Familias políticas plagas

Con el correr de los años, clanes familiares enteros se han apoderado de las bancas parlamentarias y de determinadas instituciones del Estado. Asimismo, numerosos parlamentarios se han eternizado en sus bancas y no piensan abandonarlas. La larga lista de parientes centrada en las precandidaturas de los dos partidos tradicionales muestra que la política paraguaya presenta un carácter “familiar”. Los parentescos y las influencias tienen más importancia que los méritos que puedan exhibir los candidatos. Así, los cargos se vuelven hereditarios, como si fuesen parte de una fortuna familiar, lo que ha llevado a la formación de verdaderos “clanes” multimillonarios que se ramifican en el Congreso y varias instituciones en todo el país. Ciudad del Este, Fernando de la Mora, Limpio, Pedro Juan Caballero han estado o siguen estando bajo el dominio de caciques locales. Se tiene así que el caudillismo continúa imperando porque la ignorancia y la pobreza inducen a buscar la protección de políticos poderosos, que mantienen una amplia red de relaciones sostenida con los favores distribuidos a costa del dinero que aportan los contribuyentes. La madre de este infortunio que azota a nuestro país es la “lista sábana”. Liberarse de esta plaga ha de ser el objetivo inmediato de todos los paraguayos.

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Con el correr de los años, clanes familiares enteros se han apoderado de las bancas parlamentarias y de determinadas instituciones del Estado. Asimismo, numerosos parlamentarios se han eternizado en sus bancas y no piensan abandonarlas.

Por ejemplo, el gobernador de Alto Paraná, Justo Zacarías Irún, encabeza la lista de precandidatos titulares “cartistas” a la Cámara de Diputados, en tanto que su esposa y secretaria de Acción Social de la Gobernación, Rocío Abed de Zacarías Irún, lidera la de precandidatos a suplentes; su hermano Javier, exintendente esteño y marido de la actual jefa comunal, Sandra McLeod, aspira a una banca en el Senado.

Luque, en tanto, es feudo de los González Daher, cuyo jefe, el senador Óscar –número puesto para un nuevo periodo–, es padre de Rubén González, quien ya es concejal que comienza así su carrera política hacia el poder y la riqueza, siguiendo el camino del padre. Además, una hija del legislador, María Emilia González Chávez, tiene un cargo en Itaipú con un salario de 45 millones de guaraníes. Gana más que el presidente de la República, Horacio Cartes, que recibe mensualmente 37 millones de guaraníes, y que la ministra de Hacienda, Lea Giménez, 24,5 millones.

Por su parte, el diputado Clemente Barrios podría ser sucedido por su hijo Maximiliano, concejal de Quiindy que ocupa el segundo lugar en la lista de precandidatos titulares por el departamento de Paraguarí, donde el ministro de Agricultura y Ganadería, Juan Carlos Baruja, pugnará por la Gobernación, y su hermano Jorge por ser “parlasuriano”.

La sampedrana Perla de Vázquez, quien heredó su banca de su marido, Juan José, quiere seguir profiriendo groserías en la Cámara Baja, donde también desea permanecer la diputada Cristina Villalba, hermana de Carlos, intendente de La Paloma, zona de intenso tráfico de drogas donde muchos políticos se vuelven millonarios.

Juan Carlos Galaverna, quien está a punto de completar su sexto periodo –¡casi 30 años!– como parlamentario, ahora se apresta a pugnar por el séptimo, mientras su hijo, Juan Carlos “Nano”, ya es precandidato a primer diputado suplente por el departamento Central por la disidencia colorada. La lista de precandidatos titulares para la Cámara de Diputados por el mismo grupo la lidera el actual diputado Ariel Oviedo, hijo del fallecido general Lino César Oviedo y primo del senador Jorge Oviedo Matto, quien también desea ser reelegido por el partido Unace.

Entre los liberales, el senador Blas Llano está por completar su quinto periodo y pugnará por el sexto “rekutu”. También pretende continuar el senador Luis Alberto Wagner, hermano del concejal asunceno Augusto, al igual que Emilia Alfaro, esposa del expresidente de la República Federico Franco, madre de Federico (h) –precandidato a diputado por el departamento Central–, cuñada del senador Julio César y concuñada de la exsenadora y exembajadora Mirtha Vergara.

También quieren seguir en la Cámara Alta Ramón Gómez Verlangieri, hermano de los exintendentes limpeños Optaciano y Ángel, y Roberto Acevedo, cuyo hermano, el intendente pedrojuanino José Carlos, desea ahora convertirse en gobernador de Amambay.

El gobernador del departamento Central, Blas Lanzoni, padre de Lucas, intendente de Ñemby, anhela ganar una banca en el Senado. Por su parte, el diputado Celso Maldonado, quien busca ser reelecto, es padre de la concejal luqueña María Belén.

El diputado por Caaguazú Antonio Buzarquis pretende ser reelecto, y su hermano, el exdiputado y exministro Enrique, es precandidato al Senado. También el diputado Carlos Portillo se propone seguir representando al Alto Paraná, en tanto que su hermana, la concejal esteña María Esther, quiere gobernar ese departamento.

En fin, esta lista incompleta de parientes, centrada en las precandidaturas de los dos partidos tradicionales, muestra que la política paraguaya presenta un carácter “familiar”. Los parentescos y las influencias tienen más importancia que los méritos que puedan exhibir los candidatos, salvo rarísimas excepciones. Así, los cargos se vuelven hereditarios, como si fuesen parte de una fortuna familiar, lo que ha llevado a la formación de verdaderos “clanes” multimillonarios que se ramifican en el Congreso y varias instituciones en todo el país.

Ciudad del Este, Fernando de la Mora, Limpio, Pedro Juan Caballero han estado o siguen estando bajo el dominio de caciques locales que cuentan con una clientela leal, a la que satisfacen con empleos, prebendas y posibilidades de “negocios”. Son émulos de los caciques partidarios de la época de la dictadura de Stroessner, como Tarcisio Sostoa en el Alto Paraguay, “Pitín” Cazal en Concepción, los Matiauda en Encarnación, los Sarubbi en Caazapá, Eugenio Sanabria Cantero en Nueva Italia, las hermanas Páez de Virgili en Carapeguá, entre otros, que instalaban a su parentela y recomendados donde se les daba luz verde y los protegían de la persecución de la ley. Igual que ahora.

Se tiene así que el caudillismo continúa imperando porque la ignorancia y la pobreza inducen a buscar la protección de los políticos poderosos locales, que mantienen una amplia red de relaciones sostenida con los favores distribuidos a costa del dinero que aportan los contribuyentes. El nepotismo está prohibido por la ley, pero no despierta la repulsa ciudadana en la medida en que sería de esperar, porque muchos compatriotas aún consideran normal que un intendente o un gobernador instale a sus familiares en la administración para que vivan del dinero de todos o fomente las candidaturas de algunos de ellos para cualquier cargo electivo, aunque sean unos ineptos y corruptos de tomo y lomo. Es evidente que la diputada María Carísimo, residente en Lambaré, cree que tiene todo el derecho del mundo a que sus numerosos hijos y parientes “trabajen” en la Cámara que enloda, pues no tiene clara distinción entre lo público y lo privado. Ese familismo amoral ha ocasionado que hasta se pague a las amantes con algún buen zoquete solventado por el erario.

La madre de este infortunio que azota a nuestro país es la “lista sábana”. Liberarse de esta plaga ha de ser el objetivo inmediato de todos los paraguayos.

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