El pueblo soberano debe exigir su derecho a elegir

En Paraguay rige una democracia de fachada, porque aunque tenemos elecciones libres, hasta ahora la gente se ve impedida de ELEGIR a sus candidatos a causa de la tramposa ley de las “listas sábana”, una nefasta herencia política que impide que en nuestro sistema de gobierno funcionen las estructuras políticas que consagran los principios de la verdadera democracia. La prueba más fehaciente de esta renquera política es que hasta ahora, todavía seguimos impedidos de elegir a nuestros representantes, resignándonos a votar por los operadores políticos que se nos imponen desde las corruptas cúpulas partidarias a través de las “listas sábana”. La erradicación de estas debe constituirse en una causa nacional. La correspondiente ley sustitutiva debe ser sancionada antes de las elecciones de 2013. Para el logro de este objetivo tenemos un arma poderosa que los usurpadores de la voluntad popular no podrán resistir por mucho tiempo: nuestro VOTO, de premio o castigo para los postulantes a Presidente de la República y a bancas parlamentarias que apoyen o desoigan nuestro justo reclamo.

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Han transcurrido 23 años desde el derrocamiento de Alfredo Stroessner, cuya feroz dictadura mantuvo sojuzgado a nuestro pueblo por más de una generación, lapso fatídico que supera en mucho al tiempo que llevamos viviendo en libertad aunque, lamentablemente, no en verdadera democracia. En efecto, la que tenemos es una democracia de fachada, porque si bien tenemos elecciones libres y razonablemente justas, hasta ahora la gente se ve impedida de ELEGIR a sus candidatos a causa de la tramposa ley electoral de las “listas sábana”, una nefasta herencia política que impide que en nuestro sistema republicano de gobierno funcionen las estructuras políticas que consagran los principios esenciales de la verdadera democracia: soberanía popular, responsabilidad de los gobernantes ante el pueblo, libertad y legalidad.


Por diversas razones históricas, políticas, sociológicas y culturales, los paraguayos nos hemos acostumbrado a la autocracia y a la obediencia pasiva. La prueba más fehaciente de esta renquera política es que hasta ahora, a casi un cuarto de siglo de la caída de la dictadura, todavía seguimos impedidos de elegir a nuestros representantes en el Gobierno, resignándonos a votar por los operadores políticos que se nos imponen desde las corruptas cúpulas partidarias a través de las antidemocráticas “listas sábana”.


Poner fin a esta añeja ignominia política debe ser, desde ahora, un objetivo central de la sociedad paraguaya antes de las elecciones generales del próximo año. La erradicación de las listas de candidaturas arbitrariamente impuestas debe constituirse en una causa nacional; en un compromiso existencial de toda la sociedad paraguaya, sin distinción de banderías partidistas. La correspondiente ley sustitutiva debe ser sancionada antes de las elecciones generales del próximo año. Para el logro de este objetivo tenemos un arma poderosa que los usurpadores de la voluntad popular no podrán resistir por mucho tiempo: nuestro VOTO, de premio o castigo para los postulantes a Presidente de la República y a bancas parlamentarias que apoyen o desoigan nuestro justo reclamo.


Tanto los partidos políticos tradicionales, como los de reciente conformación, son ambivalentes acerca de la democracia; de ahí su férrea oposición a la supresión de tales listas. Lejos de interesarse en políticas que beneficien al país, como antaño –con contadas excepciones– nuestros actuales líderes políticos están mucho más interesados en la política como instrumento para conservar el poder antes que en el poder como herramienta para llevar a cabo una gran estrategia de desarrollo que beneficie al país. De ahí su apego a la falacia del electoralismo y de las listas cerradas que apuntalan una democracia superficial, incapaz de resolver las aspiraciones ciudadanas por la libertad, la justicia y el bienestar.


Para tornar eficaz el arma del voto popular, la ciudadanía cuenta hoy con la ventaja de la globalización de las normas de participación cívica capaces de moldear las aspiraciones democráticas. Los medios masivos de comunicación y las redes sociales de internet, ONG y otras ponen al alcance de los ciudadanos la tecnología para compartir ideas y tácticas, generando así la conciencia pública requerida para forzar a los dueños de los partidos y agrupaciones políticas con representación parlamentaria al inmediato y total desbloqueo de las listas de candidatos a cargos electivos, mediante la promulgación de una ley electoral verdaderamente democrática, dejando de lado los resbaladizos senderos de la política de componendas que practican en la actualidad y cuyos apetitos remplazan a los ideales y principios que proclaman de boca para afuera.


Obviamente, solo una reacción ciudadana en cadena podrá desarticular la cínica complicidad existente entre los líderes de los partidos y movimientos políticos del Paraguay de nuestro tiempo, en nada diferente de aquellos partido jára denunciados por el insigne historiador nacional Blas Garay, a través de la prensa, hace más de cien años. Los tiempos que vive la nación hacen necesario el retorno a la arena política criolla de ese jugador estratégico que es el pueblo, único capaz de derrotar a quienes subrogan indebidamente su democrático derecho de elegir libremente a su candidato a cargo público, sea quien fuere este.


Sin la diseminación y adopción de ideas y opiniones no se puede formar conciencia pública. Mediante los medios sociales de comunicación la ciudadanía y las elites de la sociedad deben articular grupos coordinados de acción que desde ahora presionen y requieran de cada ciudadano autoproclamado como precandidato de su partido o movimiento a la Presidencia de la República que, como condición sine qua non para darle su voto, se comprometa a ejercer presión política sobre sus adherentes que ocupan actualmente bancas en el Parlamento nacional para que voten a favor del desbloqueo total y efectivo de dichas listas.


De idéntico modo, condicionar el voto de sus integrantes a favor de los parlamentarios que aspiran a la reelección legislativa, a la aprobación de una ley que garantice la libre elección de los candidatos por parte de los electores. Como es el Congreso el que tiene la potestad constitucional de sancionar la ley de referencia, debe tenerse en cuenta que actualmente los parlamentarios fungen más como operadores políticos de los líderes de sus partidos antes que como representantes de los electores. Por tanto, su decisión final respecto del proyecto de ley de desbloqueo de listas va a depender de la directiva política que reciban de sus jefes partidarios.


Como lo viene haciendo hasta ahora, la elite política nacional va a seguir resistiendo, hasta donde pueda, con argucias legales, medias verdades y dificultades burocráticas, la ley que la ciudadanía está reclamando con creciente insistencia. El pueblo interesado en la democratización efectiva del país no tiene que cejar en su empeño por lograr una fuerte conciencia pública acerca del democrático derecho de ELEGIR, privativo de cada ciudadano elector. Si esta campaña logra convertirse en causa nacional mediante las redes sociales, la elite política paraguaya, aunque no lo quiera, se va a ver obligada a restituir a los ciudadanos este supremo derecho desde siempre usurpado.

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