Escándalos sexuales en el deporte: ¿por qué tantos abusos?

PARÍS. De gimnastas estadounidenses a futbolistas ingleses, los recientes escándalos mostraron que el deporte puede ser terreno propicio para abusos sexuales, favorecidos en parte por la influencia psicológica ejercida sobre víctimas jóvenes.

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Desde hace cuatro años, Sebastian Boueilh, un ex rugbier francés, se ha fijado como misión sensibilizar a clubes y a jóvenes contra los abusos sexuales a través de su asociación “Gigante con los pies de barro”. Un problema que él conoció en primera persona, siendo víctima de abusos hasta la adolescencia.

“Se ven cada vez más casos en el deporte, algo que la gente no quería ver antes porque el deporte no es eso”, cuenta a la AFP.

Por su parte, la psiquiatra Muriel Salmona, especialista en esta materia, estima que “el deporte es un universo sobrerrepresentado en los actos violentos de carácter sexual”.

“Hay un lazo muy fuerte con los entrenadores, casi de padre. El niño o el adolescente es totalmente dependiente de las decisiones de su entrenador, que tiene todo el poder para hacer que su carrera avance o se rompa”, afirmó.

“Y el deporte es por otra parte disociativo, anestesiante en el sentido en el que lleva a los atletas a un estado emocional secundario, que hace más fácil esos actos. Es muy difícil poder oponerse”, añade, “todavía más cuando el entrenador tiene una importancia primordial para el equipo”.

La gimnasta estadounidense Jamie Dantzscher, bronce por equipos en los Juegos de Sídney en el año 2000, estuvo en silencio al respecto durante más de 20 años. Su testimonio en febrero, en un programa de la CBS, puso fin a esas décadas de sufrimiento oculto, acusando de abuso sexual a un médico del equipo nacional de su país, junto a otras dos exgimnastas que también denunciaron ser víctimas.

Las mujeres explicaron que su silencio en el pasado se debía a la dureza de la competición, el terror que infundían sus entrenadores y la ceguera del entorno. Una de las víctimas, la campeona olímpica Dominique Moceanu, habló también en una entrevista sobre “la cultura tácita de las aceptación de los abusos sexuales a menores, facilitada por la ignorancia” voluntaria de los responsables del equipo.

Este caso forma parte de un amplísimo escándalo en la gimnasia de Estados Unidos: más de 350 exgimnastas, algunas de ellas muy jóvenes en el momento de los hechos, afirmaron haber sido agredidas sexualmente por médicos y entrenadores en los últimos veinte años. Acusado de haber alertado demasiado tarde a las autoridades, el presidente de la Federación Estadounidense, Steve Penny, dimitió el pasado 16 de marzo.

La extenista francesa Isabelle Demongeot, víctima de violaciones por parte de su entrenador Regis de Camaret, también tardó años en hablar. Los hechos contra su persona ya habían prescrito, pero el entrenador fue condenado en 2014 a 10 años de prisión por la violación de otras dos jóvenes jugadoras.

“El discurso era ’tienes que quedarte conmigo porque soy el único que puede llevarte a lo más alto’. Y yo quería llegar más alto y ganaba. Así que...”, cuenta Demongeot a la AFP.

El entrenador había conseguido generar esa sensación de ser todopoderoso frente a su víctima. 

Como hecho agravante, al igual que las víctimas los parientes o figuras cercanas también tuvieron tendencia a cerrar los ojos para no destruir el sueño de la carrera deportiva.

“Existe toda una instrumentalización del niño en relación a su resultado, su actuación. El niño se convierte en un valedor, una inversión para los padres. De pronto, no quieren saber, por miedo a que eso rompa su sueño”, denuncia Muriel Salmona.

“Se está dispuesto a cerrar los ojos para conseguir medallas. Es horrible”, apunta Sebastien Boueilh. El silencio suele extenderse mucho tiempo. Sebastien Boueilh cuenta que él pensó que “moriría con ese secreto doloroso”, antes de que “un compañero habló y de pronto yo también hablé”.

Inglaterra se vio recientemente convulsionada por el gran escándalo de pedofilia en el fútbol, estallado a mediados de noviembre tras las revelaciones de Andy Woodward, un exjugador del Crewe Alexandra que hoy tiene 43 años y que abrió el camino.

Desde que dio el paso, más de veinte jugadores, entre los cuales hay exinternacionales, contaron que fueron agredidos sexualmente por un entrenador o un cazatalentos. El número de víctimas podría elevarse a más de 500 en un caso en el que la Federación Inglesa de Fútbol (FA) y los clubes son acusados de haber encubierto los hechos durante décadas.

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