Ineficiencia de entidades de servicio público

Según empresarios del ramo de la construcción, las falencias, sumadas a la falta de imaginación del sector público para resolver los problemas de Asunción, van a acabar por empujar las inversiones inmobiliarias a las localidades de los alrededores de la capital, cuyos gobiernos municipales parecen ser más abiertos para acoger proyectos y aprovecharlos, aunque, debe reconocerse, carecen también de las mínimas condiciones de infraestructura. Las empresas como Essap, ANDE y las municipalidades tienen en sus manos los elementos para dirigir la política de crecimiento eficiente de las ciudades y controlar su desarrollo. Pero cuando es el sector privado el que asume la tarea y se encarga de construir, como es el caso del “eje corporativo” asunceno, por lo menos deberían tener la delicadeza de responder a esas iniciativas con dinamismo y eficiencia.

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Con las fuertes lluvias que últimamente cayeron sobre Asunción, se pudo observar otra muestra más de la mala calidad del trabajo realizado por la Empresa de Servicios Sanitarios del Paraguay SA (Essap, empresa estatal) en el área hoy conocida como “eje” o “zona corporativa” de Asunción, por haberse concentrado en ella impresionantes edificios en altura, construidos para fines empresariales.

Como en muchos otros barrios, en ese lugar el equipamiento urbano es obsoleto, insuficiente para acompañar el gran crecimiento edilicio. Esto se sabía bien aun antes de iniciarse las obras, pero no obstante los inversores se arriesgaron tomando en cuenta las promesas que la Essap y la Municipalidad les hicieron. La inversión fue enorme, no solamente para la ciudad, sino para el país todo. A este formidable impulso económico deberían haber seguido el entusiasmo y el dinamismo de las entidades públicas citadas, que debieron acondicionar sus redes de alcantarillado sanitario y desagües pluviales para dar funcionamiento adecuado al complejo edilicio en marcha.

El grado de indiferencia –que es muy bondadoso decir, porque habría que hablar de torpeza mayúscula– se refleja en el modo de trabajar. La Essap instaló una tubería cloacal de 2,7 kilómetros sobre la avenida Aviadores del Chaco, desde la avenida España hasta unirse con el ducto que, desde la avenida Primer Presidente, conduce sus contenidos hasta el río. Pero –¡oh detalle!– en el proyecto no se previó que cada edificio debía conectarse con la red principal, de modo que ahora los efluentes cloacales se deslizan, por fuerza de gravedad, a través de canales que flanquean la avenida Aviadores del Chaco, ante la vista y el olfato de quienes transitan por allí.

Los directivos de la empresa estatal, quienes siempre tienen alguna excusa preparada para estas contingencias, afirman que se encuentran aguardando la autorización municipal para acabar con lo que falta por hacer en la obra. Se ignora desde cuándo a una empresa del Estado le importa lo que autorice o no la Municipalidad para realizar sus trabajos viales (hasta ahora hacían lo que querían donde se les antojaba), pero, al parecer, por fin se decidieron a tener en cuenta a la autoridad comunal, si bien para justificar un atraso de obras indispensables.

Según algunos empresarios del ramo de la construcción, las falencias, sumadas a la falta de imaginación del sector público para resolver los problemas de Asunción, van a acabar por empujar las inversiones inmobiliarias a las localidades de los alrededores de la capital, cuyos gobiernos municipales parecen ser más abiertos para acoger proyectos y aprovecharlos, aunque, debe reconocerse, carecen también de las mínimas condiciones de infraestructura.

La desaceleración de inversiones en la capital se debe también, y principalmente –según esas mismas fuentes–, a la falta de adecuación de la política impositiva municipal, que ignora la función de los estímulos e incentivos, y a la lentitud desesperante de las burocráticas empresas estatales.

“Asunción debe recuperar sus barrios. Para ello, la Municipalidad debe instalar una política inteligente”, expresó el presidente de la Cámara Paraguaya de Desarrolladores Inmobiliarios, arquitecto Víctor González Acosta. Esta declaración se sustenta en la hipótesis de que, con un crecimiento edilicio urbanísticamente bien planificado, mucha gente que trabaja en Asunción pero vive en las localidades de su área metropolitana (se calcula que un millón y medio de personas entran y salen diariamente de ella) volvería a residir en la capital. Esto tendría varios efectos beneficiosos, tales como la mejor ocupación del espacio, un ahorro económico considerable en materia de gasto de transporte y otros rubros, menor contaminación ambiental por la disminución del tránsito vehicular y mayores tributos para la Comuna.

Ninguna de estas ideas es nueva, porque se las están exponiendo desde hace mucho tiempo en los foros de especialistas; inclusive, las autoridades que cada lustro se suceden en la administración municipal, desde el intendente y los concejales hasta los funcionarios superiores, conocen perfectamente esta realidad, pero no se les nota que estén conmovidos ante los problemas que plantea. Con la misma lentitud y pesadez de siempre, demoran una eternidad en resolver inconvenientes que en otras partes se arreglan rápida y eficientemente.

Las empresas como Essap, ANDE y las municipalidades tienen en sus manos los elementos para dirigir la política de crecimiento eficiente de las ciudades y controlar su desarrollo. Pero cuando es el sector privado el que asume la tarea y se encarga de construir, como es el caso del “eje corporativo” asunceno, por lo menos deberían tener la delicadeza de responder a esas iniciativas con dinamismo y eficiencia.

Las cloacas de la avenida Aviadores del Chaco deberían avergonzar profundamente a los gobernantes, porque son la prueba evidente y nauseabunda de su negligencia.

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