Essap y ANDE, larga historia de ineptitud y corrupción

Entre los principales recursos del país figuran el agua y la energía hidroeléctrica, pero sus habitantes suelen carecer de ellas porque las empresas estatales encargadas de proveerlas –la Essap SA y la ANDE– se distinguen por su tremenda ineficiencia y su descomunal corrupción. El patético caso de Ciudad del Este, ubicada junto a la represa de Itaipú, resume muy bien lo que ocurre en todo el Paraguay.

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Entre los principales recursos del país figuran el agua y la energía hidroeléctrica, pero sus habitantes suelen carecer de ellas porque las empresas estatales encargadas de proveerlas –la Essap SA y la ANDE– se distinguen por su tremenda ineficiencia y su descomunal corrupción.

El patético caso de Ciudad del Este, ubicada junto a la represa de Itaipú, resume muy bien lo que ocurre en todo el Paraguay. En efecto, ni siquiera el 30% de sus 300.000 habitantes está conectado al sistema de distribución del agua potable, extraída por la Essap y la Itaipú Binacional de un lago de la zona urbana: la mayoría depende de una firma aguatera o de un pozo artesiano excavado en el barrio o en su propia casa, lo que no significa necesariamente que el agua que consume sea saludable.

De hecho, nuestro país es el de menor cobertura en el suministro de agua potable en toda América Latina, ya que alcanza solo al 64,9% de la población. La Essap SA no llega a más de 1.700.000 personas, es decir, al 24%, pero aun así, siendo tan pocas, es incapaz de atenderlas como se merecen, y no solo debido a la poca capacidad de los reservorios y por las pérdidas causadas por las cañerías rotas, las conexiones clandestinas y las fallas técnicas, que llegan a casi la mitad del agua tratada en la planta de Viñas Cue.

El desabastecimiento también puede resultar de la avería de un equipo que absorbe el agua, tal como ocurrió en la capital del Alto Paraná desde el domingo hasta el martes último, así como de uno de los habituales cortes del servicio de energía eléctrica, que impiden el funcionamiento de los motores que extraen el agua de los pozos artesianos. El del mayor hospital público del citado departamento quedó sin agua, de modo que la provisión está a cargo de los bomberos voluntarios.

Estas calamidades ocurren en una de las ciudades más pobladas del país, situada junto a un río caudaloso, porque la Essap SA no llega a todas partes ni cuenta con la infraestructura adecuada y porque la ANDE no puede asegurar la provisión continua de energía eléctrica. Según el jefe de la agencia regional de esta última, Juan Rozzano, la situación es “catastrófica” debido a la carencia de personal técnico y de recursos materiales, seguramente atribuible al exceso de burócratas, al robo de cables y artefactos, así como a la falta de mantenimiento de equipos obsoletos y sobrefacturados. Conste que el funcionario está contento porque a inicios de febrero recibirá nuevos transformadores para instalarlos en las áreas más problemáticas.

La Essap SA, en cambio, se limita a esperar que llueva para normalizar el servicio en Mariano Roque Alonso y Fernando de la Mora, y a sugerir a los usuarios que no derrochen el agua. Por cierto, Asunción y su área metropolitana no serán beneficiadas por ninguno de los cinco anteproyectos “prioritarios” que se están elaborando para la provisión de agua potable, a diferencia de Ciudad del Este, que al menos está en carpeta.

Es como si las dos empresas citadas hubieran concertado una perversa alianza con el fin de que el verano sea insoportable para la gran mayoría de los habitantes de un país que se precia de tener muchos ríos y arroyos, y dos de las mayores represas hidroeléctricas del mundo. Para su vida cotidiana, ni esas riquezas naturales ni esas obras colosales sirven de mucho, debido a una larga historia de ineptitud y de corrupción, que continuará mientras la ciudadanía siga tolerando tanta ignominia.

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