La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) informó en octubre del año pasado que, entre 2004 y 2014, el Paraguay tuvo la menor reducción del desempleo urbano en el subcontinente, ya que había bajado solo del 10% al 7,4%. Esto implica que el notable crecimiento económico que el país registró durante ese lapso estuvo lejos de haber generado suficientes puestos de trabajo, que tanto necesitan, sobre todo, los 60.000 jóvenes bachilleres que cada año ingresan en el mercado laboral, según la Dirección General de Empleo.
Uno de los principales obstáculos para su creación es la falta de mano de obra calificada, tal como lo ha señalado el Foro Económico Mundial en su Índice de Competitividad Global 2016-2017, al ubicarla en el tercer lugar, luego de la corrupción y de la infraestructura inadecuada. El Estado no tiene el papel de crear empleos, sino el de establecer las condiciones propicias para que el sector privado los genere. Una de ellas supone preparar a los jóvenes, a través de la educación pública, de tal modo que respondan a las demandas del mercado.
En tal sentido, es necesario que potencie los colegios técnicos a cargo del Ministerio de Educación y Cultura, así como el Servicio Nacional de Promoción Profesional (SNPP) y el Sistema Nacional de Formación y Capacitación Laboral (Sinafocal), dependientes del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. El país necesita menos del “proletariado intelectual”, formado en el “bachillerato científico”, que dé trabajadores y empleados especializados que tienen las habilidades hoy requeridas para insertarse en el sistema productivo. Ya antes de terminar la escuela primaria, los alumnos deberían conocer las ofertas que existen en materia de formación profesional, de modo que puedan optar por una de las carreras ofrecidas en los colegios técnicos, si tienen vocación para ella. Esto vale también para la educación universitaria, que no está formando a los profesionales requeridos por el mercado laboral, como lo demostró el intento de atraer a ingenieros españoles, debido al número insuficiente de profesionales paraguayos.
Desde luego, aparte de ajustar la formación de los jóvenes a lo que el país necesita, en términos cuantitativos, urge mejorar la calidad de la educación en todos los niveles, empezando por el primario. Se trata de una condición indispensable para superar la pobreza, y ni qué decir la indigencia en la que se hallan unas 710.000 personas. Duele admitirlo, pero la verdad es que son muchos los jóvenes, e incluso los adultos, que están desempleados simplemente porque no saben hacer nada. En un mundo cada vez más competitivo e integrado, como el de hoy, los recursos humanos capacitados son más importantes que las materias primas. La sociedad global del conocimiento es ya una realidad, de la que los paraguayos no podemos escapar.
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En suma, para vencer el subdesarrollo es necesario trabajar y para eso hay que estar capacitado.