La nota más destacada de los últimos comicios internos simultáneos fue, sin duda, la victoria del senador Mario Abdo Benítez, que implicó de hecho la derrota del Presidente de la República. Pero también hubo otros resultados llamativos que merecen ser traídos a colación, porque, en especial, revelan un comportamiento del votante colorado que puede considerarse auspicioso.
Para empezar, la impresentable diputada Perla de Vázquez (“Ndéko puta cheichagua”), cuya campaña electoral se fundó en su afinidad con Horacio Cartes, en el reparto de víveres pagados con dinero público y en la persecución a funcionarios, no será candidata a la Gobernación de San Pedro en las elecciones generales. Es decir, será bueno para el país que ya no integre la Cámara Baja y, para el departamento, que no vaya a estar sometido a sus manejos denigrantes. El uso y abuso del poder político y económico no le ha servido para atemorizar o corromper a la mayoría del electorado.
Algo similar ocurrió en el Alto Paraná, donde el voraz clan Zacarías Irún fue derrotado en toda la línea: la lista de precandidatos a diputados liderada por Justo, el actual gobernador, quedó en el tercer lugar, el mismo que ocupó su protegido, el diputado Elio Cabral, entre los precandidatos a gobernador. Si a ello se suma que la victoria de Abdo Benítez fue contundente, resulta que el feudo de Javier Zacarías Irún, de su esposa Sandra McLeod y de su hermano Justo ha sufrido un golpe muy severo. También los electores colorados del Alto Paraná merecen, pues, el aplauso de los paraguayos decentes, por haber dado una buena lección de dignidad a un trío de sinvergüenzas.
Y si de sinvergüenzas se trata, cabe subrayar que el aún senador Óscar González Daher recibió una paliza en sus dominios luqueños, con la clara victoria de Abdo Benítez. Zacarías Irún y González Daher ocuparon, respectivamente, los puestos segundo y tercero de la lista sábana de candidatos al Senado encabezada por Horacio Cartes. Es de suponer que si ella no hubiera sido cerrada y bloqueada, y en los boletines de voto hubieran aparecido sus nombres, numerosos colorados los habrían tachado sin contemplaciones, porque representan la peor lacra de la politiquería criolla.
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También hubo votos cruzados, lo que significa que hubo electores que no votaron por todos los candidatos de un mismo movimiento, sino que a conciencia, teniendo en cuenta sus respectivos atributos cuando estaban en juego cargos uninominales. Es lo que ocurrió en Itapúa y en Cordillera, donde triunfaron los precandidatos a gobernador del cartismo, pero no así Santiago Peña.
Este resumen muestra que muchos afiliados a la ANR tuvieron la madurez y la honestidad suficientes para votar por quienes, a su juicio, serían los mejores candidatos que ese partido podría someter a la consideración del electorado nacional en los comicios del año próximo, sin dejarse amedrentar ni corromper. Abundaron las denuncias previas en torno al empleo de recursos humanos y materiales del aparato estatal en favor de los precandidatos de Honor Colorado, así como a las amenazas de destitución o a la remoción efectiva de funcionarios renuentes a apoyarlos. En este contexto se inscribieron los aumentos salariales otorgados por legisladores irresponsables, de todos los colores, con el propósito de obtener el respaldo de los funcionarios y de los docentes, lo que pone en serio riesgo la estabilidad económica y financiera del país.
Y bien, el intento de comprar el voto incluso con el dinero de los contribuyentes no fructificó en la medida esperada. Es saludable que cada vez más compatriotas hagan uso de la libertad que garantiza el secreto del sufragio, y que ya no se sometan tampoco a los dictados de algún cacique local.
Lo mismo cabe apuntar en cuanto al normal desarrollo de los comicios y a la pronta transmisión de los datos preliminares, que habrá de contribuir, sin duda, a abortar cualquier tentativa de fraude a posteriori, como el cometido en el pasado en las elecciones internas de la ANR. También es elogiable que el candidato del Presidente de la República haya reconocido con prontitud el resultado que favorecía a su contrincante.
Por la parte contraria, es de mucho lamentar que, al igual que en el PLRA, en el partido oficialista se hayan postulado tantos individuos con pésimos antecedentes en la función pública. Hubo imputados, acusados y hasta condenados que pretendieron volver a ella o seguir deshonrando sus respectivos cargos electivos. El hecho habrá planteado un serio problema al elector que no haya querido votar por uno o más delincuentes, por decir lo menos. Aparte de no poder reemplazarlos por otros, ni siquiera pudo comparar la composición de las “listas sábana”, pues en los boletines de voto solo aparecieron quienes las encabezaban. En buena medida, pues, los pobres afiliados votaron a ciegas.
Confiamos en que estos hayan sido de una vez por todas los últimos comicios internos en los que el elector bien intencionado corrió el riesgo de apoyar en las urnas, sin saberlo, a unos facinerosos de tomo y lomo. Entretanto, puede constatarse que los compatriotas de la ANR se están liberando de sus ataduras, y que ni las prebendas ni las amenazas aseguran hoy el triunfo de los mandamases o de los malandrines impuestos por ellos.
Por consiguiente, según nuestra opinión, el gran triunfador de la jornada electoral del domingo pasado fue el civismo paraguayo, fortalecido tanto por el comportamiento de los votantes como por la decisión mayoritaria tomada en muchos casos en contra de los designios de los capitostes. El país salió ganando, y es de esperar que el próximo 22 de abril los ciudadanos en general tengan la misma actitud que tantos conciudadanos suyos tuvieron en estas elecciones.