Lago Ypacaraí, en el olvido

“Medio siglo de inacción” podría llamarse tranquilamente un libro que se escribiera ahora sobre la historia reciente del lago Ypacaraí. En esta época del año las aguas de este valioso recurso hídrico están claras, el viento sur limpia su superficie y los turistas que llegan a San Bernardino o Areguá disfrutan del magnífico espectáculo del agua rodeada de hermosas colinas y coloridas poblaciones. En efecto, los problemas que hoy se discuten, en los mismos términos, son similares a los de cincuenta años atrás, por lo menos, sin que se haya avanzado un ápice en el mejoramiento de las aguas del lago, no digamos ya en su recuperación. Pero llegarán noviembre, diciembre y enero, las condiciones climáticas actuales desaparecerán y el intenso calor comenzará a pudrir nuevamente esas mismas aguas, dando lugar a la aparición de algas repugnantes y, junto con ello, se escucharán las acusaciones cruzadas entre las autoridades locales, regionales y nacionales de que nadie hizo nada y el lago, una vez más, estará prohibido para uso recreativo.

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“Medio siglo de inacción” podría llamarse tranquilamente un libro que se escribiera ahora sobre la historia reciente del lago Ypacaraí. En esta época del año las aguas de este valioso recurso hídrico están claras, el viento sur limpia su superficie y los turistas que llegan a San Bernardino o Areguá disfrutan del magnífico espectáculo del agua rodeada de hermosas colinas y coloridas poblaciones.

En efecto, los problemas que hoy se discuten, en los mismos términos, son similares a los de cincuenta años atrás, por lo menos, sin que se haya avanzado un ápice en el mejoramiento de las aguas del lago, no digamos ya en su recuperación.

Pero llegarán noviembre, diciembre y enero, las condiciones climáticas actuales desaparecerán y el intenso calor comenzará a pudrir nuevamente esas mismas aguas, dando lugar a la aparición de algas repugnantes y, junto con ello, se escucharán las acusaciones cruzadas entre las autoridades locales, regionales y nacionales de que nadie hizo nada y el lago, una vez más, estará prohibido para uso recreativo.

La prueba palpable de la indiferencia e inoperancia de las autoridades está dada en que, desde el verano pasado, no se ha escuchado absolutamente nada acerca de que se estuviera trabajando por el mejoramiento de las condiciones del lago. Los plagueos llegarán nuevamente con la aparición de los primeros turistas veraniegos, que no podrán ingresar a las aguas porque así lo prohibirá el Ministerio de Salud Pública, vedando este importante recurso turístico al usufructo público.

A este respecto, el intendente de San Bernardino, Luis Aguilar (PLRA), afirmó que no existe el más mínimo interés por parte del Gobierno para solucionar la problemática, que, a propósito, ha demandado hasta la fecha el pago de enormes sumas de dinero público en concepto de consultorías y otros estudios que invariablemente concluyen en que el deterioro del lago va en aumento. Como una muestra del desinterés y el incumplimiento de promesas por parte del Gobierno central, el citado jefe comunal mencionó que el sistema de alcantarillado sanitario prometido a todos los municipios que conforman la cuenca, y que fue anunciado con bombos y platillos por el presidente Horacio Cartes en 2014, prácticamente ha quedado en “agua de borrajas”. Y conste que, junto con los vertidos de desechos y efluentes industriales, los residuos cloacales constituyen uno de los problemas más graves de contaminación de las aguas del lago.

Como señalamos, este valioso recurso natural presenta actualmente un aspecto limpio y hasta cierta transparencia, debido a la acción de la naturaleza antes que a la preocupación de las autoridades. Al respecto, Luis Leguizamón, titular de la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa) del Ministerio de Salud Pública, explicó que la disminución de las cianobacterias ha sido consecuencia de las bajas temperaturas de las últimas semanas, que estuvieron por debajo de los 20 ºC, además de la depuración natural de las aguas del lago con las lluvias caídas.

De acuerdo con el informe de Digesa, la toma de muestra realizada en las playas de Ypacaraí, San Bernardino y Areguá, en diciembre de 2015, dio como resultado la presencia de 116.121 cél/ml (células por microlitros) de cianobacterias. En cuanto al análisis bacteriológico, los resultados en materia de coliformes fecales registraron valores muy elevados, 1.812 UFC/100 cc (unidades formadoras de colonias), debido principalmente a las descargas cloacales y desechos orgánicos producidos en tierra firme que finalmente, por las escorrentías, van y desembocan en las playas del lago, acrecentándose de esta manera la contaminación.

Uno de los aspectos críticos de esta polución refiere precisamente a la saturación de las aguas del lago y tiene que ver con las toneladas de tripolifosfato contenidas principalmente en productos de limpieza de hogares, que le llegan a través de las innumerables cañerías conectadas directamente a los cursos de los arroyos afluentes.

La “enfermedad” que padece en la actualidad el lago Ypacaraí seguirá su curso de deterioro mientras los responsables de enfrentarla le den la espalda a este valioso patrimonio natural del país.

Ahora las autoridades locales de San Bernardino se quejan de la indiferencia de las nacionales, por lo que cabe preguntar qué estuvieron haciendo ellas mismas desde el último verano en favor de la recuperación del lago. ¿Y los pobladores de las localidades aledañas? ¿No les conmueve que su lago presente cada verano un aspecto apestoso y nauseabundo, por lo que se mantienen en la más absoluta indiferencia?

Salvar el lago Ypacaraí debe ser una causa nacional que movilice a los ciudadanos y a las ciudadanas en todas las épocas del año, y no solamente cuando se acerca el verano y las aguas verdes de cianobacterias ya les lleguen al cuello.

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