Marito continúa rifando los cargos públicos

Con el nombramiento del impresentable Julio César Velázquez como miembro titular del Consejo de Administración del IPS, el presidente Mario Abdo Benítez ha vuelto a demostrar, por si aún hacía falta, que prefiere devolver favores políticos antes que buscar el bien común. Así se desprende de declaraciones del vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, y del titular del Senado, Silvio Ovelar. Este último dijo que “la designación, lógicamente, obedece a un compromiso electoral que habrá tenido el entonces candidato a presidente Mario Abdo Benítez”. El nuevo consejero fue quien dirigió aquella sesión “mau” del Senado que aprobó el escandaloso proyecto de ley que apuntaba a la reelección del anterior presidente, Horacio Cartes, mediante una simple enmienda inconstitucional. Por de pronto, los paraguayos y las paraguayas en general y los asegurados y las aseguradas del IPS en particular ya tienen buenos motivos para inquietarse ante los antecedentes del consejero de marras, tanto en materia de motivaciones económicas como de actitudes político-partidarias. Se trata de un acérrimo defensor de la coloradización del Estado. Pero la culpa no la tiene el chancho, sino quien le da de comer: el jefe del Poder Ejecutivo.

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Con el nombramiento del impresentable Julio César Velázquez como miembro titular del Consejo de Administración del IPS, el presidente de la República, Mario “Marito” Abdo Benítez, ha vuelto a demostrar, por si aún hacía falta, que prefiere devolver favores políticos antes que buscar el bien común.

El vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, lo dijo así: “Él tiene las condiciones intelectuales para ocupar ese cargo, porque es médico, fue ministro de Salud, tiene mucha experiencia en el ámbito de la salud, y el valor agregado es que nos había acompañado en las internas, no en las generales”. Debe entenderse, desde luego, que lo determinante aquí fue “el valor agregado”, es decir, el hecho de que el retribuido a costa de los asegurados y aseguradas del IPS haya pasado a tiempo de las carpas del “cartismo” al coloradismo “añetete”.

Es increíble que en estos tiempos, a casi 30 años de la caída de la dictadura de Alfredo Stroessner, nuestros políticos continúen considerando la cosa pública como propiedad, no digamos ya de un partido, sino de un movimiento interno.

Si el oportunismo habitual implica ser muy inteligente, debe admitirse que Julio César Velázquez es un verdadero talento. En cuanto a su condición de médico, se recuerda que el agente fiscal Martín Cabrera solicitó en 2017 su legajo al Ministerio, para corroborar la autenticidad de su título académico, que habría obtenido en la Argentina. Ese mismo año, la Contraloría General de la República lo denunció ante el Ministerio Público por la comisión de delitos contra el patrimonio estatal durante su gestión en el Gobierno de Nicanor Duarte Frutos.

El senador colorado y titular del Congreso, Silvio Ovelar, fue aún más claro: “La designación, lógicamente, obedece a un compromiso electoral que habrá tenido el entonces candidato a presidente Mario Abdo Benítez”. Es decir, el flamante consejero no fue nombrado por ser una persona capaz, honesta y eficiente, sino porque el actual jefe del Poder Ejecutivo prometió recompensarlo por el apoyo brindado. Ocurre que, según el mismo legislador, “Marito es un hombre de palabra” y, entonces, quiso que este año Velázquez gane 28 millones de guaraníes mensuales en concepto de dieta, gastos de representación y bonificación. El historial del personaje y de la institución en donde prestará servicios permite suponer que a esa paga, que no saldrá precisamente del bolsillo del agradecido Jefe de Estado, podrían sumarse ingresos de fuentes inconfesables, ligadas al cargo.

En este contexto, el senador Ovelar no pudo omitir referirse a aquel bochornoso golpe del 28 de marzo de 2017, cuando su por entonces colega Velázquez usurpó la presidencia del Senado para dirigir una sesión “mau”, irregular, realizada en una sala ocupada por el Frente Guasu, fuera del recinto de sesiones, que aprobó el escandaloso proyecto de ley que apuntaba a la reelección de Horacio Cartes, mediante una simple enmienda constitucional. Por tal motivo, fue denunciado ante el Ministerio Público por varios senadores, entre ellos el entonces senador Mario Abdo Benítez, razón por la cual, en su Plan Estratégico de Desarrollo Nacional, presentado antes de los últimos comicios generales, se pudo leer que “en la coyuntura política reciente, fue un firme defensor de la institucionalidad democrática y la vigencia plena de la Constitución”. Es evidente que los tiempos han cambiado y que en la “coyuntura política” que vivimos ahora aparece como un “firme defensor” del prebendarismo puro y duro. ¡Nombró para ocupar un importante cargo público a quien él mismo denunció hace un año y medio por la comisión de un delito! ¿Se atreverá ahora a sostener que designó a una persona honorable para que defienda los intereses de los asegurados y aseguradas del IPS? El zigzagueante rumbo que sigue le va restando credibilidad al Jefe de Estado. Su manifiesta incoherencia corre pareja con la de su hoy protegido, un personaje que empezó criticando con rudeza al anterior gobernante, aludiendo incluso a su afición al alcohol, para luego facilitarle el camino que conducía a violar la Carta Magna.

Preguntado el senador Ovelar si el sinuoso politiquero Velázquez habría tenido un incentivo económico para presidir aquella grotesca sesión, respondió que, cuando se menciona a Horacio Cartes, “lógicamente” se habla de esa posibilidad, pues este tiene un “enorme poder financiero-económico”. O sea que el actual consejero del IPS es sensible a las buenas ofertas para apoyar una u otra causa. “No sé qué pago recibió, pero de que vendió su posición, vendió”, afirmó también por aquellos días el senador colorado Juan Carlos Galaverna, en alusión a Velázquez. El Presidente de la República debe estar atento, porque este camandulero puede dejarle en banda si recibe una mejor propuesta en el futuro.

Por de pronto, los paraguayos y las paraguayas en general y los asegurados y aseguradas del IPS en particular ya tienen buenos motivos para inquietarse ante los antecedentes del consejero de marras, tanto en materia de motivaciones económicas como de actitudes político-partidarias. Se trata de un acérrimo defensor de la coloradización del Estado, al punto de que cuando todavía era “anticartista” escribió: “Se confirma la designación de un nuevo ministro liberal (Santiago Peña) en el gabinete del traidor colorado Horacio Cartes. Esto representa una ofensa más a todos los que hemos luchado por el regreso del coloradismo al Gobierno, pero, como se dice, no regresamos al poder. Viva el glorioso Partido Colorado”.

Pero la culpa no la tiene el chancho, sino quien le da de comer: el jefe del Poder Ejecutivo, que en su citado Plan Estratégico Nacional llamó a “la reconciliación y la unidad de todos los paraguayos”, para terminar nombrando a un sectario hasta más no poder, cuyas inmoralidades e ilicitudes lo inhabilitan para ocupar cualquier cargo público en un Gobierno que pretenda dejar un país mejor que el recibido el 15 de agosto de 2018. Los asegurados y aseguradas del IPS deben mantener los ojos abiertos sobre este repudiable politicastro, para que no termine por coloradizar aún más este descalabrado ente.

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