Los arroyos de Asunción en terapia intensiva

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Las últimas lluvias mostraron con toda crudeza las pésimas condiciones en que se encuentran los cursos hídricos capitalinos. Probablemente la administración de Mario Ferreiro –heredero de las torpezas dejadas por su antecesor– ya se habrá percatado de que el problema de los arroyos no se debe solamente a la basura, efluentes cloacales y desechos industriales que salvajemente son vertidos en sus lechos, sino que las nuevas autoridades deberán lidiar también con la anterior ineficiencia y total ausencia de aplicación de las ordenanzas municipales, como también con la falta de conciencia ciudadana para coadyuvar al mejoramiento de las condiciones de los cursos hídricos.

Las últimas lluvias mostraron con toda crudeza las pésimas condiciones en que se encuentran los cursos hídricos capitalinos. Probablemente, la administración de Mario Ferreiro –heredero de tantas torpezas dejadas por Arnaldo Samaniego y su comitiva– ya se ha percatado de que el problema de los arroyos de Asunción no se debe solamente a la basura, efluentes cloacales y desechos industriales que salvajemente son vertidos en sus lechos, sino que las nuevas autoridades deberán lidiar con la absoluta anterior ineficiencia y total ausencia de aplicación de las ordenanzas municipales, como también con la falta de conciencia ciudadana para coadyuvar al mejoramiento de las condiciones ambientales de los cursos hídricos.

Los intendentes y concejales que han ocupado los sillones en la Municipalidad de Asunción, erróneamente han seguido el mismo libreto en el supuesto intento de liberar los arroyos del estado en que se encuentran. Tanto Martín Burt como Evanhy de Gallegos encabezaron publicitadas cuadrillas de obreros municipales, y con bombos y platillos bajaron a los arroyos con la proclamada intención de limpiar los repugnantes cauces. Arnaldo Samaniego, en 2013, haciendo alarde de que “Asunción es la capital verde de Iberoamérica”, anunció una manera mágica de borrar de un plumazo la contaminación de los cauces. Por supuesto, todo lo mencionado no buscaba otra cosa que impacto publicitario.

Ninguno de los intendentes anteriores logró limpiar los arroyos, sino, por el contrario, dejaron correr por sus pestilentes aguas la plata de los contribuyentes. En este sentido, Arnaldo Samaniego fue duramente cuestionado por el concejal Elvio Segovia, del Partido Democrático Progresista (PDP), respecto a unos 15.000 millones de guaraníes cobrados a la ciudadanía en concepto de limpieza de arroyos, de los que al parecer no se rindió debida cuenta.

Las nuevas autoridades municipales que asumirán próximamente deberán marcar diferencias respecto a las anteriores, en el sentido de que la Comuna asuncena no sea una fábrica de ordenanzas, sino que se dedique a controlar el cumplimiento de las existentes, aplicando estrictamente sanciones a los transgresores. Precisamente, porque nunca existió un control sostenido de la aplicación de las normativas municipales, las condiciones ambientales de todos los arroyos de Asunción están en terapia intensiva.

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Liberar los arroyos capitalinos de la situación mugrienta en la que hoy se encuentran debe incluir también la inversión ciudadana en temáticas de educación ambiental. El ciudadano debe conocer sus derechos y obligaciones ambientales, y esto le debe llevar a amar su patrimonio ecológico. Crear una cultura de respeto a la naturaleza, y de manera más directa, respecto a superar los diferentes deterioros de la ciudad de Asunción, conducirá a una inmediata preocupación por los que antaño fueron hermosos arroyos que inspiraron valiosas piezas de nuestro folclore, al tiempo de recuperar patrimonios naturales tan valiosos tanto para el entorno natural como para la propia salud de la gente.

El nuevo intendente Mario Ferreiro y los miembros de la Junta Municipal deben encarar esta realidad, a fin de que un nuevo rostro de Asunción se refleje desde las aguas de sus arroyos.