Acuífero Patiño, contaminado

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Si las condiciones de deterioro del acuífero Patiño prosperan, Asunción y otras ciudades podrían quedar sin agua potable, según la conclusión a que se arribó en un reciente panel realizado en la Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”. Según los entendidos, el acuífero Patiño está sobreexplotado, es decir, se extrae de él una cantidad de agua superior a su capacidad de recarga. La gobernabilidad del agua en el Paraguay adolece de dos enfermedades casi incurables: la ignorancia de la gente y la poca importancia que las autoridades le asignan a este recurso prioritario.

Si las condiciones de deterioro del acuífero Patiño prosperan, Asunción y otras ciudades como San Lorenzo, Villa Elisa, Luque, Fernando de la Mora, Capiatá, Limpio, Areguá, Itauguá, Itá, Yaguarón, Paraguarí, podrían quedar sin agua potable. Esta es la conclusión a la que se arribó en un reciente panel de expertos llevado a cabo en el Aula Magna de la Universidad Católica “Nuestra Señora de la Asunción”, sobre el tema “Acuífero Patiño, y el abastecimiento de agua potable en la región”.

Según los entendidos, el acuífero se encuentra sobrexplotado, es decir, se extrae de él una cantidad de agua que excede su capacidad de recarga. Asimismo, el nivel de nitrato –eminentemente cancerígeno– es superior al estándar requerido, y, concomitantemente, la salinización y la presencia de “Escherichia coli” agregan su cuota de alarma.

Franklin Delano Roosevelt, trigésimo segundo presidente de los Estados Unidos, refiriéndose al comportamiento del ciudadano respecto a su entorno natural, aseveraba que “la nación que destruye su tierra, se destruye a sí misma”. A este respecto, y en relación con el recurso agua, el primer informe de Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos del mundo decía que “de todas las crisis, ya sean de orden social o relativas a los recursos naturales con las que nos enfrentamos los seres humanos, la crisis del agua es la que se encuentra en el corazón mismo de nuestra supervivencia”. Precisamente, una de las falacias de la presente generación es la consideración ingenua de que “el agua es lo que más abunda”. Este engaño cae por tierra cuando se sopesa que el agua dulce es un recurso finito, que en algún momento puede acabarse, teniendo en cuenta que el 97,5% del total del agua existente en el planeta es agua salada, mientras que solo el 2,5% restante es agua dulce.

La gobernabilidad del agua en el Paraguay adolece de dos enfermedades casi incurables. La primera guarda relación con la ignorancia de la gente, que, por desconocer las nefastas consecuencias que acarrea el mal uso de este recurso vital, desperdicia y contamina el agua de la que depende el desarrollo de las comunidades. El otro factor que juega en contra de asegurar el resguardo del vital líquido del cual depende el bienestar de la sociedad es la poca importancia que las autoridades le asignan a este recurso prioritario.

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La Secretaría del Ambiente (SEAM), a través de la Ley 1561/00, fija la estructura de la Dirección General de Protección y Conservación de los Recursos Hídricos como la máxima instancia que debe delinear la política nacional de ese sector en el país. Asimismo, el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (MSPyBS), el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental (SENASA), la Dirección General de Salud Ambiental (DIGESA), la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay (ESSAP) y el Ente Regulador de Servicios Sanitarios del Paraguay (ERSSAN) son algunas de las instituciones bajo cuya responsabilidad recae el cuidado del agua. Lamentablemente, las condiciones en que se encuentra el acuífero Patiño, así como los arroyos del país y el propio lago Ypacaraí, nos llevan a concluir que a todas las autoridades que indignamente representan a las instituciones mencionadas les importa un bledo el tema de las condiciones ambientales del agua.

Parafraseando a Roosevelt, se puede aseverar que un país que malogra sus recursos hídricos es una sociedad que desprecia la vida. El Gobierno nacional debe considerar esta realidad y encarar una verdadera política de conservación y administración de los recursos hídricos.