Itaipú y Yacyretá deben convertirse en una causa nacional

En ocasión de la ceremonia de asunción al mando del nuevo presidente argentino Mauricio Macri, nuestro primer mandatario, Horacio Cartes, tuvo la oportunidad de escuchar la halagüeña propuesta que le hizo su anfitrión con respecto a los proyectos hidroenergéticos esbozados por el Presidente argentino. Estos incluyen el aumento de la potencia de la usina de Yacyretá, la maquinización del brazo Aña Cua, y la usina hidroeléctrica de Corpus. Lamentablemente, en el favorable contexto geopolítico trinacional, en que nuestro país tiene en sus manos la llave que guarda el acceso a la inmensa potencial riqueza del río Paraná al ser propietaria de la mitad de sus aguas, nuestro país ha sufrido una colosal estafa por parte de Brasil e Itaipú y de Argentina y Yacyretá. Tan duro y humillante sometimiento que nuestros corruptos gobernantes siguen consintiendo en las binacionales debe terminar. Itaipú y Yacyretá deben convertirse en una causa nacional, para que el Paraguay reciba los beneficios que en justo derecho le corresponden en ambos emprendimientos hidroeléctricos.

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En ocasión de la ceremonia de asunción al mando del nuevo presidente argentino Mauricio Macri, nuestro primer mandatario, Horacio Cartes, a más del saludo protocolar, tuvo la oportunidad de escuchar la halagüeña propuesta que le hizo su anfitrión con relación a los proyectos hidroenergéticos binacionales que su gobierno tiene intenciones de llevar a cabo con nuestro país. Básicamente, el interesante combo de proyectos hidroeléctricos esbozado por el Presidente de la Nación Argentina se centra en tres proyectos: el aumento de potencia de la usina de Yacyretá con el agregado de tres turbinas más a las veinte ya existentes, la maquinización del Brazo Aña Cua para maximizar la capacidad de generación de la usina, y la largamente postergada construcción de la usina hidroeléctrica de Corpus.

En el siglo por delante, el interés estratégico de Argentina y Brasil, así como el de nuestro país, coincidirán en las represas hidroeléctricas binacionales existentes y en las que pudieran construirse sobre el río Paraná en el futuro, tal como manifiesta ser la plausible intención del presidente Macri. Como nuestros dos vecinos y socios son los que más necesidad de energía eléctrica tienen y tendrán, y dado el tremendo potencial hidroenergético desperdiciado que aún arrastra en sus entrañas el caudaloso río Paraná, ellos tendrán siempre la mira puesta en su máximo aprovechamiento. Pero la geografía ha puesto en manos del Paraguay la llave que guarda el acceso a esa inmensa potencial riqueza. Aunque solo tenga que volver a “poner el agua” –como arguyeron algunos vendepatrias paraguayos en el año 1973–, sin el aporte de ese vital insumo que nos pertenece por mitad, no habría represa ni electricidad en todo el trayecto compartido del río Paraná con nuestro país desde Salto del Guairá hasta Paso de Patria.

Lamentablemente, en tan favorable contexto geopolítico trinacional, nuestro país ha sufrido una colosal estafa por parte de Brasil en Itaipú, y de Argentina en Yacyretá. Todo porque el dictador Alfredo Stroessner, con sus adláteres Enzo Debernardi y Raúl Sapena Pastor, entre otros, antepusieron su codicia personal a su deber de patriotismo, entregando por chauchas y palitos a nuestros taimados socios la mitad de la rica e inagotable mina que en justo derecho correspondía y corresponde al pueblo paraguayo a perpetuidad. Obviamente, a cambio de suculentos sobornos de millones de dólares, que ciertamente le sirvieron al tirano para sostenerse en el poder por 20 años más, y a sus lacayos y descendientes disfrutar hasta nuestros días de la fortuna mal habida.

Mientras tanto, la nación paraguaya se ve obligada a sufrir esa vergonzosa expoliación hasta el presente. Esto, por causa de que los gobernantes que se sucedieron después del dictador no tuvieron el patriotismo de enmendar esa vil entrega de nuestra soberanía energética, repudiando, como corresponde, los inicuos tratados de conformidad con la ley internacional que nos ampara. Hasta hoy prefieren seguir aceptando las colosales coimas que las autoridades brasileñas y argentinas les pasan disimuladas como “ayudas sociales”, a libre disposición de los directores generales paraguayos de las binacionales, que las canalizan al Presidente de la República para la “distribución” correspondiente tal como lo hacía Stroessner en su tiempo.

El gobierno del presidente Cartes debe utilizar sus dos años y medio que le restan en el poder para colocar la solución de la problemática de Yacyretá como su mayor prioridad, especialmente la deuda que le imputan a la EBY, en razón de que con el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner nada se ha avanzado para arreglar el descomunal desbarajuste financiero registrado en la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) durante 20 años de discrecional administración argentina.

Peor aún, en vez de insistir en la revisión del Anexo C del Tratado, asunto central al ordenamiento administrativo de la entidad, los actuales negociadores paraguayos vendepatrias han salido –otra vez– con un parto de los montes, con el protocolo de una supuesta paridad de gestión, cuando ese punto ya está claramente definido en el Tratado y solo debe exigirse ponerlo en práctica sin negociación alguna. Atendiendo al espantoso grado de corrupción de que han hecho gala en los últimos 30 años los gobiernos de Argentina y Paraguay (todavía no se puede calificar por dónde va a ir el de Macri y por dónde termina el de Cartes), la situación de los intereses del Paraguay en las represas adicionales más arriba citadas que podrían construirse en el Paraná es absolutamente incierta. Las mismas conllevan el riesgo de que el Paraguay sea nuevamente estafado, en este caso por el Gobierno argentino.

Efectivamente, Stroessner firmó los dos tratados porque su visión política le permitió percibir que la represa de Itaipú, primero, y la de Yacyretá, después, iban a representar miles de millones de dólares en efectivo, que tanto los ladrones brasileros en su momento como los argentinos después se embucharían creando millonarios en forma ilícita, porque todos los trabajos, contratos y concesiones que se hicieron durante la construcción de estas dos represas tenían sus abultados porcentajes para ser adecuadamente distribuidos entre funcionarios gubernamentales y empresarios.

Las espectaculares coimas que se pueden conseguir si es que se lanzan obras públicas del tamaño que mencionamos representan un grave peligro para los intereses del Paraguay en el río Paraná. Las empresas constructoras internacionales corruptas y corruptoras saben esto y ya sobrefacturan sus servicios en forma adecuada para mantener contentos a aquellos ladrones de cuello blanco que deben decidir las cosas. El peligro es entonces que ante el atractivo de coimas por valores estratosféricos, políticos afines y funcionarios del gobierno de Horacio Cartes comiencen a presionar para que, sin más ni más, accedamos a la construcción de esas represas a pesar de no estar nada claras las cuentas con Argentina.

Tan duro y humillante sometimiento que nuestros corruptos gobernantes siguen consintiendo en las binacionales debe terminar. Y, por lo que se ve hasta ahora, terminará, no por la venal voluntad de los mismos, sino mediante un firme reclamo público de la ciudadanía. Itaipú y Yacyretá deben convertirse en una causa nacional, para que el Paraguay reciba los beneficios que en justo derecho le corresponden en ambos emprendimientos hidroeléctricos.

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