La parte del león para Argentina

El acuerdo firmado por el presidente Horacio Cartes con su homólogo argentino Mauricio Macri como corolario de la revisión del Anexo C del Tratado, destinado supuestamente a sentar las bases de ordenamiento económico y financiero de la EBY, constituye para nuestro país, otra vez, una rendición política incondicional ante la agresiva diplomacia comercial argentina que, de nuevo, se ha salido con la suya debido a la falta de patriotismo del presidente Cartes y sus adláteres, que como sus antecesores, puede pensarse que no han resistido la tentación de la codicia. En esta ocasión la Argentina no solo se ha reasegurado por al menos diez años más el aprovechamiento del 95 por ciento del total de la electricidad producida en la usina (incluyendo más de la mitad de la energía que le corresponde a nuestro país), sino que aumentará esa cantidad con el agregado de tres turbinas más a la represa y la maquinización del brazo Aña Cua, con lo que paliará en alguna medida la angustia de su actual consumo doméstico. ¿Y qué beneficios ha obtenido el Paraguay? Increíblemente, ninguno. No podrá disponer libremente de su electricidad para vendérsela a terceros países a mejor precio y pagará la mitad de una deuda espuria, entre otras cosas.

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El acuerdo firmado por el presidente Horacio Cartes con su homólogo argentino Mauricio Macri como corolario de la revisión del Anexo C del Tratado, destinado supuestamente a sentar las bases del ordenamiento económico y financiero de la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), constituye para nuestro país, otra vez, una rendición política incondicional ante la agresiva diplomacia comercial argentina que, de nuevo, se ha salido con la suya debido a la falta de patriotismo del presidente Horacio Cartes y sus adláteres, que como sus antecesores, puede pensarse que no han resistido la tentación de la codicia. En esta oportunidad, la Argentina no solo se ha reasegurado por al menos diez años más el aprovechamiento del 95 por ciento del total de la electricidad producida en la usina hidroeléctrica binacional (incluyendo más de la mitad de la energía que le corresponde a nuestro país), sino que aumentará esa cantidad con el agregado de tres turbinas más a la represa y la maquinización del brazo Aña Cua, con lo que paliará en alguna medida la angustia de su actual consumo doméstico.

¿Y qué beneficios ha obtenido el Paraguay? Increíblemente, ninguno. Solo perjuicios. No podrá disponer libremente de su electricidad para vendérsela a terceros países a mejor precio que la mísera compensación que recibe de Argentina por cedérsela obligatoriamente. Pagará la mitad de una deuda espuria de US$ 4.000 millones sin documentos respaldatorios, arbitrariamente impuesta por el Gobierno de ese país como saldo deudor de la EBY. De haberse aplicado el Tratado, y no la ilegal Nota Reversal de enero de 1992 (NR/2), a la fecha no existiría deuda. Contrariamente a lo logrado en Itaipú, en vez de ser resarcido por territorio inundado por el embalse, Paraguay debe autocompensarse por el perjuicio.

Mientras en la margen derecha del río Paraná los paraguayos y paraguayas rumiamos frustración por la vil entrega de soberanía perpetrada por el Gobierno del presidente Horacio Cartes a cambio de no sabemos qué satisfacción personal, en la otra cantan victoria los “hermanos” argentinos. Y con razón. “Yacyretá aporta más de 15 por ciento de la energía de base global del país, por lo tanto la posibilidad de que se puedan incorporar más turbinas en la presa principal, lo que va a redundar en energía adicional, que tanta falta nos hace a los argentinos, es un hecho trascendente que debemos celebrar”, expresó complacido al respecto el diputado argentino, Alfredo Schiavoni, hermano del director de la EBY, Humberto Schiavoni.

Con tan negativo saldo a favor de nuestro país en tan crucial negociación como ha sido la que por tres largos años sostuvo el Gobierno y su equipo negociador con sus pares argentinos, todo hace suponer que desde un principio, en una remota alcoba de su cerebro, el presidente Horacio Cartes, tuvo como idea fija transar con el Gobierno argentino a costa del interés nacional, convalidando la discrecional y corrupta administración en la EBY, desde la nefasta NR/92 convenido por el presidente Andrés Rodríguez con el de Raúl Alfonsín, rechazado por el Senado paraguayo y, por tanto, ilegal, hasta el presente, incluido el fallido Preacuerdo Técnico propiciado por los expresidentes Nicanor Duarte Frutos y Néstor Kirchner en 2006.

Al igual que el dictador Alfredo Stroessner y sus lacayos, Horacio Cartes y los suyos tuvieron que tener motivos personales muy convincentes para aceptar íntegramente la ecuación de arreglo propuesta por el Gobierno argentino, claramente atentatoria contra los intereses de nuestro país, tanto en términos de los beneficios que en justicia allí nos corresponden, como en cuanto a los perjuicios que colateralmente sufrirá a causa del leonino acuerdo.

Esta entrega de nuestros intereses a la Argentina consumada por el presidente Horacio Cartes en mucho se asemeja a lo hecho por el presidente Juan Carlos Wasmosy en 1996 con el Gobierno del Brasil. Por el mismo, Wasmosy convalidó los abusos financieros perpetrados por Eletrobras y agencias financieras brasileñas en perjuicio de Itaipú, incluyendo también una “deuda espuria” de US$ 4.100 millones, lo que causó que el pasivo del ente binacional trepara exponencialmente hasta el punto de que recién en el 2023 Paraguay terminará de pagar la mitad que le corresponde. De no haber sido por esta vil entrega, el Paraguay hubiera tenido saldada su deuda en la binacional en el 2008, según el estudio hecho por el respetado economista norteamericano de fama mundial, Jeffrey Sachs.

Grande es la decepción del pueblo paraguayo con la traición a sus intereses consumada por el presidente Cartes. Más que nada, porque tenía a su favor todas las ventajas geopolíticas como socio indispensable para negociar de igual a igual con su par argentino. Adicionalmente, contaba con un factor coyuntural estratégico a favor: la crítica necesidad argentina de disponer de más electricidad para consumo interno, como lo reconoce el diputado Schiavoni. Sin embargo, nuestro presidente careció una vez más de talento de estadista para utilizar las favorables ventajas que tenía a su favor para vencer la renuencia argentina a reconocer los derechos del Paraguay en la EBY.

Si con tan valiosos factores de negociación a favor para el logro de un justo y mutuamente conveniente acuerdo, en el final traicionó la dignidad de la nación con una humillante entrega de un vital interés nacional, el presidente Cartes y sus negociadores tuvieron que necesariamente sopesar nacionalismo versus conveniencia personal. Otra explicación no cabe. Tampoco cabe admitir que hayan tenido la ingenuidad diplomática de caer en el fatalismo entreguista de los legionarios de antaño que sostenían la convicción de que, como país pequeño, el destino del Paraguay estaría siempre bajo control de Argentina y Brasil.

Ante tan vil entrega, una vez más, de los intereses nacionales consumada, en esta ocasión por el antipatriótico gobierno del presidente Horacio Cartes, los paraguayos y las paraguayas deben movilizarse y exigir al Senado de la República que rechace la insolente intención argentina de seguir convirtiéndonos en cómplices para violar nuestra soberanía energética en la EBY.

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