Los ingresos mensuales de los funcionarios de las entidades binacionales son un insulto a la razón y a la pobreza del pueblo, tal como lo ilustran los casos de la directora ejecutiva del Parque Tecnológico de Itaipú (PTI), María Teresa Peralta, y del jefe del Departamento Administrativo de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), Wildo Almirón. La primera percibió en diciembre último 44.443.874 guaraníes, en tanto que el segundo se embolsó ¡nada menos que 105.238.537!, aguinaldo incluido, gracias a que a sus salarios, ya de por sí considerables, se suman varios rebusques adicionales inventados para mantener gorda a la clientela, que constituyen una verdadera tomadura de pelo a ese pueblo paraguayo sin medicamentos, con techos de escuelas que se caen sobre los niños o con pasajeros y productos del agro que quedan varados en los caminos por falta de pavimentos.
En efecto, la directora ejecutiva del PTI cobra un “auxilio de alimentación”, como si fuera una indigente, y una “gratificación por función”, como si no ganara un sueldo de 19.439.000 guaraníes por ejercerla. Por su parte, el jefe del Departamento Administrativo de la EBY, cuyo sueldo asciende a 26.582.550 guaraníes, recibe un premio por el engendro salarial del “presentismo”, o sea, por cumplir con su deber de asistir a su lugar de trabajo, además de una suma para cubrir sus “gastos de almuerzo” y hasta un insólito subsidio por “el uso” de energía eléctrica. Lo cierto es que ambos funcionarios, que ni siquiera son los de mayor jerarquía dentro de los respectivos organigramas, ganan mensualmente más que el propio presidente de la República, dado que este percibe unos 40 millones de guaraníes mensuales, incluido el gasto de representación.
El hecho de que las descomunales remuneraciones de quienes sirven en las entidades binacionales no provengan del Presupuesto nacional no justifica, en absoluto, que tengan niveles de ingreso propios de países opulentos y no de uno en el que existe tanta miseria como el nuestro. Ofende enterarse de que solo las sumas que reciben los citados funcionarios en concepto de “auxilio de alimentación” y de “presentismo” superan con creces el salario mínimo vigente, que para muchos trabajadores no pasa de ser un sueño anhelado. Por supuesto que los agraciados servidores de las entidades binacionales saben muy bien que sus ingresos son envidiables, tanto que se opusieron en su momento a que los montos fueran publicados porque, según alegaron los sindicalistas, eso pondría en riesgo su seguridad, y no precisamente porque tuvieran vergüenza de su indebido privilegio.
Y bien, es lisa y llanamente inmoral que los directores y los consejeros paraguayos derrochen el dinero público de una manera tan escandalosa, como si no se dieran cuenta de la pobreza en que se debaten tantos compatriotas. Que no nos vengan con el cuento de que sus privilegiados funcionarios son de lo más competentes, y que los cargos que ejercen son de alta responsabilidad. Es bien sabido que, tanto en la EBY como en la Itaipú Binacional, se practica desde siempre un prebendarismo descarado en beneficio de los paniaguados del Presidente de la República y de sus capitostes, sin que la idoneidad importe un bledo. Allí se le encuentra un buen hueco a quien, por algún motivo, deba abandonar otro cargo apetitoso, como el caso del exministro de la Corte Suprema Víctor Núñez; el familiar de un legislador que ponga su voto en venta, como el del hermano del senador Carlos Núñez; o a los parientes de un aliado en una campaña inconstitucional, como el de los dos sobrinos del senador Fernando Lugo. Y el cargo es lo de menos, porque abundan los “comisionados” que prestan servicios en organismos estatales para hacer o no hacer lo mismo que los funcionarios de la casa, pero ganando mucho más que ellos.
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Tampoco cabe admitir lo que suelen alegar los responsables del indignante despilfarro: que las remuneraciones de los funcionarios paraguayos deben ser equivalentes a las de los brasileños y argentinos, dando a entender que está en juego la igualdad. En realidad, lo que nuestros vecinos hicieron fue seducir a los consejeros y directores paraguayos con jugosísimas remuneraciones para ellos y para los funcionarios de todos los niveles administrativos, para hacer la vista gorda al robo descarado de la mitad de la energía hidroeléctrica que nos pertenece. En otras palabras, los siderales ingresos mensuales implican de hecho un soborno encubierto para que los paraguayos beneficiados cierren la boca y se sometan a los designios de nuestros grandes socios.
La cuestión fue y sigue siendo comprar conciencias y someter voluntades a platazo limpio, porque el patriotismo de muchos angurrientos tiene su precio, que está reflejado en las planillas de sueldos de las entidades binacionales. Así, el mencionado Wildo Almirón funge hoy como uno de los más fanáticos impulsores del plan de “rekutu” del presidente Horacio Cartes.
Los ciudadanos y las ciudadanas ya no deben seguir tolerando el obsceno espectáculo que brindan unos avivados de marca mayor, vinculados al poder político, repartiendo salarios del Primer Mundo entre parientes y allegados. Se trata de una bofetada que merece una respuesta firme mediante manifestaciones de repudio público contra los desfachatados que están desvalijando el país.