madrid- Simeone prefirió enfocar los duelos como “oportunidades” en lugar de como “revanchas”.

En los días previos auguró, y acertó, que el Real Madrid saldría “a esperar” y que el belga Yannick Carrasco sería “determinante” en la final; pero la suerte de los lanzamientos de penalti le fue esquiva y la rueda de prensa posterior al encuentro incluyó un pensamiento en voz alta que inquietó a todos los atléticos.

“Es un momento para pensar de parte mía. Y en este momento estoy”, dijo Simeone, abriendo el paso a las especulaciones sobre su salida, refutadas meses después con una foto junto a la directiva del club a través de las redes sociales.

En un primer tercio de campaña de altos y bajos, con rachas de una gran eficacia goleadora y baches que han dejado fuera al equipo de los puestos de Liga de Campeones, Simeone ha deslizado su intención de estar en la inauguración del nuevo estadio Wanda Metropolitano, pero también ha reconocido que entre sus ilusiones está entrenar a otros clubes, como el Inter de Milán italiano.

“Tengo contrato y mi ilusión siempre es hacer lo mejor para el equipo, para el club... La verdad que me da la sensación que uno siempre tiene que estar tratando de contarle a la gente cosas que se suenen lindas; 'me voy a quedar, voy a estar...' A la gente le digo que yo vivo el partido a partido desde que llegué hace cinco años y no voy a cambiar”, declaró el pasado 16 de diciembre.

Partido a partido, el técnico argentino ha sumado un lustro de éxitos en el equipo en el que ganó una Liga y una Copa como jugador, y se ha convertido en parte capital de una de las etapas más brillantes de su centenaria historia.

Alejado de la cabeza de la Liga pero con paso firme en la Liga de Campeones, el 'Cholo' afrontará tras las Navidades la parte capital de la temporada, con la duda flotante de si acompañará a los atléticos en su mudanza a su nuevo estadio la próxima temporada.

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