Cae el telón

RIO DE JANEIRO. Los Juegos de Río, primeros de la historia en suelo sudamericano, bajarán hoy el telón en la despedida de algunas leyendas olímpicas y con los mismos contrastes de un Brasil en crisis que superó la prueba.

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La ceremonia de clausura coincidirá con el trigésimo cumpleaños de una de las grandes luminarias de estos Juegos: el jamaiquino Usain Bolt, que se ganó un lugar en el Olimpo de los elegidos al repetir tres oros por tercera edición consecutiva.

El último llegó el viernes en la prueba de relevos 4x100metros y se sumó a los refrendados en 100 y 200 metros llanos. Bolt confirmó así ser el dueño de las pruebas de velocidad, hecho que lo acercó nada menos que a Muhammad Alí y Pelé, como él mismo gusta decir. “Ahora sí puedo decir que soy el más grande”, aseguró el “Rayo”, que aportó la mitad de los oros cosechados por Jamaica en Río. Bolt jugó casi en casa, visto que Brasil lo acogió con los brazos abiertos. Quizás este fue para él el fin de una impecable carrera olímpica.

“Voy a tomarme unas vacaciones y después pensaré en mi futuro, pero lo veo muy difícil”, explicó Bolt, consultado sobre la posibilidad de volver a verlo en acción dentro de cuatro años en los Juegos de Tokio.

Cita en la que no estará la otra gran figura de los Juegos: el nadador estadounidense Michael Phelps, quien aseguró, antes de abandonar la “Cidade Maravilhosa”, que de ahora en más quiere dedicarse a su familia.

El “Tiburón de Baltimore”, de 31 años, también ocupa un lugar preponderante en el Olimpo de los grandes, pues se fue de Río con cinco medallas doradas que le permitieron elevar a 23 su cosecha personal en cuatro ediciones de los Juegos. Phelps sólo “tropezó” en una prueba a la que llegaba como favorito: los 100 metros mariposa, donde debió conformarse con la plata tras ser sorprendido por Joseph Schooling, ganador del primer oro para Singapur y diez años menor.

La natación aportó 16 de los oros conquistados por Estados Unidos, dos de los cuales de la mano de Simone Manuel, primera afro-estadounidense en colgarse una dorada que además le aportó la número mil a ese país en un Juego Olímpico. “Le dedico este logro a quienes me precedieron y fueron fuente de inspiración”, afirmó Manuel, quien tras su primera y consagratoria participación olímpica no se olvidó tampoco de las víctimas negras de la violencia policial en su país.

La natación estadounidense también aportó uno de los mayores escándalos de estos Juegos tras la denuncia de asalto realizada por Ryan Lotche: se comprobó que era falsa y derivó en que sus otros tres colegas y compañeros de juerga pasaran un susto mayor.

Lotche ya había vuelto a Estados Unidos cuando Jack Conger y Gunnar Bentz fueron bajados literalmente del avión que los llevaba de regreso a casa y confesaron que el supuesto asalto del que habían sido víctimas no resultó tal. Lo mismo dijo Jimmy Feigen, el cuarto implicado que recuperó su pasaporte sólo tras pagar una multa destinada a la compra de material deportivo en la favela “Rocinha”, a modo de compensación por el agravio.

Desde otra favela, “Ciudad de Dios”, llegó el primer oro de Brasil en estos juegos de la mano de la judoca Rafaela Silva, que en 2012 abandonó por un año el deporte deprimida debido a las ofensas racistas de las que fue víctima.

“Me dijeron mona, pero pude reponerme y acá está esa mona que unos querían que estuviera en una jaula”, declaró Rafaela días después de conquistar el oro para un país que también maltrató a la nadadora Joanna Maranhao. Maranhao, quien fue blanco de ofensas similares a las que padeció Silva en su momento, lamentó que Brasil siga siendo un país “racista, machista y homófobo” tras haber sido amenazada por las redes sociales luego de una derrota.

Desde el Brasil marginado emergió el remero Isaquías Queiroz, quien aportó dos platas y un bronce y se convirtió en el primer deportista de su país en sumar tres medallas en un mismo juego.

Isaquías es oriundo de la remota Ibaitaba, la “tierra de las canoas” en lengua Tupí-Guaraní, y se consagró en la laguna Rodrigo de Freitas, ubicada en un barrio elegante de Rio de Janeiro, pero motivo de polémica por su grado de contaminación. Al igual que el remero, también el bahiano Robson Caetano, nacido en la barriada pobre de San Caetano, fue recibido como héroe en el aeropuerto de Salvador tras consagrarse como el primer campeón olímpico de boxeo en la historia de Brasil. (SEGUE) .

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