Año Nuevo

En la víspera del Año Nuevo, es habitual desear lo mejor a parientes y amigos, así como fijarse ciertas metas para el bienestar personal. Algo similar podría hacerse con respecto al país en que vivimos, aunque más no sea porque el logro de los propósitos individuales puede depender en gran medida de las circunstancias sociales. Como es inútil desentenderse de estas, salvo que uno sea un ermitaño, parece oportuno reflexionar hoy sobre lo que sería bueno que ocurra y deje de ocurrir en 2018 para que nuestra sociedad sea más acogedora. Deseamos, pues, que el próximo año se mantengan las libertades, disminuyan la inseguridad y el deterioro medioambiental, se combata la corrupción, aumenten las igualdades, se respete la Justicia, se promueva la educación y se empiece a reivindicar nuestros derechos ante los dos grandes vecinos, gracias no solo a la eficiencia y probidad gubernativas, sino también a la movilización ciudadana. Que el año venidero sea venturoso para todos y que esta noche sea un buen motivo para el encuentro familiar y el brindis por un Paraguay mejor.

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En la víspera del Año Nuevo, es habitual desear lo mejor a parientes y amigos, así como fijarse ciertas metas para el bienestar personal. Algo similar podría hacerse con respecto al país en que vivimos, aunque más no sea porque el logro de los propósitos individuales puede depender en gran medida de las circunstancias sociales. Como es inútil desentenderse de estas, salvo que uno sea un ermitaño, parece oportuno reflexionar hoy sobre lo que sería bueno que ocurra y deje de ocurrir en 2018 para que nuestra sociedad sea más acogedora.

En tal sentido, es presumible que la gran mayoría de los paraguayos quiere que sigan vigentes las libertades propias de un sistema democrático, como las de expresión, de asociación y de manifestación. No deberían asustarnos los desacuerdos, por lo demás inevitables, sino la intolerancia y la represión ilegítima. El hecho de que en el Paraguay no reine el caos desde 1989, muestra que sus hijos pueden convivir en paz, sin una mano dura que los discipline. Es cierto que en los últimos años ha aumentado la “sensación de inseguridad”, pero ella debe ser reducida en el marco de la ley, sin sacrificar las libertades. Lo que sí hace falta es que los organismos competentes, empezando por la Policía Nacional, sean mucho más eficientes, para lo cual resulta imprescindible que sus cuadros sean depurados. También es necesario que la Fuerza de Tarea Conjunta sea mucho más eficaz y que los secuestrados por la banda criminal puedan regresar a sus hogares.

La corrupción tiene que ser combatida con todo rigor, porque no solo priva de recursos a la salud y a la educación públicas, sino que también trae la muerte de la mano del crimen organizado, inserto incluso en el aparato estatal. Es necesario que la ciudadanía se movilice el próximo año con más fuerza, denunciando a los bandidos y exigiendo su castigo de acuerdo con la ley. Actuará así en defensa propia, lo mismo que si vigila el empleo de los recursos del Fonacide destinados a la infraestructura educativa o la provisión de equipos e insumos a los hospitales. También debe alzar su voz para tratar de impedir que el ambiente sea aún más deteriorado por la deforestación y la contaminación de los cursos de agua, fenómenos alarmantes a los que no son ajenos los funcionarios venales. Por lo demás, es de esperar que la Comisión Nacional del Río Pilcomayo inicie sus labores a tiempo, para que en 2018 no se repitan los daños económicos y medioambientales causados por la corrupción y la desidia acostumbradas.

Es mucho lo que los ciudadanos pueden hacer por sí mismos, sin esperar que la iniciativa para resolver sus problemas provenga de las autoridades. Dado que la prensa estará dispuesta a recoger sus inquietudes, deben recurrir a ella si no son escuchados por quienes tienen poder de decisión o no hallan en los jueces el amparo y el reparo a que tienen derecho. Habrá que luchar para que en verdad haya igualdad en el acceso a la justicia, mediante un Poder Judicial independiente, denunciando el tráfico de influencias. También la igualdad ante las leyes y en el acceso a los cargos públicos no electivos, sin más requisitos que la idoneidad, debe figurar en la agenda ciudadana. Habrá que esforzarse para que el Estado garantice esa igualdad de oportunidades, mediante una educación pública de calidad, poniendo énfasis en la formación laboral, para que el derecho al trabajo pueda ser ejercido por muchos más paraguayos.

Algunos de estos objetivos no podrán ser alcanzados a corto plazo, ni con la mejor buena voluntad de los gobernantes y la intervención de la gente, pero alguna vez habrá que empezar a impugnar las corruptelas y los discursos vacíos para poner manos a la obra. En nuestra democracia, el pueblo hace uso de su soberanía eligiendo a sus representantes, presentando proyectos de ley mediante la “iniciativa popular” o votando en un referéndum. En los comicios generales del próximo 22 de abril, elegirá a quienes ejercerán los Poderes Ejecutivo y Legislativo, así como diecisiete gobiernos departamentales, sin olvidar a quienes integrarán el inútil Parlasur. Es de esperar que en la campaña electoral se debata con altura, que se acaten las normas del Código, que los comicios sean limpios y que los resultados reflejen la voluntad de las mayorías. En cuanto a los electores, harán bien en votar a conciencia, sin dejarse corromper por el dinero, ni engañar por las promesas ni obnubilarse por los colores. Que voten por quienes crean que son los mejores candidatos o los menos malos, pues habrá varios de pésimos antecedentes, incluso penales.

Confiamos en que sean los últimos comicios en que se empleen las perniciosas “listas sábana”, y en que quienes resulten electos para ocupar por primera vez una banca se esfuercen por distinguirse de muchos de los que hoy, lamentablemente, deshonran al Congreso, traficando influencias, vendiendo votos o practicando el prebendarismo y el nepotismo.

En cuanto al futuro presidente de la República, el pueblo paraguayo merece contar con uno que no tenga un ojo puesto en sus intereses empresariales, que cumpla con una eventual promesa de cortar la mano a los ladrones y que no introduzca en el ámbito de su competencia a personas ajenas a la función pública. Antes de ser reemplazados, los actuales senadores deberían concluir el juicio político a los ministros de la Corte Suprema de Justicia: Miguel Óscar Bajac, Sindulfo Blanco y César Garay, poniendo fin a un largo chantaje.

Aparte de diseñar y ejecutar políticas públicas que apunten a elevar la calidad de vida de la población, tanto el Congreso como el Presidente de la República a ser electos tendrán que prestar mucha atención, desde el primer momento, a la renegociación del Tratado de Itaipú, prevista para 2023, y, en general, a la defensa del interés paraguayo en las entidades binacionales.

Deseamos, pues, que el próximo año se mantengan las libertades, disminuyan la inseguridad y el deterioro medioambiental, se combata la corrupción, aumenten las igualdades, se respete la Justicia, se promueva la educación y se empiece a reivindicar nuestros derechos ante los dos grandes vecinos, gracias no solo a la eficiencia y probidad gubernativas, sino también a la movilización ciudadana.

Que el año venidero sea venturoso para todos y que esta noche sea un buen motivo para el encuentro familiar y el brindis por un Paraguay mejor.

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