Abasto municipal, antro de corrupción

Tuvo que ocurrir un devastador incendio en uno de los pabellones del Mercado de Abasto municipal para que la Intendencia y la Junta Municipal se dieran por enteradas de una serie de graves ilicitudes –que eran vox populi– que reclaman la actuación del Ministerio Público en ese mugriento centro de compraventa de productos. Es decir, pasaron casi dos años sin que la administración de Mario Ferreiro haya advertido que allí se cometían hechos punibles en perjuicio del patrimonio comunal, a vista y paciencia –habría que ver si no con la complicidad– del director Víctor “Oti” Sánchez, nombrado por el mencionado intendente. En efecto, siempre se comentó que allí se perpetraban fechorías, que los mercados eran feudos manejados por determinados concejales, que se rendían cuentas apenas sobre una parte de los locales alquilados, que los contratistas prestanombres de los concejales subalquilaban los locales por diez veces más de lo que recibía la Municipalidad, y hasta parcelaban veredas, espacios verdes y estacionamiento para recaudar lo máximo posible. Si bien es lamentable que haya ocurrido un siniestro, ello, sin embargo, ha servido para demostrar que el Mercado de Abasto es un antro nauseabundo de corrupción. Es, además, una ocasión magnífica para que el intendente Ferreiro inicie una labor de saneamiento de esta y otras dependencias de la Municipalidad.

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Tuvo que ocurrir un devastador incendio en uno de los pabellones del Mercado de Abasto municipal para que la Intendencia y la Junta Municipal se dieran por enteradas de una serie de graves ilicitudes –que eran vox populi– que reclaman la actuación del Ministerio Público en ese mugriento centro de compraventa de productos. Es decir, pasaron casi dos años sin que la administración de Mario Ferreiro haya advertido que allí se cometían hechos punibles en perjuicio del patrimonio comunal, a vista y paciencia –habría que ver si no con la complicidad– del director Víctor “Oti” Sánchez”, nombrado por el mencionado intendente, en muy mala hora.

En efecto, siempre se comentó que allí se perpetraban fechorías, que los mercados eran feudos manejados por determinados concejales, que se rendían cuentas apenas sobre una parte de los locales alquilados, que los contratistas prestanombres de los concejales subalquilaban los locales por diez veces más de lo que recibía la Municipalidad, y hasta parcelaban veredas, espacios verdes y estacionamiento para recaudar lo máximo posible. Para darles credibilidad a estas sospechas, de un número inicial que se dio de menos de 300 ocupantes del pabellón incendiado, la cifra fue creciendo hasta llegar al medio millar de damnificados.

Entonces resulta que la administración municipal sencillamente no conocía ni conoce cuántos puestos de ventas hay en cada pabellón ni cuánto y a quién o a quiénes pagan sus alquileres. Allí los políticos y concejales jugaban y juegan con arco libre, pues los mercados y otras dependencias son las “prendas” que se distribuyen los concejales de diferentes partidos para “mantener la paz” interna en la administración comunal, y negociar el apoyo para avanzar con algún proyecto de interés particular de un grupo o sector. Es para que funcione bien aquello de que “entre bomberos no nos pisemos la manguera”.

En efecto, hasta el incendio, el intendente ignoraba lo que el director general del Área Social de la Municipalidad, Iván Allende, ha revelado en los últimos días: en el bloque incendiado había 500 puestos de venta, pero 240 ocupantes no estaban registrados y varios de los 260 habilitados subarrendaban irregularmente partes de sus locales. Esta práctica se repetía y se repite en los demás bloques –y mercados, agregamos–, de modo que si el Mercado de Abasto contaba con 1.650 permisionarios inscritos, que abonaban en total 12.000 millones de guaraníes anuales, los vendedores eran y son en verdad más de 3.500. Es decir, cada año se evadía nada menos que 36.000 millones de guaraníes, suma que triplicaba y triplica la recaudada por la Municipalidad y enriquecía y enriquece a funcionarios y concejales corruptos. Esta tremenda realidad no les preocupa al señor intendente ni a los señores concejales. Pero ¿no existen dirigentes sociales, políticos honestos –no digamos ya partidos honestos–, que se indignen por esta descomunal tragada, y promuevan acciones para destapar esa olla podrida que constituyen el Mercado de Abasto y los demás mercados dependientes de la Municipalidad?

Según palabras del concejal Rodrigo Buongermini (movimiento “Podemos país”), hay “áreas de la Municipalidad que hacen gestión de recaudación, como el Mercado, la Terminal de Ómnibus, donde hay una importante influencia de concejales que tienen intereses allí y, evidentemente, el Abasto no escapa de eso”. Son “intereses” en dinero contante y sonante, desde luego, que existen desde administraciones anteriores, como bien lo sabrán también concejales como Hugo “Musculín” Ramírez (ANR) o Augusto Wagner (PLRA), entre otros.

Los miembros honestos de la Junta Municipal deben estar al tanto de los latrocinios de sus colegas, lo mismo que la presidenta de la Comisión de Mercados, Fabiana Benegas (ANR), que alegó un desconocimiento que nadie le cree; no puede ser tan boba. Todos han venido guardando un profundo silencio, tal vez porque les faltan “pruebas”; están esperando un recibo firmado por el colega coimero.

O sea que el aciago suceso sirvió también para que un concejal abriera la boca y saliera a decir lo que sabía todo el mundo, incluidos sus colegas concejales y el intendente Ferreiro, quien recién ahora dispuso la intervención de la Dirección del Mercado de Abasto luego de que el fuego lo haya despertado de su letargo.

En este tupido berenjenal llama también la atención que Lia Sánchez, de 23 años, hija de “Oti” Sánchez, preste servicio “gratuito” al mercado, con dos camiones Scania valorados en unos 200 millones de guaraníes cada uno, para retirar basura del lugar, según la respuesta dada por el hoy extitular del Abasto. Seguro que más de uno sabe por qué la generosidad.

Es de suponer que el dimisionario extitular del Abasto ha vuelto a presentar a su salida –suponiendo que la haya presentado a su ingreso– una declaración jurada de bienes y rentas, que debería llamar la atención del Ministerio Público. Ni el intendente ni los vecinos de Asunción deben darse por satisfechos con su renuncia, sino exigir que sea investigado. Y esta investigación debe constituir apenas la punta del ovillo en esta cueva de Alí Babá que conforman las instituciones de servicio municipales. La cirugía mayor que se esperaba en ellas con la administración de Mario Ferreiro continúa brillando por su ausencia hasta hoy.

El interventor nombrado ahora para el Mercado de Abasto, Alex Duré, tiene la obligación de limpiar ese centro comercial y de reunir los elementos de juicio que permitan a la Fiscalía perseguir a los delincuentes –por más concejales o intendentes que sean– que lucran a costa de las arcas municipales. Sería inconcebible que mantenga en sus cargos al director administrativo Pedro Closa, al director de Obras Eugenio Guerrero y a la directora de Operaciones Giovanna Scapini, como si no hubiesen tenido la menor idea de lo que estaba ocurriendo ante sus narices. Sería absurdo esperar que estos funcionarios saquen los trapos sucios al sol, más aun considerando que todos pertenecen al “Partido de la A”, de su exjefe “Oti” Sánchez, cuya candidatura al Senado vienen promoviendo. Lo que habría que evitar es que se oculten o destruyan pruebas que incriminen a los sinvergüenzas, aunque sean concejales.

Si bien es lamentable que haya ocurrido un siniestro, ello, sin embargo, ha servido para demostrar que el Mercado de Abasto es un antro nauseabundo de corrupción. Es, además, una ocasión magnífica para que el intendente Ferreiro, si realmente le interesa Asunción, primero, y su futuro político, después, inicie una labor de saneamiento de esta y otras dependencias de la Municipalidad, para demostrar a los asuncenos y a las asuncenas que es merecedor de los votos que le otorgaron, y de los que –eventualmente– pida después solo en Asunción o en el país entero.

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