Esperanza compartida con el pueblo argentino

El pueblo paraguayo, desde siempre hermanado con el pueblo argentino por profundas raíces de cultura y tradición, hace suyas la alegría y la esperanza en mejores días que hoy embargan los corazones de quienes con su voto han consagrado a Mauricio Macri como nuevo Presidente de su Nación. Así, pues, en este día memorable para la tradición democrática de la sociedad argentina y honrando esa histórica amistad, el pueblo paraguayo se siente también regocijado. Durante los últimos doce años bajo gobiernos de los Kirchner, el Paraguay ha sido gratuitamente víctima de una política de abierta hostilidad económica por parte de los mismos, en clara violación de los acuerdos del Mercosur. Pisoteando el Tratado respectivo, los Gobiernos kirchneristas metieron también la mano en la usina binacional de Yacyretá. Ahora que asume el nuevo gobierno de Mauricio Macri, quien expone un discurso más moderno y abierto, es de esperar que el nuevo Primer Mandatario atienda los justos reclamos del Paraguay, largamente postergados, y ordene a sus subalternos de todos los niveles que dejen de aplicar una política de permanente desprecio y maltrato hacia nuestro país.

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El pueblo paraguayo, desde siempre hermanado con el pueblo argentino por profundas raíces de cultura y tradición, hace suyas la alegría y la esperanza en mejores días que hoy embargan los corazones de quienes con su voto han consagrado a Mauricio Macri como nuevo Presidente de su Nación. Así, pues, en este día memorable para la tradición democrática de la sociedad argentina y honrando esa histórica amistad, el pueblo paraguayo se siente también regocijado.

Testimoniando esa indestructible hermandad, el presidente del Paraguay, Horacio Cartes, estará hoy presente en la ceremonia de asunción del nuevo Primer Mandatario argentino como portador del solidario sentimiento de júbilo de todos los paraguayos.

Por consiguiente, la ocasión es propicia no solo para expresar gratitud, sino también esperanza. Esperanza en que vengan mejores días para los argentinos y paraguayos afincados con sus familias en esa tierra de promisión que en algún tiempo pasado fue, constituyéndose en una de las mayores productoras de alimentos del mundo y sexta economía a escala mundial.

Hablando con directa franqueza, la presidenta Cristina no solo “encascaró” a la Argentina, sino dividió a su gente y persiguió a la producción. Se rodeó de fanáticos y quiso catapultar a su hijo Máximo Kirchner para continuar con la dinastía.

Por eso, esa esperanza de los millones de paraguayos y sus descendientes que viven en la Argentina hace también parte de la esperanza del pueblo y Gobierno del Paraguay en que la asunción del señor Macri a la presidencia de la Nación Argentina la reencauce por su antiguo derrotero de prosperidad, y rectifique su rumbo por la senda universal de la libertad y la democracia. Eso, porque los paraguayos sabemos que cuando las cosas les van bien a nuestros hermanos argentinos, automáticamente nos va mejor a nosotros.

Prueba de esta simbiosis de destino manifiesto de nuestras dos naciones la tiene registrada la historia. En ese contexto, lamentablemente, durante los últimos doce años bajo gobiernos de los esposos Kirchner –en particular, el de la presidenta saliente Cristina–, el Paraguay ha sido gratuitamente víctima de una política de abierta hostilidad económica por parte de los mismos, en clara violación de los Tratados de Asunción y de Ouro Preto que rigen el Mercosur. Por si esto no fuera suficiente, en connivencia con la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, Cristina Fernández propició la injusta y agraviante suspensión del Paraguay de dicho organismo regional. Todo por la destitución constitucional por mal desempeño de funciones del entonces presidente de la República, Fernando Lugo, alineado junto a ellas con el eje chavista de la izquierda bolivariana radical.

Entre las numerosas trabas comerciales aplicadas por Buenos Aires en perjuicio del comercio exterior paraguayo podemos citar algunas, todas ilegales de conformidad con los tratados bilaterales y multilaterales concomitantes, como ser: licencia previa de importación, expresamente destinada a desalentar a los importadores argentinos interesados en mercaderías paraguayas; la “Declaración Jurada Anticipada de Importación”, arbitraria medida extraarancelaria para desalentar con engorrosas trabas burocráticas la importación de productos paraguayos por parte de empresarios argentinos. A más de estas trabas unilaterales específicas, durante dicho lapso, nuestras exportaciones han venido sufriendo permanente hostigamiento burocrático por parte de controles fronterizos, donde cualquier funcionario de bajo nivel, o de Gendarmería, se atribuye la facultad discrecional de permitir o negar la entrada de mercaderías. Con estas arbitrarias trabas comerciales se ha hecho lugar común en la frontera que productos paraguayos perecibles se pudran tramitando paso.

La agresión comercial al Paraguay por parte de los gobiernos kirchneristas no se ha limitado a las trabas comerciales en las aduanas fronterizas. Retornando a perimidas prácticas violatorias de tratados formalmente concertados entre ambos Estados, el vecino país ha implementado medidas arbitrarias destinadas a poner obstáculos a la navegación de embarcaciones paraguayas por la Hidrovía Paraguay-Paraná: prohibición de transbordo de mercaderías argentinas en puertos uruguayos; restricciones arbitrarias en cuanto a la longitud de los trenes de barcazas paraguayas que navegan por la Hidrovía con destino al puerto uruguayo de Nueva Palmira; escaneo y eventual revisión de contenedores provenientes de extrazona con destino al Paraguay; anticipo de documentación de buques y convoyes paraguayos antes de ingresar a puertos argentinos, entre otras barreras violatorias del comercio internacional.

De cara a esta inamistosa política del gobierno argentino de los Kirchner, es lógico que el pueblo paraguayo se congratule con el gobierno del presidente Mauricio Macri, pues tiene las mejores esperanzas de que la “primavera” del Cono Sur alcance con su bendición de prosperidad también al Paraguay y, por ende, a nuestro pueblo, que ha sido en el final la víctima propiciatoria de la política de mala vecindad injustamente aplicada por nuestros dos vecinos.

Pisoteando el Tratado, los Gobiernos kirchneristas metieron también la mano en la usina binacional de Yacyretá, entre otras cosas para robar la energía paraguaya allí generada y vendérsela al Brasil, en tanto que denegó sistemáticamente al Paraguay el derecho de vender su energía de la usina de Acaray a Uruguay y a Chile pagando una servidumbre de paso por utilizar el sistema eléctrico interconectado argentino.

Le recordamos al presidente Macri que en el caso de Yacyretá, contrariamente a lo que ocurre con Itaipú, en que Paraguay obligatoriamente tiene que “ceder” a Brasil su excedente, Argentina tiene solo el derecho de “preferencia” para la compra de la energía que le corresponde al Paraguay en esa usina. Pese a ello, Argentina maneja el negocio como si la represa fuera únicamente suya, para lo que contribuyeron y contribuyen también, coimas mediante, los antipatrióticos gobernantes y negociadores paraguayos.

Uno de los reclamos puntuales del Paraguay en Yacyretá consiste precisamente en la restitución del marco legal que rige en la entidad binacional, cual es la vigencia del Tratado, reiteradamente violado por nuestro vecino. Al respecto, uno de los principales problemas surgidos en los últimos años fue la falta de cumplimiento de los compromisos asumidos por la Argentina, como el pago por las compensaciones por el uso de nuestra energía. Otra violación flagrante del Tratado es que durante 40 años de funcionamiento de la EBY, Argentina ejerció la titularidad de los principales cargos del Directorio Ejecutivo, pese a que el Anexo A del Tratado consagra la “alternancia”.

Hay muchísimos reclamos más de nuestro país en este “monumento a la corrupción”, como denominó a este emprendimiento el expresidente Carlos Menem, por lo que debe desmontarse el manto de la “binacionalidad” siempre esgrimido para impedir la transparencia en el manejo de la entidad, que reclaman tanto paraguayos como argentinos.

El pueblo paraguayo espera que el flamante Primer Mandatario argentino realice una justa reparación de las perjudiciales medidas interpuestas contra nuestro país en los últimos tiempos sin ninguna provocación. Felicitamos a nuestros hermanos argentinos por su madurez cívica y su vocación democrática al volcar con su voto el destino de su nación del lado de la Historia, en un afán por rectificar el rumbo político y económico ante el cúmulo de desaciertos que tuvieron que sobrellevar en los últimos años, que empobrecieron a su rico país y dividieron a su democrática sociedad.

Ahora que asume el nuevo gobierno de Mauricio Macri, quien expone un discurso más moderno y abierto, es de desear que el nuevo Primer Mandatario atienda los justos reclamos del Paraguay, largamente postergados, y ordene a sus subalternos de todos los niveles que dejen de aplicar una política de permanente desprecio y maltrato hacia nuestro país.

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