Para evitar la violencia, se debe respetar la Constitución

Este artículo tiene 8 años de antigüedad

Como era previsible, la “mesa de diálogo” convocada por el presidente Cartes, para ganar tiempo y adormecer a la ciudadanía, concluyó sin que el titular del Ejecutivo haya anunciado que instruirá a sus seguidores retirar el insensato proyecto de enmienda constitucional. Coherente con su anuncio de que la condición previa para sostener el diálogo es que el Presidente de la República exprese claramente que renuncia a su irracional pretensión, el titular del Senado y del Congreso, Roberto Acevedo, informó que abandona la “mesa de diálogo”. Lo mismo hizo la Concertación Avanza País. En consecuencia, estamos en foja cero, porque el origen de la violencia que se generó a fines de la semana pasada fue la brutal represión policial a la firme manifestación de rechazo de la gente a la idea de la enmienda para aprobar la reelección. Para evitar la violencia, es imprescindible que la Ley Suprema sea respetada. Solo se restaurará la concordia social cuando la amenaza de violarla desaparezca. De lo contrario, habrá más violencia, y los responsables directos serán Horacio Cartes y Fernando Lugo, y quienes les sostienen en su inicua pretensión.

Como era previsible, la “mesa de diálogo” convocada por el presidente de la República, Horacio Cartes, para ganar tiempo y adormecer a la ciudadanía, concluyó sin que el titular del Ejecutivo haya anunciado que instruirá a sus seguidores retirar el insensato proyecto de enmienda constitucional, que ya ha provocado la muerte de un joven dirigente liberal. El único resultado de las tres horas de conversaciones, en las que no participó el presidente del principal partido de oposición, Efraín Alegre, fue que la Cámara de Diputados no tratará “por ahora” la desatinada iniciativa hasta que culminen las deliberaciones, que proseguirán el día de mañana, esta vez con la presencia del cínico senador Fernando Lugo. O sea que, por de pronto, Horacio Cartes se salió con la suya, ganar oxígeno sin dar el menor atisbo de que renunciaría a su proyecto de enmienda.

Coherente con su anuncio de que la condición previa para sostener el diálogo es que el Presidente de la República exprese claramente su renuncia a su irracional pretensión, y en vista de que ello no ha ocurrido, el titular del Senado y del Congreso y uno de los referentes más importantes de la reunión, Roberto Acevedo, informó en un comunicado que abandona la “mesa de diálogo” convocada por Cartes. Con todo acierto, el legislador también decidió “alentar a la ciudadanía a ejercer su derecho constitucional de resistir este atropello al orden constitucional, y exigir las garantías por parte de la fuerza de seguridad pública”.

La Concertación Avanza País también anunció que se retira de la “mesa de diálogo”.

Es lo correcto, porque el presidente Cartes, invocando a “nuestro querido papa Francisco”, llamó a la concordia y al diálogo, supuestamente para deponer los ánimos y evitar la violencia. ¡Qué fresco! Está decidido a continuar con su idea de atornillarse en el Palacio de Gobierno, pero pretende que la gente desista de su legítima protesta por su irresponsable e inconstitucional pretensión.

Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy

En efecto, según reveló el senador Acevedo al término de la reunión, el Primer Mandatario apoyó en la mesa las palabras de la senadora Esperanza Martínez (Frente Guasu), en el sentido de que “la gente decida” la cuestión en un referéndum, lo que implica la aprobación previa de la irregular enmienda constitucional. En otras palabras, el Presidente de la República no solo omitió toda alusión a algún eventual renunciamiento, sino que claramente dio a entender que seguirá impulsando el insensato proyecto.

En consecuencia, estamos en foja cero, porque el origen de la violencia que se generó a fines de la semana pasada fue la brutal represión policial a la firme manifestación de rechazo de la gente a la idea de la enmienda para aprobar la reelección.

El titular del Senado reiteró que “es innegociable el retiro del proyecto de enmienda”. Cabe agregar que tampoco es negociable la Constitución, y que la armonía social supone su pleno imperio, pues de lo contrario desaparecería el Estado de derecho y reinaría la arbitrariedad. Para evitar la violencia, es imprescindible que la Ley Suprema sea respetada.

Esa conducta farisaica de la que han dado reiteradas muestras el presidente Cartes y su compañero de aventura, el senador Fernando Lugo, pretende que la ciudadanía agache la cabeza y acepte que ellos no se detengan ante ninguna barrera moral o jurídica para satisfacer su sed de mando. Pero se equivocan: sus maniobras dilatorias no lograrán desmovilizar a la gente, porque está en guardia.

En efecto, ya se sabe que son unos mentirosos, pues Cartes pidió el 31 de octubre del año pasado que los diputados de la ANR rechacen el proyecto de enmienda dada la “crispación y tensión” que había generado, y Lugo manifestó en marzo de este año su oposición a la infame propuesta. Lo que buscaban, evidentemente, era que el pueblo se olvidara del gravísimo asunto, para que ellos pudieran seguir operando a sus anchas. No solo siguieron impulsando la delirante iniciativa, sino que, de pronto, apremiados por el tiempo, hicieron que sus senadores obsecuentes primero modificaran arbitrariamente el reglamento interno de la Cámara Alta y aprobaran luego el proyecto de enmienda, bajo la presidencia “mau” del senador Julio César Velázquez.

La comprensible reacción ciudadana derivó en los actos de violencia que culminaron en el asesinato del joven Rodrigo Quintana por parte de una patota policial que atracó la sede del PLRA. De este crimen atroz son responsables Horacio Cartes y Fernando Lugo por haberse conjurado contra la República. Lo serán también de la sangre que se derrame en el futuro, si siguen empeñados en pisotear la Constitución. No están dimensionando que la ciudadanía salió a las calles tanto en Asunción como en ciudades del interior y en el exterior para expresar su indignación, y no se va a resignar a perder la libertad conquistada a costa de numerosas vidas en la madrugada de San Blas de 1989. El pueblo paraguayo ya no va a aceptar dictadores.

No existe alternativa: la Constitución debe ser respetada a rajatabla. Y si la siguen violando, todo lo que se diga en adelante en la “mesa de diálogo” no tendrá más valor que una charla de café.

Solo se restaurará la concordia social cuando esa amenaza desaparezca. De lo contrario, habrá aún más violencia, y los responsables directos de esa violencia serán Horacio Cartes y Fernando Lugo, y quienes les sostienen en su inicua pretensión.