La “línea histórica del Partido Colorado”

¡Qué descarados! A pesar de que los colorados “disidentes” opositores acusan a Horacio Cartes de haberse metido recién en la política con base en su dinero para candidatarse a la Primera Magistratura, le atribuyen, sin embargo, poco menos que ser el único responsable de la pobreza e ignorancia que aquejan al Paraguay desde hace 70 años. Cabe preguntar: y ellos, ¿dónde estuvieron en todos estos años, en que se fabricaron los centenares de miles de pobres, mientras, al mismo tiempo, surgieron los millares de colorados millonarios que pululan en el país. La pobreza en el Paraguay no comenzó el 15 de agosto de 2013, así que mal hacen los colorados “disidentes” en echarle la culpa al presidente Cartes del repudiable hecho de que, en un país con abundantes riquezas naturales, una gran parte de la población sufra de una pobreza indignante. Si de responsabilidades partidarias –no meramente personales– se tratara, en realidad hay que cargarle el fardo al Partido Colorado, que gobierna el país desde 1947. Y varios de sus actuales jefes partidarios multimillonarios llevan una militancia de medio siglo en forma ininterrumpida.

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¡Qué descarados! A pesar de que los colorados “disidentes” opositores acusan a Horacio Cartes de haberse metido recién en la política con base en su dinero para candidatarse a la Primera Magistratura, le atribuyen, sin embargo, poco menos que ser el único responsable de la pobreza e ignorancia que aquejan al Paraguay desde hace 70 años. Cabe preguntar: y ellos, ¿dónde estuvieron en todos estos años en que se fabricaron los centenares de miles de pobres, mientras, al mismo tiempo, surgieron los millares de colorados millonarios que pululan en el país?

La pobreza en el Paraguay no comenzó el 15 de agosto de 2013, así que mal hacen los colorados “disidentes” en echarle la culpa al presidente Cartes del repudiable hecho de que, en un país con abundantes riquezas naturales, una gran parte de la población sufra de una pobreza indignante. Si de responsabilidades partidarias –no meramente personales– se tratara, en realidad hay que cargarle el fardo al Partido Colorado, que gobierna el país desde 1947. Y varios de sus actuales jefes partidarios multimillonarios llevan una militancia de medio siglo en forma ininterrumpida.

En efecto, durante estas largas décadas, una legión de ladrones se sucedieron en los diversos Gobiernos colorados para despojar a la mayoría de los paraguayos de los beneficios de la educación y de la salud públicas, entre tantos otros servicios que, de haber sido atendidos como corresponde, hubieran servido para potenciar su capacidad productiva y, en consecuencia, superar la estrechez económica en que por ignorantes se desenvuelven. Se robó y se sigue robando mucho –la Aduana es un botoncito– porque los políticos poderosos y sus allegados creen que el Estado es un botín del que deben aprovecharse mientras están en el poder.

Se le atribuye a Natalicio González, efímero presidente de la República entre 1948 y 1949, haber dicho al asumir que en adelante no habría un colorado pobre.

En buena medida, todos los contendientes en las disputas del momento tenían razón al calificarse mutuamente de bandidos, hasta que llegó Alfredo Stroessner y cortó el debate, con la reunificación partidaria impuesta por él en 1955. Desde entonces, y sobre todo desde 1959, en que los miembros del Movimiento Popular Colorado (Mopoco) fueron encarcelados, confinados y deportados, justamente por oponerse a las prácticas totalitarias y corruptas, la corrupción se centralizó en el Palacio de López.

El dictador distribuía los negociados entre los capitostes colorados que lo apoyaban y era el supremo árbitro de las disputas que pudieran surgir entre sus secuaces. El contrabando era “el precio de la paz”, y cada uno de los altos jefes militares tenía asignado su rubro, aparte de convertirse en sujetos de la “reforma agraria”, otorgándoseles gratis valiosas tierras.

También se vendía protección a delincuentes internacionales, como el francés Auguste Ricord y los australianos Thomas y Alexander Barton, sin perjuicio de que terminaran desplumados por personajes tan siniestros como Sabino Montanaro, Francisco Brítez Borges, Pastor Coronel o Alejandro Fretes Dávalos, por citar algunos. Quienes manejaban ese Estado mafioso, en el que el facineroso Gustavo Gramont Berres hacía de “embajador itinerante”, no se privaron de ganar una “comisión” por incluir al Paraguay en la triangulación de armas destinadas al régimen sudafricano, que sufría un embargo de las Naciones Unidas. Se robaba donde sea, como en la Comisión Mixta del Azúcar, dirigida por el ministro de Industria y Comercio Delfín Ugarte Centurión, y encargada de fijar el precio al consumidor. Como anécdota vale recordar que uno de sus miembros se indignó porque el ministro llegó a contar en su presencia los veinte millones de guaraníes abonados por los ingenios azucareros para obtener una suba del precio. Ni hablar de Repsa, la precursora de Petropar, corrupta vaca lechera del dictador y sus secuaces, que manejaba a placer los precios de los combustibles para surtir de efectivo a los mandamases.

También se fabricaron grandes millonarios en el Instituto de Previsión Social (IPS), en la Industria Nacional del Cemento (INC), en la Antelco (hoy Copaco), y en decenas de otros organismos manejados por la dictadura, es decir, por los colorados.

Y no hablemos ya de Itaipú y Yacyretá, de donde surgieron los grandes “barones” multimillonarios –todos colorados– que disfrutan de sus fortunas hasta hoy.

Inclusive, la corrupción en los Gobiernos colorados continuó después de la caída de la dictadura en 1989, para decepción de quienes confiábamos en que la democracia serviría, entre otras cosas, para erradicar esa lacra. La novedad fue que ella se descentralizó, llegando hasta las Gobernaciones departamentales y Municipalidades de todo el país. En estas últimas décadas, el ejercicio de la libertad de prensa reveló latrocinios descomunales, como los perpetrados bajo el Gobierno –también colorado– de Luis González Macchi. Sería imposible cuantificar las sumas defraudadas por los colorados delincuentes que desde 1947 se sucedieron en el Gobierno, pero las consecuencias están a la vista, tanto en lo que respecta a las pruebas del enriquecimiento ilícito como a las angustiosas carencias que sufre la población nacional, una pequeña parte de la cual hoy está cerrando calles en Asunción.

Mientras, van surgiendo más millonarios, sin pausa. Allí están los senadores Víctor Bogado, Juan Carlos “Calé” Galaverna y Óscar González Daher, el político Javier Zacarías Irún, el exministro José Alberto “Icho” Planás y el exdirector paraguayo de Itaipú Víctor Bernal, para citar solo a unos pocos desvergonzados, quienes no tienen ningún empacho en vivar al partido “agrarista”, amigo de los pobres campesinos, mientras pasean sus riquezas por el mundo sin ningún recato. No sienten ninguna contradicción entre su fastuoso estilo de vida y el de sus correligionarios ignorantes y hambreados, a quienes en las próximas elecciones buscarán, una vez más, comprarles su voto a cambio de un pancho y una cerveza.

No puede descartarse, entonces, que el presidente Horacio Cartes y Santiago Peña continúen “la línea histórica del partido” que abrazaron hace poco, dándoles el gusto a los “disidentes” que se los reclaman por cuanto micrófono tienen a mano.

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