Asunción está estancada

Este artículo tiene 8 años de antigüedad

El aniversario número 480 de la Fundación de Asunción nos convoca, como solemos hacer cada año, a echar una mirada sobre nuestra ciudad capital para verificar si algo cambió para bien, como sus administradores municipales, desde hace varias décadas, vienen anunciando que ocurrirá. El tal progreso de la ciudad, no obstante y por más buena voluntad que se ponga en el juicio, es de pronóstico desolador. Los viejos males de nuestra Municipalidad persisten año tras año, periodo tras periodo, intendente tras intendente, no importando quiénes sean ni a qué color del espectro político pertenezcan. Y esa lamentable observación vale también para los concejales, algunos de los cuales están atornillados a sus bancas desde hace tres o más periodos. En cuanto a los aciertos, si los hubo y hay, no tienen el impacto suficiente para conmover a la ciudadanía capitalina que paga sus tributos. Asunción, “la muy noble y leal”, merece mucho mejor tratamiento que el que recibe de sus autoridades. Su comuna dispone de los recursos suficientes y de una población que todavía no supera los límites de la gobernabilidad. No existe problema que en sí mismo pueda calificarse de insoluble, aunque, en la práctica, casi todos ellos lo son.

El aniversario número 480 de la fundación de Asunción nos convoca, como solemos hacer cada año, a echar una mirada sobre nuestra ciudad capital para verificar si algo cambió para bien, como sus administradores municipales, desde hace varias décadas, vienen anunciando que ocurrirá.

El tal progreso de la ciudad, no obstante y por más buena voluntad que se ponga en el juicio, es de pronóstico desolador. Los viejos males de nuestra Municipalidad persisten año tras año, período tras período, intendente tras intendente, no importando quiénes sean ni a qué color del espectro político pertenezcan. Y esa lamentable observación vale también para los concejales, algunos de los cuales están atornillados a sus bancas hace tres o más períodos.

Los males de Asunción están rigurosamente inventariados, verificados, y explicadas sus causas. Más de un estudio costoso para proponer soluciones viables acabó archivado en los cajones del olvido simplemente porque no iba a representar ningún negocio para quienes siempre van prendidos con las “comisiones” y los contratos. Para quienes trafican con “el vuelto”, usando las palabras del exconcejal Yamil Esgaib. A esto podría reducirse la historia abreviada de los fracasos de los sucesivos gobiernos municipales.

En cuanto a los aciertos, si los hubo y hay, no tienen el impacto suficiente para conmover a la ciudadanía capitalina que paga sus tributos. Con relación a los morosos, que constituyen una gran proporción, se justifican a sí mismo con el argumento de que no hay motivos valederos para contribuir con un organismo ineficiente, derrochador e indiferente a las carencias de la población. Siendo que esto último es cierto, aunque no justifica la morosidad, los administradores municipales deberían poner más empeño en hacer visibles sus obras y la mejoría en los servicios, lo que tendría el doble valor de dar ánimos y mayor paciencia, así como de sustraerles a los morosos sus pretextos.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

Las grandes y continuadas precipitaciones pluviales, que suelen ser la justificación del mal estado del pavimento, este año no se produjeron, pero el problema no se redujo. En el ornato de las vías públicas la Municipalidad no gasta un céntimo; poniendo por caso que la época de poda de árboles ya transcurrió sin que se viera que obreros municipales hayan salido a mejorar las condiciones arbóreas de la ciudad, aunque fuese en las grandes avenidas, ya que pretender que lo hagan también en las calles, plazas y paseos sería ilusorio.

El tránsito urbano de pasajeros en transportes de uso público sigue igual de caótico y falto de control. Algunos ómnibus chatarra continúan circulando, poniendo en riesgo la seguridad de todos y atascando las vías de circulación, que no necesitan más obstáculos para estar en peores condiciones. Los empresarios propietarios de esas unidades mantienen sus excelentes relaciones con los concejales e intendentes del área metropolitana, lo cual permite suponer algo más.

Pero hacer la lista completa de los defectos de que nuestra capital adolece, de lo que está mal y es feo, o que perjudica al interés general, sería largo y tedioso. Cualquiera que circule por ella es capaz de advertir muy rápidamente sus mayores problemas.

En estos 480 años, Asunción evolucionó lentamente. De ser una aldea pasó a pueblo y, finalmente, alcanzó el grado de ciudad, si se consideran las diferencias entre estos estadios solamente por su tamaño físico y su densidad demográfica. De medio siglo a esta parte, duplicó su población dentro del mismo territorio, en un proceso de crecimiento desordenado, sin previsiones, a menudo con reglamentos pero sin la autoridad que posea un brazo suficientemente fuerte para hacerlos cumplir. De vez en cuando se ve aplicar rigurosamente alguna ordenanza, pero no suele durar mucho, y las omisiones y violaciones vuelven a aparecer.

La administración municipal actual, a cargo de Mario Ferreiro, así como la Junta Municipal, se hallan en su segundo año de funciones. La calificación de los resultados de su gestión debe mantenerse en suspenso porque aún no cabe aplaudir ningún triunfo en lo que debería constituir la lucha por mejorar integralmente la ciudad y la calidad de vida de sus habitantes. Tiene, sí, algunas salpicaduras en lo que guarda relación con licitaciones y contratos de obras y servicios, como el celebrado con el consorcio Parxin, sin olvidar aquel otro de la condena a la Municipalidad capitalina por un tribunal arbitral a pagar el equivalente a unos 3,6 millones de dólares, que el entonces asesor legal de la Comuna y actual contralor, José Enrique García, “se olvidó” de apelar.

Y otra más: hace apenas unos días, la psicóloga y exdiputada Karina Rodríguez fue recontratada por el intendente Ferreiro en calidad de asesora de la Dirección General de Planificación Estratégica e Innovación Tecnológica, retomando de este modo un empleo del que ya gozó anteriormente, cuando estuvo a cargo del Área Social de la Municipalidad, al que tuvo que renunciar por haber incurrido, en su época de diputada nacional, en un acto ilícito al suscribir una planilla de asistencia de un asesor suyo que estaba en el extranjero.

Estas son historias de las que Mario Ferreiro y su equipo no pueden hoy ni podrán enorgullecerse mañana, por lo que debe procurar que no se repitan. Tal vez con el tiempo se borren de la memoria colectiva, como tantos otros casos similares, pero para ello su administración tendrá que hacer muy buena letra en los tres años que le restan, para que los asuncenos reconsideren su creciente desaprobación.

Asunción, “la muy noble y leal”, merece mucho mejor tratamiento que el que recibe de sus autoridades. Su Comuna dispone de los recursos suficientes y de una población que todavía no supera los límites de la gobernabilidad. No existe problema que en sí mismo pueda calificarse de insoluble, aunque, en la práctica, casi todos ellos lo son. La ineptitud, falta de interés y aplicación al trabajo, la superpoblación crónica de funcionarios municipales (solamente la Junta Municipal tiene más de mil, para cumplir tareas que, hace veinte años, se hacía con ciento cincuenta), la corrupción en todos sus niveles y la falta de autoridad son los peores males municipales y los que someten a esta venerable ciudad a un estancamiento doloroso.

Vendrán tiempos mejores, seguramente, pero las generaciones que pagaron por ellas ya no los disfrutarán. Desearíamos haber tenido un editorial más optimista para conmemorar este aniversario, mas no podemos engañarnos ni engañar. Asunción debe recuperarse y progresar, con los cambios radicales que merece y que sus autoridades aún le deben.