La ministra de Justicia, Carla Bacigalupo, se autoasignó 5.161.548 guaraníes en concepto de viático para asistir, por motivos particulares, al Festival Mundial de la Cultura “El Arte de Vivir”, realizado en Nueva Delhi (India) en la primera quincena de marzo de este año, y que, basada en otros escandalosos casos parecidos anteriores, la gente ya llamó “meditación de oro”. Se llevó así una suma que, de acuerdo al art. 1º de Ley N° 2597/05, que regula el otorgamiento de viáticos en la administración pública, se otorga para atender los gastos personales que ocasione “el desempeño de una misión oficial de servicios” en lugares alejados del asiento ordinario de trabajo.
Cuando el 12 de abril estalló el escándalo, la ministra afirmó que había devuelto el viático íntegramente el 11 de marzo y que sus gastos de traslado y de estadía habían corrido a cargo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), lo que fue negado por esta entidad. La ministra mintió así más de una vez, al afirmar que restituyó todo el dinero público en la última fecha referida, pues según el Sistema Integrado de Administración de Recursos Humanos (Sinarh), del Ministerio de Hacienda, devolvió solo 2.045.582 guaraníes y lo hizo recién el 12 de abril, cuando su corruptela salió a la luz.
Aparte de que, según el registro oficial, aún no ha repuesto en su totalidad el dinero público que se llevó en forma irregular, parece claro que no iba a devolver ni un centavo si es que la opinión pública no se hubiese enterado por medio de la prensa. Su conducta recuerda la del diputado liberal Carlos Portillo, que en 2014 devolvió un viático solo después de que los medios de comunicación revelaran que no había viajado a Las Vegas (EE.UU.) para tomar supuestamente un curso de gestión financiera y presupuesto público.
La ministra viajó, efectivamente, pero no en carácter oficial, sino como miembro de un movimiento espiritual liderado por el denominado “líder espiritual” Sri Sri Ravi Shankar, que por lo visto no consigue convencer a sus seguidores de que digan siempre la verdad. Carla Bacigalupo mintió también al involucrar al BID en su fechoría. En efecto, el representante de esa entidad, Ing. Eduardo Almeida, afirmó que a ella solo se le había financiado un viaje a España, realizado este mes, para visitar cárceles y estudiar políticas penitenciarias. La ministra debe al citado representante un público pedido de disculpas.
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En realidad, nunca debió haber ejercido ningún cargo en el Poder Ejecutivo, ni siquiera con permiso, dada su condición, en su momento, de jueza penal de garantías en la capital. De esta incompatibilidad solo se dio cuenta meses después de que también los medios de comunicación la hayan ventilado.
Su desempeño como ministra no ha sido así nada honorable. Está visto que no distingue entre el dinero público y el privado, y que miente descaradamente cuando es pillada con las manos en la masa. De esta manera, carece de la necesaria autoridad moral para seguir siendo nada menos que ministra de Justicia.