Complicidades gubernamentales en el caso de Darío Messer

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Darío Messer, el “hermano del alma” del expresidente Horacio Cartes, gozaba en nuestro país de notables facilidades para dedicarse impunemente a sus operaciones financieras ilícitas, según se desprende de los datos recogidos por la Comisión Bicameral de investigación del lavado de dinero y de otros delitos que se le atribuyen a quien sigue prófugo desde el 4 de mayo de 2018, día en que se libró contra él una orden de captura a pedido de la Justicia brasileña. De muchas evidencias surge que la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad) no mostró mucho interés en ocuparse del caso Messer, aun cuando el mismo hizo pasar más de 40 millones de dólares por el Banco Nacional de Fomento, entidad oficial. Es que no solo puso abundante dinero sucio en la banca pública, sino también destinó diez millones de dólares a la compra de bonos soberanos, emitidos bajo el Gobierno anterior, convirtiéndose así en ¡acreedor del Estado paraguayo! Este deplorable asunto muestra que el Paraguay puede seguir siendo el “amparo y reparo” de grandes delincuentes internacionales, debido a la corrupción imperante. Es intolerable que así sea, por lo que este Gobierno debe ocuparse seriamente de poner fin a tanta infamia.

Darío Messer, el “hermano del alma” del expresidente Horacio Cartes, gozaba en nuestro país de notables facilidades para dedicarse impunemente a sus operaciones financieras ilícitas, según se desprende de los datos recogidos por la Comisión Bicameral de investigación del lavado de dinero y de otros delitos que se le atribuyen a quien sigue prófugo desde el 4 de mayo de 2018, día en que se libró contra él una orden de captura a pedido de la Justicia brasileña.

Son muy elocuentes, en tal sentido, los dichos del presidente del Banco Nacional de Fomento (BNF), Daniel Correa, quien acusó lisa y llanamente a la Secretaría de Prevención de Lavado de Dinero o Bienes (Seprelad) de no haber reaccionado tras haber recibido en 2015 un reporte sobre las operaciones bancarias sospechosas de Messer. El organismo, dependiente de la Presidencia de la República, estaba a cargo de Óscar Boidanich, quien admitió ante la referida comisión haber recibido el reporte del BNF. Señaló, empero, que solo decía que la empresa ganadera de Messer quería invertir en bolsa y que salía de su perfil económico, sin señalar que “los fondos provenían de paraísos fiscales, ni que salían de su límite, ni que el importe era sospechoso”. El declarante resolvió cruzarse de brazos, sin que se le haya ocurrido pedir mayores precisiones a la entidad que había enviado el informe y que estaba presidida por Carlos Pereira, suponiendo que en verdad haya sido tan incompleto. “Hay que preguntarle al BNF por qué hace el reporte si no tiene sustento”, sugirió el extitular de la Seprelad durante los tres últimos Gobiernos. En verdad, la pregunta debió hacerla él mismo, en su momento. Conste que el citado extitular del BNF declaró a ABC Cardinal que el reporte había sido “aceptado”, lo que plantea de nuevo la cuestión de por qué la Seprelad no tomó ninguna medida.

En todo caso, es evidente que no tenía mucho interés en ocuparse del caso Messer, pese a que sus empresas Chai SA y Matrix Realty SA, en la que estaba asociado con Juan Pablo Jiménez Viveros, primo de Horacio Cartes, ya eran estimadas de “alto riesgo” en 2011, es decir, el mismo año en que iniciaron sus actividades. Para ello, a diferencia de cualquier ciudadano, el hoy fugitivo pudo abrir en octubre una cuenta en el BNF, presidido en ese momento por Agustín Silvera Orué, utilizando para el efecto solo una constancia de que su cédula de identidad estaba en trámite, pues este documento le fue expedido recién en septiembre de 2012. Lo dijo el senador Jorge Querey (FG), quien agregó que ese mismo año bancos privados habían informado de operaciones financieras sospechosas de Messer. Hay que admitir que era un muy buen cliente del BNF, pues, según el mismo legislador, por allí pasaron más de 40 millones de dólares. Debe agregarse que el 25 de abril de 2017 Messer obtuvo la nacionalidad paraguaya por decisión unánime de los ministros de la Corte Suprema de Justicia, la que fue anulada el 28 de mayo último, tras ser requerido por la Justicia brasileña.

Es que Messer no solo puso abundante dinero sucio en la banca pública, sino que también destinó diez millones de dólares a la compra de bonos soberanos, emitidos bajo el Gobierno anterior, convirtiéndose así en ¡acreedor del Estado paraguayo! El exministro de Hacienda Santiago Peña manifestó ante la Comisión Bicameral, en suma, que él nunca estuvo en contacto con Messer, que no era función de su cartera investigar operaciones financieras sospechosas y que él suponía que la Comisión Nacional de Valores controlaba las casas de bolsas, de modo que fuera posible identificar a los compradores de los bonos soberanos. O sea que si los compró el “hermano del alma”, bien podría haberlo hecho también el Cartel de Sinaloa, como apuntó el senador Querey.

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Está visto, así, que la permisividad que reinaba durante el anterior Gobierno podría permitir que se hiciera un excelente lavado oficial, por así decirlo. Para el Estado paraguayo, el dinero “no tiene olor”, de modo que la comunidad internacional tiene un buen motivo para estar muy inquieta. Que el BNF y el Tesoro Nacional hayan servido para blanquear fondos provenientes de actividades delictivas, según cree la Justicia brasileña, es un escándalo atribuible a la falta de controles adecuados y al tráfico de influencias.

Es comprensible que a Messer se le hayan abierto muchas puertas de par en par. Por decir lo menos, algún papel habrá jugado en esta bochornosa historia la íntima amistad que le unía –imaginamos que le sigue uniendo– con Horacio Cartes, a quien llegó a acompañar en una visita oficial a Israel, en julio de 2016. Estuvo viviendo en el Paraguay sin dejar el liderazgo de la banda brasileña que, entre otras cosas, remitía al exterior los sobornos entregados por la empresa Odebrecht al exgobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral, según el Ministerio Público brasileño. El juez del país vecino que ordenó su captura señaló que, pese a estar respondiendo a un proceso penal, “no parece haber cesado sus actividades”, esto es, que seguía delinquiendo desde el Paraguay, residiendo en el Paraná Country Club, en la parte paraguaya de la Triple Frontera. Como vivía cerca de Ciudad del Este, le resultó cómodo intervenir en 2015, con el clan de los Zacarías Irún, en las tratativas para instalar allí un hotel casino, más precisamente en el predio de la Administración Nacional de Navegación y Puertos, lo que resultaba ilegal.

Era un “gran señor” y la Seprelad hacía la vista gorda sobre sus operaciones, hasta que el último 17 de abril este diario reveló que el hoy fugitivo abrió, entre 1988 y 2000, diecinueve cuentas en el mismo banco suizo en el que Horacio Cartes lo hizo en 1989. Por mera “casualidad”, según Boidanich, ese mismo día hizo llegar al Ministerio Público ocho o diez informes de inteligencia que estaban “parados ahí”, al menos desde diciembre de 2017. En verdad, si se considera el reporte del BNF de 2015, la Seprelad tardó diecisiete meses para acercarse a la Fiscalía. La prolongada demora se debió supuestamente a que no tenía todos los elementos necesarios para acusar a Messer, al decir de su exjefe.

Todos los tiempos fueron puestos a favor del hoy fugitivo, lo que permitió su fuga, permaneciendo prófugo hasta el momento. Increíblemente, la Policía de nuestro país no puede dar con su paradero.

Este deplorable asunto muestra que el Paraguay puede seguir siendo el “amparo y reparo” de grandes delincuentes internacionales, debido a la corrupción imperante. Es intolerable que así sea, por lo que este Gobierno debe ocuparse seriamente de poner fin a tanta infamia.