Messer, la piedra en el zapato

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La presencia en el Paraguay de fugitivos internacionales como Darío Messer, el “amigo del alma” del expresidente Horacio Cartes, contribuye a que nuestro país continúe ocupando pésimos lugares en los ranking internacionales sobre diversos delitos, en este caso de países que ofrecen facilidades para el lavado de dinero. Siendo que el nuestro fue el último lugar donde estuvo residiendo tan auspiciosamente, todo hace suponer que no ha de haber en el mundo otro sitio donde esté mejor protegido, al punto que el ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, está casi seguro de que está aún en nuestro territorio. Para el próximo mes de abril se anuncia la presencia de la organización Gafilat para iniciar el proceso de evaluación de nuestro país sobre el lavado de dinero. En este sentido, puede considerarse la situación de Darío Messer, dada su trascendencia, como la “piedra en el zapato” de nuestro país para mejorar o no su imagen ante los calificadores. Las autoridades paraguayas deben poner el máximo empeño en presentar al fugitivo ante la Justicia, para lavar la cara de nuestro país como amparo y reparo de delincuentes internacionales.

Desde los años 80, el brasileño Darío Messer se dedicó a proseguir con el negocio de su padre, Mordko Messer, cambista de divisas (“doleiro”), en el cual ganó posición y nombradía. Desde mayo del año pasado, Messer, involucrado ante la Justicia brasileña por algunos de sus exsocios, es buscado por las autoridades de su país en el marco de las investigaciones referentes al publicitado caso “Lava Jato”, junto con otros 45 sospechosos de lo que se considera el affaire de corrupción más grande del Brasil, por un monto aproximado de 1.652 millones de dólares birlados dentro de un elaborado esquema de lavado de dinero transnacional y ocultación de divisas.

Darío Messer desembarcó en el Paraguay después de pasar por Uruguay; aquí se estableció bajo el amparo del anterior presidente de la República, Horacio Cartes, consiguió nacionalidad paraguaya y prosiguió con sus negocios. Durante su época de fugitivo de la Justicia, Cartes entabló estrecha relación con la familia Messer, a tal punto que se refirió públicamente a él como “mi hermano del alma”. El origen de esta intimidad viene de la época en que Cartes se dedicaba al negocio del cambio de divisas en la frontera y fue ayudado financieramente por el hoy fallecido Mordko para su reincorporación exitosa a esa actividad comercial.

Horacio Cartes reconoció su gratitud al padre y al hijo en varias ocasiones. El expresidente inclusive incluyó a Darío en delegaciones oficiales y en una de ellas le acompañó en su visita a Israel.

Siendo Darío Messer uno de los principales sospechosos del caso brasileño “Lava Jato” y sabiéndose que el último lugar donde estuvo residiendo tan auspiciosamente fue el Paraguay, todo hace suponer que no ha de haber en el mundo otro sitio donde esté mejor protegido. ¿A dónde podría huir, entonces, para hallar lugar más apropiado donde la Interpol no pueda dar con él?

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Se trata, pues, de otro de los tantos pájaros de cuenta que hallaron refugio en nuestro país. No es de extrañar, por eso, que el ministro del Interior, Juan E. Villamayor, afirmara estar casi seguro de que Messer se encuentra en nuestro territorio, bien protegido y mejor escondido, volviendo supuestamente infructuosas las pesquisas que se están haciendo para hallarlo, hasta este momento. Lo concreto es que no se lo encuentra y, naturalmente, considerando que el territorio paraguayo es pequeño y relativamente poco poblado, es para dudar de que se lo esté buscando con verdadero interés y eficiencia policial. “Aquí nos conocemos todos”, suele decirse, pero, llamativamente, nadie sabe dónde está ahora el fugitivo personaje. El 30 de octubre pasado se conformó, inclusive, una comisión bicameral denominada “de investigación sobre lavado de dinero y delitos conexos, atribuidos al señor Darío Messer y asociados”.

La presencia en el Paraguay de esta clase de personajes, que amasaron fortunas con base en actividades delictivas, contribuye a que nuestro país continúe figurando en pésimos lugares en los ranking internacionales sobre diversos delitos. Así, el Instituto de Gobernanza de Basilea, Suiza, una organización multidisciplinaria no gubernamental e independiente especializada en prevención de la corrupción y el lavado de dinero, ha venido ubicando al Paraguay en pésimos lugares de su ranking de países que ofrecen facilidades para el lavado de dinero, y en su informe conocido a mediados del año pasado ocupó el puesto 16º, entre 146 países. Le preceden en este deshonroso cuadro solamente algunos estados corruptos, especialmente del África.

En el próximo mes de abril, el Grupo de Acción Financiera de Latinoamérica (Gafilat) iniciará el proceso de evaluación del Paraguay. Se trata de una organización intergubernamental creada en 1989, que fija estándares legales, regulatorios y operativos para combatir el lavado de activos, el financiamiento del terrorismo y la proliferación de armas de destrucción masiva, del que el Paraguay es miembro. En este sentido, puede considerarse la situación de Darío Messer, dada su trascendencia, como la “piedra en el zapato” de nuestro país para mejorar o no su imagen ante los calificadores.

La titular de Seprelad, María Epifanía González, advirtió que podríamos ser incluidos en una “lista gris” de la citada organización internacional, es decir, entre Estados no cooperantes en la lucha contra estos delitos, lo que nos dará, una vez más, mala reputación internacional y supondrá consecuencias negativas para nuestro país. Es decir, figuraremos nuevamente en una lista de divulgación mundial que no nos va a favorecer en nada, sino todo lo contrario.

Por todo esto y más, este proceso de localización y aprehensión de Darío Messer y la sanción de sus cómplices y encubridores no es una cuestión secundaria, y nuestras autoridades deben poner el máximo empeño en presentarlo ante la Justicia, para lavar la cara de nuestro país como amparo y reparo de delincuentes internacionales.