¡De película!

Denilso Sánchez Garcete (ANR), prófugo de la Justicia y hermano del diputado suplente colorado Carlos “Chicharõ” Sánchez Garcete –presunto “narcopolítico”– juró el sábado último en una inusual y subrepticia ceremonia nocturna como intendente municipal de Capitán Bado, ganado en las recientes elecciones. La ceremonia duró a lo sumo cinco minutos, ya que el flamante intendente tenía algo urgente que hacer: continuar huyendo de la Justicia que había ordenado su captura con motivo del hecho punible de lavado de dinero proveniente del narcotráfico. Pese a que Denilso apareció en fotografías con algunos de los integrantes de la Junta Municipal ante quienes prestó el juramento, el comisario de Capitán Bado aseguró que él estuvo presente todo el tiempo en el acto y que el prófugo nunca apareció. ¡De película!

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El prófugo Denilso Sánchez Garcete (ANR), prófugo de la Justicia y hermano del diputado suplente colorado Carlos “Chicharõ” Sánchez Garcete –señalado en un informe presentado en el Senado como uno de los presuntos “narcopolíticos”– juró el sábado último en una inusual y subrepticia ceremonia nocturna como intendente municipal de Capitán Bado, ganado en las recientes elecciones. Denilso prestó el juramento de rigor ante la Junta Municipal y la ceremonia duró a lo sumo cinco minutos, ya que el flamante intendente tenía algo urgente que hacer: continuar huyendo de la Justicia, que había ordenado su captura con motivo del hecho punible de lavado de dinero proveniente del narcotráfico.

Increíblemente, los ediles se abstuvieron de denunciar la aparición del presunto delincuente, pese a que fue electo en ausencia teniendo en cuenta que ya para el momento de las elecciones estaba prófugo. Las fotografías de la ocasión muestran a algunos concejales, como Crispín Duarte, Lorenzo Riveros, Dionicia Suárez, Héctor Palacios, Ismael Valiente (colorados) y Pablo Barrios (Unace) posando sonrientes con el nuevo y escurridizo jefe comunal. Según uno de ellos, se le tomó el juramento por la simple razón de que ¡el acto figuraba en el orden del día! Es decir, a los ediles les pareció muy normal que un buscado por la ley se presente ante ellos y tome posesión del cargo de intendente municipal, estando en vigor una orden de captura de pública notoriedad. No demostraron el menor interés de colaborar con la Justicia, sino más bien el de congraciarse con el hermano de Rubén (Chicharõ) y Ardonio Sánchez Garcete, de gran poder económico y procesados por el mismo delito que se le imputa a Denilso. Por su parte, el comisario de Capitán Bado, Richard Daniel Rodas, agregó un nuevo y atrapante capítulo al culebrón: asegura que él estuvo todo el tiempo en el acto de referencia, y que Denilso “jamás” estuvo por allí. De no creerse.

Acaso el temor pueda explicar la reticencia de denunciar la presencia del prófugo, según la respuesta del concejal Pablo Barrios a la pregunta periodística de si el narcotráfico tiene mucho peso en la zona: “Los que estamos en la ciudad de Capitán Bado (…) sabemos cómo se maneja la cuestión (…) Al responderte varias preguntas, ya estoy expuesto a varias circunstancias”.

¿Qué puede inferirse de esta respuesta del concejal Barrios? En primer lugar, que ni siquiera ellos, que son autoridades, pueden confiar en la ley para su protección: que el poder está en manos de los narcotraficantes. Una triste circunstancia que se vive en otras localidades fronterizas, donde, a juzgar por las palabras del concejal Barrios, al estilo de la mafia siciliana, es mejor regirse por la “omertá”, o código del silencio, para no poner en peligro la vida.

Es de suponer, entonces, que los ediles bien podrían conocer hoy el escondrijo del recién juramentado y que si no lo revelan es para evitar “varias circunstancias”, entre las cuales cabe imaginar el asesinato.

Lo cierto es que la insólita ceremonia nocturna, propia del realismo mágico latinoamericano, muestra el poder logrado por el narcotráfico y la indiferencia, la cobardía o la complicidad de los políticos y autoridades de su zona de influencia. Queda por verse si los tentáculos de la narcopolítica no inficionaron también al Ministerio Público, que ahora tiene la obligación de analizar las responsabilidades penales de los complacientes ediles.

Por de pronto tenemos a un nuevo intendente municipal oculto en algún lugar del país o del Brasil. ¡De película!

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