El Paraguay está de luto

Ha fallecido en el día de ayer el profesor Luis Alfonso Resck. Su personalidad ha sido tantas veces elogiada como paradigma de la conducta ética valerosa e intransigente que todo ser humano íntegro debiera tener, por lo que no puede dejar de recalcarse las innúmeras virtudes de este ciudadano que supo erigirse en modelo para varias generaciones de paraguayos. Se destacó tanto en el ejercicio de la docencia como en la práctica política y en la férrea e intransigente defensa de los derechos humanos. Por esta noble causa enfrentó con un valor inmenso a la dictadura de Stroessner, lo que le valió persecuciones, 109 entradas en la cárcel y torturas. El destacado extinto asumió desde muy joven la decisión de dedicar sus mejores talentos y sus mayores esfuerzos en la lucha por la libertad y por los derechos de sus conciudadanos, sometidos entonces a la dura y cruel represión de un aparato tiránico. El profesor Resck deja un recuerdo indestructible en sus contemporáneos y un ejemplo a seguir para los más jóvenes.

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Ha fallecido en el día de ayer el profesor Luis Alfonso Resck. Su personalidad ha sido tantas veces elogiada como paradigma de la conducta ética valerosa e intransigente que todo ser humano íntegro debiera tener, por lo que no puede dejar de recalcarse las innúmeras virtudes de este ciudadano que supo erigirse en modelo para varias generaciones de paraguayos. Se destacó tanto en el ejercicio de la docencia que desempeñó casi durante toda su vida, como en la práctica política y en la férrea e intransigente defensa de los derechos humanos. Por esta noble causa enfrentó con un valor inmenso a la dictadura de Alfredo Stroessner, lo que le valió persecuciones, cárceles y torturas. Tenía 92 años y estaba aquejado en su salud.

El profesor Resck viene a dejarnos justamente cuando la juventud de nuestro país se halla más requerida de ejemplos como el que él supo dar. Se va cuando nuestros políticos todavía lo requerían como espejo en el cual mirarse para imitar su altura moral. Porque de una cosa se puede estar seguro: no nacen todos los días ciudadanos de su condición e integridad.

El destacado extinto asumió desde muy joven la decisión de dedicar sus mejores talentos y sus mayores esfuerzos en la lucha por la libertad y por los derechos de sus conciudadanos, sometidos entonces a la dura y cruel represión de un aparato tiránico, que no desperdició ninguna ocasión para someterlo a toda suerte de apremios, malos tratos, infundios e insultos. Se convirtió así en uno de los dirigentes políticos opositores de su época más frecuentemente reprimidos por la policía del régimen dictatorial. Fue detenido ¡109 veces!

La dedicación que puso en su lucha por las reivindicaciones sociales y políticas siempre estuvo fuertemente enlazada con su militancia religiosa. Católico ferviente, cuidaba al detalle que ninguno de sus actos públicos o privados contrariara los principios de su conciencia, lo que le hacía una persona invulnerable a las diatribas y mentiras que los voceros de aquella nefasta dictadura intentaban emplear para desacreditarlo y contrarrestar el creciente entusiasmo que el profesor Resck inspiraba en las masas a las que arengaba en cuanta oportunidad se le presentaba.

Por esa vida dedicada a ser leal con sus creencias, con sus principios políticos, con su concepción de la dignidad humana, se granjeó la admiración, la simpatía y el afecto de la inmensa mayoría de sus contemporáneos, así como el respeto de las generaciones posteriores que supieron de sus luchas y padecimientos en pro de la libertad, la democracia y la vigencia real de los derechos humanos, tan largamente postergados antes y tan bienvenidos después.

Dedicado desde joven al gremialismo en la Universidad Nacional, enseguida sintió la vocación política, siendo uno de los fundadores, en 1960, del Partido Demócrata Cristiano. Una vez advenida la democracia, Resck fue convencional constituyente, enarbolando las mismas banderas que mostraron siempre sus principales líneas de conducta éticas e intelectuales: la defensa de la vida humana y de los derechos fundamentales de las personas.

Resck constituía para el régimen de Stroessner un opositor excepcionalmente incómodo, un adversario extremadamente pesado, porque representaba, en el campo de la ética, exactamente lo contrario de lo que todo stronista era en ese momento. Ni venal, ni pusilánime, ni obsecuente, ni timorato, ni ingenuo, ni cobarde; la dictadura no lograba doblar su espinazo con tentaciones ni con azotes. Su voz se hacía más estridente cuantas más veces lo apresaban y lo metían en las famosas mazmorras del Departamento de Investigaciones y en las de la “Técnica”. En resumen, Resck fue un hueso demasiado duro de roer para aquel régimen despótico que, en algún momento, decidió enviarlo al exilio, para siquiera librarse de tener que soportar sus arengas.

Atendiendo a la suma de los actos de una vida como la suya, dedicada al bien y a la virtud, a principios del 2015 el Prof. Luis Alfonso Resck fue reconocido por la misma Santa Sede, recibiendo de parte de Su Santidad, el papa Francisco, la condecoración “San Gregorio Magno”, que se concede a los laicos que entregan su existencia a la promoción y protección de los derechos humanos. Esta distinción no fue más que la culminación honorífica de una larga trayectoria de halagos, reconocimientos, agradecimientos y congratulaciones que el profesor Resck (“Lucho”, para sus innumerables amigos, colegas y exalumnos) fue recibiendo a lo largo de estas últimas décadas.

En aquella emotiva ocasión, nuestro diario consideró justo dedicar un editorial a la distinción que se le dispensaba a nuestro héroe civil. Afirmamos en ese momento que “También nos cae muy oportuno este reconocimiento a los paraguayos para recordarnos que la rectitud de conducta y la firmeza en los principios morales no son virtudes pasadas de moda o actualmente inservibles, como nuestra experiencia social y política actual parecen estar sugiriendo; y que una vida particular bien llevada, al servicio de la verdad, de valores éticos y de solidaridad, en algún momento es elevada al sitial de honor que le corresponde en el corazón de su pueblo y en las páginas de su historia”.

Y esto mismo cabe reiterar ahora que el insigne profesor Resck ha pasado a la inmortalidad. Ya tiene bien ganado su sitio en la historia patria, es cierto; pero, a cambio, el Paraguay pierde un paradigma justo en una época en que tanta falta nos hacen personas que nos muestren, con su limpia existencia y su conducta rectilínea, el camino hacia la construcción de un país menos corrupto, menos materialista, menos mediocre, que recupere sus ilusiones de ser un poco mejor, y que no desperdicie sus mayores esfuerzos en las banalidades de la inmediatez, que valore el futuro y tenga alguna meta por la cual valga la pena luchar en conjunto y solidariamente.

El profesor Luis Alfonso Resck deja un recuerdo indestructible en sus contemporáneos y un ejemplo a seguir para los más jóvenes.

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