La nueva postal de Asunción

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En la fecha se inaugura, en Asunción, el complejo edilicio que alojará al centro comercial “Paseo La Galería”. Alegra constatar que un grupo guatemalteco haya confiado en el desarrollo económico del país y en la idoneidad de su capital humano, para construir, primero, y administrar, después, un complejo de tamaña envergadura. Es una demostración de que hay compatriotas capaces de encarar con eficiencia los desafíos que plantea la construcción de amplios y complicados recintos, dotados de tecnología moderna. Al mismo tiempo, quedan todavía como rémora la proverbial ineptitud, indolencia y el escaso interés que pone el sector público en su participación en los grandes proyectos del sector privado que son de provecho para el país. En verdad, podemos estar orgullosos de que el Paraguay sea capaz de atraer inversiones porque cuenta con gente idónea, laboriosa, honesta, como la que intervino en este proyecto.

En la fecha se inaugura, en Asunción, el complejo edilicio que alojará al centro comercial “Paseo La Galería”. Alegra constatar que un grupo guatemalteco haya confiado en el desarrollo económico del país y en la idoneidad de su capital humano, para construir, primero, y administrar, después, un complejo de tamaña envergadura. Es una demostración de que hay compatriotas capaces de encarar con eficiencia los desafíos que plantea la construcción de amplios y complicados recintos, dotados de tecnología moderna.

Al mismo tiempo, quedan todavía como rémora la proverbial ineptitud, indolencia y el escaso interés que pone el sector público en su participación en los grandes proyectos del sector privado que son de provecho para el país.

Las voluminosas torres que se están erigiendo en esa zona de la ciudad tropiezan con el inconveniente principal de la incompetencia del Estado y la Municipalidad para instalar y mantener el sistema de servicios públicos básicos, aquellos sin los cuales estos complejos edilicios no podrían funcionar.

De nuevo, pues, el único, o al menos el principal obstáculo para llevar adelante los grandes proyectos de desarrollo urbano está constituido por la actitud renuente del sector público, siempre lento, indolente, indiferente, mirando hacia el mundo que le rodea, que se agita, que se mueve, piensa, diseña, construye y modifica nuestras condiciones de existencia, como si ese mundo no fuese el suyo, como si no tuviese nada que ver con esa realidad.

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Precisamente, esta nueva zona en desarrollo de nuestra capital, a la que se está denominando “eje corporativo” y que actualmente representa el punto más activo en lo que a edificación en altura se refiere, viene mostrando cómo actúan las empresas estatales de servicios que, lejos de acompañar el dinámico movimiento de las construcciones, a menudo son sus peores factores de ralentización. Baste observar cómo, hace poco y en vísperas de la inauguración del World Trade Center, fueron apresuradamente a abrir las calles y avenidas del sector para instalar ductos, rompiendo reiteradas veces el pavimento debido a errores y torpezas, complicando extraordinariamente el tránsito en una vía de circulación que diariamente soporta el paso de más de sesenta mil vehículos.

De modo que, mientras, a pocos metros de donde los obreros municipales o estatales hacían sus zanjas y pozos, enfrente de ellos otros obreros ya estaban dando los retoques finales a elegantes rascacielos, con instalaciones equiparables a las mejores de su tipo en Sudamérica. Estos avanzaban a velocidad aeronáutica; los otros, a paso de tortuga.

Cuando se ve trabajar al personal del sector público de servicios, queda en evidencia que ni la premura del tiempo ni la calidad de su trabajo les importan mucho. La diferencia de actitud entre los funcionarios y obreros de la empresa estatal y los que trabajan para las empresas privadas radica en que, mientras los edificios son costeados con capital privado, las obras públicas se pagan con dinero del contribuyente, que es un jefe anónimo, es decir, una relación en la que el que trabaja no tiene que rendir cuentas a ningún patrón de carne y hueso.

El “Paseo La Galería”, idea concretada por el inversionista Mario López Estrada, representa una de las mayores inversiones de capital privado realizadas en nuestro país para destinarse a un solo proyecto. El mismo demostró su eficiencia ejecutiva rápidamente, dando una lección de practicidad laboral y de que sí se puede trabajar de esta forma en Paraguay, que disponemos de buen clima de negocios, de profesionales aptos, de organización adecuada, de personal calificado y de mucha gente con interés personal en el progreso del país y de sí mismo.

Solamente con estas virtudes y cualidades ya se logró construir mucho en nuestro país; y se construirá mucho más todavía; se crearán muchos más puestos de trabajo para los obreros, más oportunidades para el perfeccionamiento de los profesionales de la construcción, más negocios para los proveedores, más variedad de espacios para los comerciantes, más sitios de entretenimiento y distracción para la gente, con mayor comodidad y seguridad.

Imaginémonos, los habitantes de este país, por un instante, si nuestro sector público –ministerios, empresas estatales, municipalidades– fuese capaz de acompañar con idéntica dinámica los impulsos creativos de nuestro sector privado, de los inversionistas, de los extranjeros que generan y traen ideas y proyectos como los del señor López Estrada, ¡cuán velozmente avanzaríamos hacia estadios superiores de progreso material y bienestar social!

En este momento, en que la situación parece estar favoreciendo significativamente los negocios económicos de mediano y pequeño porte propios del ámbito urbano, es cuando más oportunos nos llegan estos emprendimientos edilicios como los que se erigen en dos o tres zonas de gran actividad comercial en Asunción.

Estas expresiones materiales, visibles, admirables del crecimiento físico urbanístico, nos conducen a develar las virtudes que están ocultas detrás, como la multiplicación de puestos de trabajo, la capacitación de los obreros y empleados involucrados en los proyectos, la distribución de ingentes beneficios económicos entre docenas de proveedores y profesionales coadyuvantes, la generación de puestos de trabajo permanentes, el gran incremento de las contribuciones al fisco y a las municipalidades, la apertura de nuevas oportunidades en rubros como publicidad, proveedurías alimentarias, transportes, seguros, etc. Con obras como estas, ganan desde las chiperas hasta las más sofisticadas empresas de servicios exclusivos.

Lo único que falta es que los gobernantes comprendan cabalmente estas circunstancias, dejen de mirar la marcha del progreso desde el balcón y bajen a meter sus manos en la obra, aportando todo lo que deben hacer, y que lo hagan no solo porque la ley les obliga, sino que lo hagan más y mejor por su condición de personas con sentimientos patrióticos y sentido de la responsabilidad ante el futuro.

En verdad, podemos estar orgullosos de que el Paraguay sea capaz de atraer inversiones porque cuenta con gente idónea, laboriosa, honesta, como la que intervino en este proyecto. La industria de la construcción, que ha incidido notablemente en el crecimiento económico de los últimos años, está hoy de parabienes y cabe esperar que los profesionales que la integran, en todos los niveles, seguirán capacitándose para poder enfrentar retos aun mayores.

La inauguración del edificio “Paseo La Galería” marca otro hito importante de una nueva postal de Asunción, simbolizando su determinación de avanzar cada día más hacia un futuro mejor.