Asunción, bombardeada

Tal como se ve hoy, y mirando el estado del pavimento, Asunción parece una ciudad bombardeada. No sirve de excusa que esté lloviendo más de lo normal, pues todos sabemos que este fenómeno se repite cada cierto tiempo y en todas las otras ciudades del área. Las condiciones actuales de las vías asuncenas, por causa del incremento de las lluvias y raudales, son francamente desastrosas. Frente a esta Asunción que parece bombardeada, el intendente Ferreiro tiene un cuidado personal que tomar: no pasar a la historia como uno más que atraviesa sus cinco años intentando infructuosamente cerrar baches, sino debe buscarles soluciones definitivas.

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Tal como se la ve hoy, y mirando el estado del pavimento, Asunción parece una ciudad bombardeada. No sirve de excusa que esté lloviendo más de lo normal, pues todos sabemos que este fenómeno se repite cada cierto tiempo y en todas las otras ciudades del área. Hace ya dos décadas atrás el intendente Martín Burt tuvo que encarar las consecuencias destructivas que el fenómeno El Niño causó en las vías públicas en aquel momento, sin poder remediarlas, a raíz de lo cual algunos le endilgaron un mote satírico: “Bache-Burt”. Pero todos los intendentes que le sucedieron tuvieron que haber recibido el mismo mote, pues tampoco, sin siquiera tener que encarar repeticiones de aquel fenómeno, lograron resolver el problema.

Las condiciones actuales de las vías asuncenas, por causa del incremento de las lluvias y raudales, son francamente desastrosas. En ciertas avenidas de intenso tránsito, como Artigas, Fernando de la Mora, ciertos tramos de Sacramento, España y muchas otras que sería largo de citar, no se puede avanzar más que a saltos, a una velocidad ridículamente lenta, destrozando los vehículos. En el caso del transporte público, las pérdidas económicas que para sus empresas representa el deterioro mecánico de sus unidades, afectan directamente el costo del pasaje.

En pocas palabras, el pésimo estado de las vías de circulación produce múltiples consecuencias perjudiciales: mayor gasto económico para todos, grave congestión del tránsito, incremento del consumo de combustible con la consecuente polución ambiental. Si se sumara todo esto, se vería que el daño que la ciudad, sus habitantes y sus visitantes padecen con el mal estado del pavimento, podría estar alcanzando cifras siderales, en calidad de vida, en dinero y en salud ambiental.

Es cierto que se ven algunas cuadrillas municipales trabajando en esta tarea, pero, o no dan abasto y no pueden culminarla eficazmente porque son superadas por la frecuencia de las lluvias, o la Municipalidad de Asunción carece de capacidad de acción para cumplir cabalmente con la función de encarar emergencias climáticas como El Niño, para las cuales debería estar bien preparada porque no son ni nuevas ni insólitas ni imprevistas.

De ser verídico esto último, significaría que, pagando mensualmente salarios a más de ocho mil funcionarios y obreros, nuestra Comuna todavía continúa siendo incapaz de armar equipos especiales para cubrir veinticuatro horas de trabajo intensivo para ciertas emergencias ocasionales, de tal suerte a lograr en pocos días resolver los inconvenientes más apremiantes.

Frente a esta Asunción que parece bombardeada, el nuevo intendente Ferreiro tiene un cuidado personal que tomar: no pasar a la historia como uno más que atraviesa sus cinco años intentando infructuosamente cerrar baches. Debe resolver las urgencias, que incomodan y perjudican a todos cotidianamente, mas también ir buscando y aplicando soluciones definitivas. No resolverá todos los problemas de pésimos pavimentos y desagües de la ciudad, por supuesto; con que logre éxito en algunas arterias principales, ya habrá conseguido dar a la ciudad pasos gigantescos hacia la normalidad.

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