El senador Dionisio Amarilla (PLRA, llanista), el mismo que acumuló una gran fortuna en la función pública y medió en un intento de soborno para “desinflar” un escándalo que afectaba los negocios de su amigo Óscar Chamorro Lafarja, no debe seguir ensuciando una banca. Su mera presencia en el Palacio Legislativo ofende a quienes rechazan el enriquecimiento ilícito y la compra del silencio, es decir, a las personas decentes.
Ante la probable pérdida de la investidura, Amarilla anunció que seguirá haciendo política y que ejercerá su profesión, en la que ganaría más que siendo legislador. El autodenominado “líder emergente”, que se permitió recordar que “grandes líderes de la República” habrían llegado a “lugares más encumbrados” tras haber sido “descabezados”, sin duda podrá seguir ejerciendo sus derechos políticos, mientras su ciudadanía no quede suspendida por estar cumpliendo una condena con pena privativa de libertad. En cuanto a su profesión, puede que llegue a cobrar más como doctor en Ciencias de la Educación que como legislador, pero quizás no tanto como lo que recaudaba cuando fue director general de Administración y Finanzas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA, 1999-2013). Por cierto, también la práctica de su profesión podría ser obstaculizada por el Ministerio Público primero y por la judicatura después. Por de pronto, es de esperar que el Senado lo expulse en aras del decoro institucional. Varias bancadas ya han anunciado que apoyarán tan saludable medida, siendo de lamentar la actitud dubitativa que venía manteniendo la de “Añetete”, del presidente Mario Abdo Benítez. Confiamos en que este recordará su promesa de “caiga quien caiga” y en que no le tienda la mano salvadora al impresentable de marras. No lo hizo con el exsenador Víctor Bogado ni con el ex contralor general de la República Enrique García, de modo que tampoco debería hacerlo con quien carece de toda autoridad moral para seguir integrando un órgano colegiado que tiene el tratamiento de “honorable”.
La bancada de “Añetete” acordó en 2018 que este año el Senado sería presidido por un llanista, a cambio de la actual presidencia de Silvio Ovelar (ANR). Su colega Amarilla entrará en la historia como el autor de la frase “Que lo que se acuerde, se cumpla”. Es de desear que el jefe de Estado no se sienta obligado por esa postura y que no intervenga para instalar en la presidencia del Congreso a otro impresentable, el sinuoso Blas Llano, siempre dispuesto a pactar con quien sea con tal de mantenerse muy cerca del poder de turno. “Marito” debería recordar aquello de “dime con quién andas y te diré quién eres”. ¿O será que, en aras de futuros apoyos del llanismo, querrá hundirse en el descrédito de apañar a un ególatra que intervino en una operación tan oprobiosa, en beneficio de las empresas de un nefasto exdiputado colorado, a cuyo servicio ya habría estado en 2016, cuando, como diputado, presentó proyectos de pedidos de informes sobre una firma de la competencia? Da la impresión de que el detestable personaje del que hoy se ocupa la indignada ciudadanía actuó y actúa en función de cierto grupo empresarial que recibe mucho dinero del Presupuesto. Es presumible que también brinde sus buenos oficios a otras firmas que contratan con entidades públicas, entre otras a aquellas que lo hacían con la UNA, en sus tiempos administrativos y financieros. Lo cierto es que el lechero de otrora se volvió todo un potentado, en su momento con la conveniente cobertura de su esposa Analy Valiente, exdirectora de Declaraciones Juradas de la Contraloría. Los datos que están saliendo a la luz son muy ilustrativos y sugieren que las gestiones del diligente parlamentario suelen ser bien agradecidas.
Por cierto, se aguarda el examen de Ministerio Público acerca de la marcada evolución patrimonial de quien en 2007 declaró no tener casa propia –ahora tiene una quinta amurallada de 3,5 hectáreas en la zona urbana de Ñemby–, pero sí dos mil millones de guaraníes en efectivo, percibiendo un sueldo de 10.800.000 guaraníes en la UNA y de 8.000.000 como asesor. Once años más tarde conservaba los dos mil millones de guaraníes, pero ya poseía inmuebles y vehículos valuados en 3.070 millones y 900 millones de guaraníes, en total, respectivamente. En el caso de que del referido examen surjan indicios para imputar al nuevo rico, no tendría que ser necesario desaforarlo si los senadores hacen hoy lo debido por respeto al pueblo paraguayo: expulsarlo ignominiosamente. Aunque, a última hora, el gran poder que ha adquirido el senador Amarilla parece que hace tambalear a ciertos legisladores, al punto de intentar postergar el tratamiento del tema para darle tiempo a “enfriar” la cuestión y conseguir alguna ventaja. Pero doce legisladores ya pidieron una sesión extraordinaria para hoy, de modo que se verá qué ocurre finalmente en la Cámara Alta.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Es intolerable que una persona de semejante calaña siente plaza en el Palacio Legislativo, que, como solemos afirmar, no debe ser un aguantadero, sino un recinto en donde se sancionen leyes y se controle a los otros Poderes del Estado, atendiendo siempre el interés general. Tampoco debe ser una oficina de transadas ni de mediación para tratos desdorosos relativos a contrataciones públicas direccionadas, sino un espacio en el que se escuchen las denuncias ciudadanas contra hechos de corrupción.
Si se realizara hoy la sesión extraordinaria, se verá quiénes son los senadores que prefieren ponerse del lado de la ley y de la moral, antes que apañar a un colega repudiable. Los ciudadanos y las ciudadanas deben estar expectantes para anotar los nombres de los indignos, para escracharlos donde los encuentren.