Metrobús vs. Metrorail

El proyecto Metrobús, concebido por el Gobierno de Fernando Lugo como la panacea para aliviar la crítica carencia de transporte público desde un sector del Área Metropolitana hasta el centro de la Capital, ha resultado ser la peor opción de cara a tal propósito. En medio de la febril parafernalia con que el Gobierno de Horacio Cartes está tratando de impulsar este descabellado emprendimiento –en un principio rechazado pero luego aupado diligentemente–, ya van apareciendo todos los obstáculos y perjuicios que hemos venido vaticinando en nuestro diario desde antes de su aprobación, al ver la forma chapucera en que fue concebido el proyecto y a las dudas que no fueron aclaradas y siguen apareciendo. Por varias razones, nuestro diario ha venido insistiendo en que la solución más conveniente para la implantación de un sistema de transporte rápido y eficiente de pasajeros es el metrorail elevado. Es más rápido, más limpio, más confortable, menos contaminante, no tiene semáforos porque no corre por las calles, tiene muy pocas indemnizaciones que pagar, entre otras irrebatibles ventajas. Los ciudadanos y las ciudadanas que se verán afectados por el proyecto deben analizar todas las alternativas que aparecen en torno a este proyecto, y exigir la que más convenga a sus intereses y al país.

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El proyecto Metrobús, concebido por el Gobierno de Fernando Lugo como la panacea para aliviar la crítica carencia de un servicio público de pasajeros que canalice el flujo de usuarios desde el Área Metropolitana hasta el centro de la Capital en condiciones de razonable eficiencia, seguridad y confort, ha resultado ser la peor opción de cara a tal propósito. En medio de la febril parafernalia con que el Gobierno de Horacio Cartes está tratando de impulsar la concreción de este descabellado emprendimiento –en un comienzo rechazado pero luego aupado diligentemente–, ya van apareciendo todos los obstáculos y perjuicios que hemos venido vaticinando en nuestro diario desde antes de su aprobación, al ver la forma chapucera en que fue concebido el proyecto y las dudas que no fueron aclaradas y siguen apareciendo.

Conste que los nubarrones que aparecen en el horizonte de esta atrabiliaria iniciativa gubernamental todavía no ha desatado su furia, sobre la ciudadanía en general y los comerciantes de la avenida Eusebio Ayala en particular, así como sobre los miles de obreros y empleados que vienen en ómnibus desde el interior del país a trabajar en Asunción. La implantación de este descabellado proyecto de transporte público de pasajeros, que es el metrobús, les va a complicar la existencia hasta el límite de la paciencia humana.

Desde un comienzo, cuando empezó a tomar cuerpo esta desatinada iniciativa gubernamental, nuestro diario propuso que, teniendo en cuenta las características urbanísticas de Asunción, iba a ser mucho más conveniente para nuestra capital un sistema de metrorail elevado, como el que tiene la ciudad de Miami, por ejemplo, que no entorpece el tráfico, no tiene semáforos, hay muy poca cosa que indemnizar, causa poca molestia, porque básicamente consiste en columnas y vigas de hormigón armado con rieles encima. Se utilizan componentes prefabricados lejos de su sitio de colocación y que, por tanto, no ocasionan molestias al tránsito normal, ni a los locatarios ubicados a la vera de su traza, que quedan con sus estacionamientos intactos.

La estructura, elevada sobre el nivel de la calle, no tiene más sofisticación técnica que los viaductos actualmente en construcción o ya construidos en algunos sitios de la avenida Ñu Guasu, la Ruta 3 en el tramo Mariano Roque Alonso-Limpio y el viaducto en la intersección de las avenidas Aviadores y Madame Lynch, por citar algunos de los más recientes. La prefabricación de los pilares de apoyo y de las vigas de asiento de los rieles hubiera creado muchos puestos de trabajo por demanda de mano de obra directa para fabricación de las piezas de hormigón armado, así como la provisión de piedra triturada y de cemento pórtland, a su vez generadoras de mano de obra adicional. Obviamente, el material rodante del metrorail sí tiene sofisticación, porque se mueve a electricidad y tiene alto grado de automatización, no como los clásicos buses, lentos y contaminantes, movidos a diésel previstos para el metrobús.

Lo peor de todo es que, a estar por lo afirmado por el viceministro de Obras del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC), ingeniero Juan Manuel Cano Fleitas, se ha procedido a licitar y adjudicar solo el tramo central del mismo, el fácil, porque no existen recursos suficientes para el tramo inicial desde San Lorenzo hasta el portal de entrada de la UNA, y el final desde la calle General Aquino hasta la plazoleta del puerto, los difíciles. Hasta ahora, tampoco el MOPC ha procedido a la desafectación e indemnización del casi un millar de propietarios y otro tanto de comerciantes que van a ser gravemente perjudicados por la construcción de la vía en el tramo en cuestión. Así las cosas, nadie sabe cuánto va a costar finalmente la construcción del tramo de 11,4 kilómetros que ha sido licitado, que no lleva a ninguna parte; tampoco se sabe cuánto costarán los dos tramos que faltan. No hay previsión del tiempo que demandarán los trabajos de construcción ni fecha de la habilitación del servicio en sí. Todo en el aire.

Encima, aunque se complete solo la parte central del sistema vial, el mismo no podrá ser utilizado, pues no llevaría a las terminales previstas hasta que toda la traza esté completa. Ni las autoridades del MOPC –empezando con sus impulsores de la hora prima, el ministro Efraín Alegre y su heraldo, el ingeniero Tomás Rivarola– ni las municipalidades afectadas, ni siquiera el propio Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que prestó el dinero, tienen la más remota idea de tal plazo. Vale decir, todos van a pasar a la historia como verdaderos estafadores morales de la buena fe de centenares de miles de pasajeros, que todos los días deben venir a su trabajo y retornar a sus casas a descansar.

La última cosa que desearía el más ignorante de los ciudadanos es implantar un sistema de transporte que no solo va a congestionar aún más el tráfico capitalino al usurpar parte de la calzada de las avenidas y calles de su itinerario, sino que va a perjudicar económicamente a miles de personas que viven del comercio y están asentadas a lo largo del tramo por donde correrá la vía.

Por las razones que anteceden –habrá otras más–, nuestro diario ha venido insistiendo en que la solución más conveniente para la implantación de un sistema de transporte rápido y eficiente de pasajeros es el metrorail elevado. Es más rápido, más limpio, más confortable, menos contaminante, no tiene semáforos porque no corre por las calles, tiene muy poca indemnización que pagar, si a alguien, entre otras irrebatibles ventajas. No tiene líos con Essap, no tiene líos con ANDE, y se puede calcular el costo y la fecha de terminación. Y lo más importante, cuánto será el costo del pasaje.

Tendría la ventaja adicional de que las municipalidades afectadas por el servicio del metrorail pueden autorizar a los conductores a estacionar sus vehículos a lo largo de su trayecto, desde donde los mismos podrían subirse al sistema y viajar al destino elegido y luego volver al sitio de partida, tomar de vuelta sus vehículos y regresar a sus casas. Ni qué decir de bicicletas. Es necesario, pues, que las autoridades responsables del transporte público de pasajeros entiendan la capacidad y el propósito de cada tipo de solución propuesto para el tránsito, a fin de no cometer burradas, tan perjudiciales, onerosas e inservibles, como la que irracionalmente están impulsando con el metrobús.

Los ciudadanos y las ciudadanas que se verán afectados por el proyecto deben analizar urgentemente y en profundidad todas las alternativas que aparecen en el horizonte a este malhadado proyecto, mirar varias décadas hacia el futuro, y exigir la que más convenga a sus intereses y al país. Para conseguirlo, no hay otra forma sino salir a las calles, para obligar a las autoridades –interesadas en que este absurdo proyecto continúe– a que sus reclamos y propuestas sean escuchadas.

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