El periodismo y la libertad

El Día del Periodista en el Paraguay coincide con la fecha de aparición, en 1845, del primer periódico de nuestro país, “El Paraguayo Independiente”, y es siempre una ocasión propicia para destacar la importancia de la prensa en el sistema democrático. La prensa es indispensable, pero no basta su mera existencia: es necesario que ella sea libre. La libertad de prensa es la protectora de todas las demás libertades cuando ellas son conculcadas. Es la madre de todas las libertades; la voz de los sin voz, de los perseguidos por diversos motivos. En democracia, el pluralismo informativo y de opinión permite que el lector, el oyente o el telespectador pueda acceder a fuentes diversas y comparar su credibilidad. Alegra constatar que, desde 1989, la gente se viene informando cada vez más y mejor, y que ha perdido el miedo a expresar sus inquietudes a través de los medios de comunicación, con lo cual están contribuyendo en gran medida con los periodistas a romper el manto de silencio que tanto favorecía a los opresores y a los ladrones. El periodismo paraguayo tiene como bandera la libertad. Estará siempre dispuesto a luchar por conservarla y fortalecerla, porque es su razón de ser.

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El Día del Periodista en el Paraguay coincide con la fecha de aparición, en 1845, del primer periódico de nuestro país, “El Paraguayo Independiente”, órgano que bregó para que la Argentina reconociera la independencia nacional y la libre navegación de los ríos internacionales, y es siempre una ocasión para destacar la importancia de la prensa en el sistema democrático. Ya lo hizo Thomas Jefferson, principal redactor de la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776 y presidente del mismo desde 1801 hasta 1809, cuando escribió que prefería “una prensa sin Gobierno antes que un Gobierno sin prensa” y que “lo fundamental es el derecho del pueblo a estar informado”. Es decir, las personas tienen derecho a saber, sin restricción alguna, cuanto de interés público ocurre en la sociedad en que viven.

La prensa es indispensable, pero no basta su mera existencia: es necesario que ella sea libre. La libertad de prensa es la protectora de todas las demás libertades cuando ellas son conculcadas. Es la madre de todas las libertades. Sirve para proteger a los ciudadanos contra la arbitrariedad de los que mandan. La prensa libre es la voz de quienes no tienen voz, de los perseguidos por motivos políticos, económicos, religiosos o raciales. Ninguna dictadura la tolera porque implica una limitación del poder, y permite que haya ciudadanos en vez de súbditos.

En democracia, el pluralismo informativo y de opinión permite que el lector, el oyente o el telespectador pueda acceder a fuentes diversas y comparar su credibilidad.

Lo ocurrido últimamente en torno al desgraciado proyecto de enmienda constitucional y al espectacular atraco en Ciudad del Este son un ejemplo de cuán importante es el papel de la prensa y de los periodistas en un régimen democrático, tanto para formarse una opinión sobre un asunto de singular relevancia para la vida institucional como para advertir el tremendo daño que causa al país el crimen organizado. Puede que, en uno y otro caso, aún no hayan salido a la luz todos los entretelones, pero con lo transmitido por los periodistas a través de los diversos medios de comunicación, los paraguayos ya podemos tener una buena idea acerca del estado de las cosas en nuestro país.

Alegra constatar que, desde 1989, la gente se viene informando cada vez más y mejor, y que ha perdido el miedo a expresar sus inquietudes a través de los medios de comunicación, con lo cual está contribuyendo en gran medida con los periodistas a romper el manto de silencio que tanto favorecía a los opresores y a los ladrones. A los que mandan les está resultando cada vez más difícil esconder sus fechorías, dada la interacción entre los periodistas y el público. En efecto, la gente no solo consume sus noticias y opiniones, sino que también se las aporta, contribuyendo así al fortalecimiento de una opinión pública cada vez más robusta y comprometida con el interés general.

Los ciudadanos y las ciudadanas tienen en el periodista a un aliado que, como servidor público, suele arriesgar su vida al cumplir con su misión profesional, sobre todo cuando afecta los intereses de autoridades sinvergüenzas y de delincuentes profesionales. El trágico caso de nuestro corresponsal en Curuguaty, Pablo Medina –asesinado por revelar los estrechos lazos entre el narcotráfico y el ejercicio de los cargos públicos–, muestra hasta qué punto la prensa libre conlleva una amenaza para los malhechores. Se puede recordar igualmente con unción y respeto a Santiago Leguizamón, otro mártir del periodismo, víctima también de sus denuncias contra los delincuentes de frontera.

Los mencionados no son los primeros mártires del periodismo paraguayo, pero esperamos que sean los últimos.

Merecen una especial mención, en este sentido, los colegas que trabajan en pequeñas poblaciones del interior del país –muchas dominadas por caciques políticos corruptos de todos los colores–, que permanentemente exponen su seguridad física y hasta sus vidas a la prepotencia de las autoridades y de los mafiosos lugareños. Su coraje es digno de destacar en este Día del Periodista.

Ante tantos acontecimientos que se suceden día a día, no basta con que los ciudadanos y las ciudadanas estén bien informados acerca de los asuntos que a todos conciernen; también hace falta que se involucren y movilicen para repudiar las intenciones perversas de quienes desean acallar las voces de los periodistas.

El periodismo paraguayo tiene como bandera la libertad. Estará siempre dispuesto a luchar por conservarla y fortalecerla, porque es su razón de ser.

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