Messer

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Una inadmisible demora de la que la responsable final es la Corte Suprema de Justicia permitió la fuga de Darío Messer, requerido por la justicia brasileña por graves delitos. Siendo de pública notoriedad la obsecuencia de la máxima autoridad judicial y los estrechos vínculos que existen entre el presidente Horacio Cartes y su socio en al menos cinco empresas, no cabe duda de que la dilación fue deliberada para beneficiar al presunto malhechor. No se ha secundado con la celeridad debida a la Justicia brasileña, cuyo magistrado Marcelo Da Costa Bretas señaló en su resolución que “Darío Messer, pese a estar respondiendo a un proceso criminal, no parece haber cesado sus actividades, lo que torna su supuesta conducta aún más grave”.

Tras haber convalidado su ilegítima candidatura como senador, la Corte Suprema de Justicia volvió a hacer un gran favor al presidente de la República al demorar la detención de su “hermano del alma” Darío Messer, solicitada a las 14:30 del jueves 3, con carácter “urgente”, por el agente fiscal de Asuntos Internacionales, Manuel Doldán, tras haber sido informado una hora antes por la filial paraguaya de Interpol de que en el Brasil se había librado una orden de captura contra dicho empresario y cambista, domiciliado en el Paraná Country Club, de Hernandarias.

El servicial organismo prestó su “ayuda” a través de la Oficina de Atención Permanente, que dispuso que el nombre del juez que emita el mandamiento respectivo sea sorteado, como si el caso no fuera urgente y la responsable de la oficina, la jueza Penal de Garantías de turno, María Griselda Caballero, no tuviera la facultad de impartirlo. En la mañana del viernes 4 el sorteado –Miguel Tadeo Fernández– libró por fin la orden requerida por los delitos de organización criminal, corrupción activa y pasiva y evasión de divisas, no sin antes señalar que bien podría haberlo hecho “cualquier juez”. Es evidente que la demora referida apuntó a ganar tiempo para que el afectado se oculte, que es lo que estuvo haciendo hasta al menos cuarenta y ocho horas después de que el agente fiscal haya pedido su captura: en su lujosa vivienda, allanada en la mañana de ayer por una comitiva fiscal-policial, solo se hallaron “evidencias”.

Siendo de pública notoriedad la obsecuencia de la máxima autoridad judicial y los estrechos vínculos que existen entre Horacio Cartes y su socio en al menos cinco empresas, no cabe duda de que la dilación fue deliberada para beneficiar al presunto malhechor. Es que “amigos son los amigos”, como dijo el canciller Eladio Loizaga al ser preguntado en relación con la orden de captura internacional. Bien se sabe que hay que estar con ellos en las buenas y en las malas y auxiliarlos cuando sea menester, tal como lo hizo la familia Messer con el actual jefe del Poder Ejecutivo cuando en la década de 1980 tuvo que refugiarse en el país vecino porque habría evadido divisas.

En 2014 el “cambista de cambistas”, así llamado por el Ministerio Público brasileño, se radicó en nuestro país, en 2015 acompañó a su “hermano del alma” en una visita oficial a Israel, fue naturalizado por la Corte Suprema de Justicia e intervino con los Zacarías Irún en los negociados para que en Ciudad del Este se instale el hotel-casino Hard Rock. Empero, no habría abandonado su condición de jefe de la banda que enviaba al exterior el producto de los cuantiosos sobornos recibidos por el exgobernador de Río de Janeiro Sergio Cabral, hoy entre rejas. En suma, habría seguido delinquiendo desde el Paraguay, quedándose con el 60% de las ganancias, según el agente fiscal brasileño Stanley Valeriano da Silva.

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El Presidente de la República ¿ignoraba por completo las prolongadas actividades delictivas que se le atribuyen a su “hermano del alma”, que entre 2009 y 2017 habría manejado unos 24 millones de dólares? ¿Se podría atribuir a una simple coincidencia que haya trasladado su base de operaciones al Paraguay al año siguiente de que Horacio Cartes llegara al Palacio de López? ¿No se interesó la Fiscalía General del Estado en los hallazgos de la Operación Lava Jato, en la que apareció implicada la empresa transnacional Odebrecht, de la que Messer recibía dinero para entregarlo a Cabral, simplemente porque no tenía ganas? En todo caso, resulta imposible negar que la imagen internacional del país ha quedado severamente afectada por el hecho de que el dilectísimo amigo del Presidente de la República habría proseguido sus sucios “negocios” desde dentro de nuestras fronteras. Se creía muy seguro, ya que el tráfico ilícito de divisas desde Ciudad del Este se practica con toda impunidad. ¿Por qué iba a temer precisamente él que las autoridades nacionales interfieran en sus tan lucrativas operaciones, siendo de conocimiento público que su trato con el jefe de Estado era muy cercano? Se sentía como en su casa, codeándose con personajes de las altas esferas, mientras continuaba al frente de una asociación ilícita.

Lo acontecido en el Palacio de Justicia confirma que Messer tenía muy buenos motivos para creer que podía contar con la protección gubernativa. El pedido de Interpol tenía “código rojo”, es decir, implicaba el mayor nivel de alerta, y el del agente fiscal advertía que era “urgente”, pero la antes citada Oficina de Atención Permanente dio a la cuestión un trámite rutinario, dándole así al “hermano del alma” la magnífica ocasión de fugarse. Se podrá decir que ya habría tenido noticias del requerimiento de la organización internacional de policía, incluso antes de que el agente fiscal solicitara su detención, pero lo cierto es que fue en sede judicial donde se incurrió en una demora inadmisible, que naturalmente fue bien aprovechada por el encausado. La responsabilidad final la tiene la Corte Suprema de Justicia, que ha venido haciendo todo lo posible para reforzar la impresión de que le daría el gusto al jefe del Poder Ejecutivo, aunque este no se lo pidiera.

No se ha secundado con la celeridad debida a la Justicia brasileña, cuyo magistrado Marcelo Da Costa Bretas señaló en su resolución que “Darío Messer, pese a estar respondiendo a un proceso criminal, no parece haber cesado sus actividades, lo que torna su supuesta conducta aún más grave”.

Cabe insistir en que siguió delinquiendo desde nuestro país, según el Ministerio Público del Brasil, cuya apreciación recogió un magistrado. Si pudo hacerlo es porque se sentía bien amparado. Hizo del Paraguay su aguantadero y logró que se le facilitara el escape, porque en “el nuevo rumbo” que está concluyendo no solo pesa el dinero sucio. Es de esperar que Horacio Cartes no termine su Gobierno sosteniendo que el prestigio del país se elevó por los cielos gracias a su magnífica gestión y a sus excelentes contactos internacionales.