Una anécdota se erige en una monumental prueba de la profunda degradación moral que afecta a la política en nuestro país y a la que nos someten las personas que actualmente dicen gobernarnos.
Carlos J. Arce López, un impresentable al que el gobierno de Horacio Cartes lo puso a presidir la empresa del Estado encargada de la administración del agua corriente y del alcantarillado sanitario, ESSAP, realizó una reunión a puertas cerradas con dieciséis funcionarios de su plana mayor, de los más allegados, y, pidiéndoles que “guarden sus celulares” para que la noticia “no salga en el diario”, les anunció triunfalmente que, si bien en lo sucesivo ya no cobrarán las famosas gratificaciones con que los políticos oficialistas compran la voluntad de los funcionarios públicos, no se preocuparan porque el problema se les solucionará.
“Quiero que me prometan que no va a haber absolutamente ningún audio de lo que les voy a decir. Tengo una mala noticia y una buena noticia. La mala noticia es que el Presidente me dijo que no va a haber, definitivamente, gratificación. No hay ninguna posibilidad absolutamente de que haya gratificación. No va a haber gratificación. ¿Okey?”.
Y a continuación dio la “buena noticia”, poniendo de manifiesto una de las tantas tramoyas que se inventan para esquilmar al Estado, diciéndoles: “Pero quiero que atiendan bien lo que les voy a decir: hemos buscado una alternativa... Entonces, le dijimos al Presidente: ¿qué pasaría si nosotros pagamos un subsidio familiar? Otro nombre, mismo resultado. Y tengo que decirles que el ministro López Moreira me dijo que ¡sí, vamos a cobrar!”.
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¿No es esto una asociación ilícita para delinquir, mediante una sucia maniobra a costa del contribuyente?
Hay poco más que comentar acerca de este repudiable episodio, si lo que se pretende es pintar la calaña moral de Arce posando en su despacho con su gente ante el fotógrafo con camisetas y bandas publicitarias de los precandidatos del Partido Colorado, Santi Peña y Luis Gneiting. La imagen y el párrafo transcripto bastan y sobran.
Pero hay algo más: no se trata solamente de esta gavilla de funcionarios deshonestos y sus pequeñas miserias particulares, sino de lo que el desfachatado de su jefe declaró ante ellos: “...Esto es muy confidencial. En realidad, Santi Peña habló con el Presidente de la República, hablamos con él y le propusimos esta situación y esta nomenclatura financiera, la cual no era una gratificación, y esa gestión es la que conlleva al mismo logro con distinto nombre”. De modo que el engaño astutamente concebido por un paraguayo sinvergüenza supuestamente pasa nada menos que por el conocimiento del Presidente de la República y de su jefe de Gabinete Civil, y ambos celebran la fullería y le dan su apoyo verbal. De más está decir que en el entorno sectario de Arce López hubo hurras y vítores. O sea, todos embarcados en la misma tramoya, lo cual solamente puede explicarse si se entiende que estos personajes nombrados, desde el invocado Presidente de la República hasta el funcionario oportunista y hurrero, están exactamente a la misma altura moral.
No en balde este atorrante titular del ente mencionado no quería que se grabara su confesión ni que esta se diera a publicidad.
La ESSAP, que en apariencia es una sociedad anónima, como otras similares, aunque sus acciones pertenecen al Estado y sus directivos son designados de acuerdo a criterios partidarios, alimenta a una multitud de funcionarios y obreros que, como las otras “sociedades anónimas” estatales, suman el doble o el triple de la plantilla que realmente necesitan para funcionar eficientemente.
Actualmente, las quejas y denuncias contra esa empresa están en la prensa diariamente, sea por falta o por pérdida de agua, por causa de bombeos paralizados o de cañería podrida, por desagües cloacales vertiendo su fétido contenido en plena vía pública y por decenas de otros problemas vinculados al agua corriente y alcantarillado sanitario. Solamente en San Lorenzo, hace pocos días, se reclamaba a la vez por falta de agua potable y flujo de aguas servidas en algunas calles.
Entretanto, y sin que nadie en el Gobierno se ruborice, se acaba de publicar que algunos capitostes de esta corrupta e ineficiente empresa, en vez de concurrir a San Lorenzo a solucionar los problemas locales, se fueron a Villa Hayes a “colaborar” con la campaña electoral de candidatos cartistas. Los directivos que acudieron a “visitar” a los políticos del lugar fueron: el gerente comercial, Juan Pablo Morínigo; el jefe de Unidad de Asentamientos, Luis Diarte; el coordinador de la Unidad de Asentamientos, Víctor Ocampos, y el jefe de Unidad de Taller de Medidores, Alexander Katsemberger.
La ciudad elegida no lo fue al azar. Villa Hayes es el feudo de otra gavilla que hace jugosos negocios traficando con su adhesión partidista, empleando recursos públicos en campañas electorales, esta vez al servicio del cartismo. Se trata del conocido “Clan Núñez”, dirigido por Basilio “Bachi” Núñez, uno de los conspicuos contertulios de Cartes, que funge de su “asesor político”.
Y así vamos en este país, a merced de quienes tienen asida la manija del poder o que están colgados de los que la tienen. Una intensa campaña electoral como la que sufrimos actualmente es lo único que saca a estos funcionarios de sus cómodas oficinas; de modo que, los que residen en los barrios donde falta el agua potable y sobra la servida, no les queda más remedio que aguantar a que les cuelguen pasacalles del candidato cartista y esperar a que vengan los “visitantes” a sacarse fotografías para certificar su dedicación al trabajo.
Es de esperar que los electores recuerden cómo se manejan sus intereses y qué se hace con su aporte tributario, y sepan votar en consecuencia. Estos que mencionamos, por lo menos, le aseguran un estercolero a nuestro país.