Plausible proyecto lechero

En virtud de un convenio con la Federación de Cooperativas de Producción (Fecoprod), el Estado invertirá mil millones de guaraníes para que unas doscientas familias de tamberos de cinco municipios del departamento de Concepción puedan vender toda su producción a la firma Lácteos Norte, instalada en Azotey. Esta clase de programas mucho pueden contribuir a reducir la pobreza rural, siempre que se le creen las condiciones y estímulos adecuados. Los fondos públicos destinados a este proyecto son relativamente modestos, siendo aconsejable que las iniciativas de esta naturaleza sean mejor dotadas desde el punto de vista financiero. Un tambo sería para las familias beneficiarias una excelente alternativa, siempre que se sientan respaldadas. En ese sentido, hacen falta rutas transitables de todo tiempo para que la leche llegue en tiempo y forma a los centros de acopio, lo mismo que la provisión constante de energía eléctrica, sobre todo en los centros de industrialización. El combate al contrabando debe ser reforzado, ya que se estima que el 30% de la leche –en polvo y líquida– comercializada en nuestro mercado tiene ese origen delictivo. Si se multiplicaran proyectos del mismo tipo en el marco de los convenios público-privados, saldrían ganando tanto los campesinos como el país en general.

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En virtud de un convenio celebrado con la Federación de Cooperativas de Producción (Fecoprod), el Estado invertirá mil millones de guaraníes para que unas doscientas familias de tamberos de cinco municipios del departamento de Concepción puedan vender toda su producción a la firma Lácteos Norte, instalada en Azotey. Los beneficiarios del auspicioso programa, que incluye centros de acopio, almacenamiento y comercialización, serán incluidos así en la cadena industrial, cuyo rendimiento a nivel nacional se ha duplicado en los últimos diez años. En el mismo lapso se habría triplicado el número de tamberos, que hoy son más de cinco mil y generan cerca de 1.800.000 litros diarios de leche.

Estos alentadores datos, brindados por el presidente de la citada federación, Edwin Reimer, dan cuenta de la importancia adquirida hoy por este sector cada vez más dinámico, que mucho puede contribuir a reducir la pobreza rural, siempre que se le creen las condiciones y estímulos adecuados. Los fondos públicos destinados al programa referido son relativamente modestos, siendo aconsejable que las iniciativas de esta naturaleza sean mejor dotadas desde el punto de vista financiero.

Es mucho el dinero que el Estado derrocha a tontas y a locas, de modo que habría margen suficiente para que las partidas presupuestarias del Ministerio de Industria y Comercio destinadas al fomento de la actividad tambera sean notablemente reforzadas. De lo que se trata es de apoyar a las familias campesinas, abriéndoles nuevos horizontes, capacitándolas para mejorar su productividad y puedan comercializar el fruto de su trabajo en los mejores términos. Un tambo sería para ellas una excelente alternativa, siempre que se sientan respaldadas.

Desde luego, no es cuestión de regalarles dinero en forma de subsidios, sino de asesorarlas para que salgan adelante por sí mismas y de crear para ello las condiciones propicias. En tal sentido, las rutas transitables durante todo el año son indispensables para que la leche llegue en tiempo y forma a los centros de acopio, lo mismo que la provisión constante de energía eléctrica, sobre todo en los centros de industrialización.

Los menonitas, que mucho saben de estos temas, mantienen sus vías de comunicación en condiciones impecables y recogen la producción en camiones refrigerados, aunque llueva a torrentes. Sería muy útil por cierto que, sobre todo los nuevos productores lecheros, imiten su cultura del trabajo y sepan que esta actividad exige sacrificios, si es que quieren prosperar.

Para que puedan vender todo lo que ordeñan, es preciso, además, que el Estado reprima el contrabando, pues se estima que el 30% de la leche comercializada –en polvo y líquida– tiene ese origen delictivo, debido a la inoperancia o a la complicidad de las autoridades competentes. Son varios, por tanto, los factores a tener en cuenta para que el sector lácteo siga creciendo. Su potencial es considerable, más aún atendiendo que en el Paraguay el consumo de leche per cápita es de solo unos 120 litros por año, siendo que la Organización Mundial de la Salud sugiere que sea de por lo menos 150, y que en Uruguay, Argentina y Brasil asciende, respectivamente, a 240, 210 y 160 litros.

A su vez, que el Ministerio de Salud Pública debe informar a la población cuán importante es el aporte nutricional de la leche. Por eso mismo, resulta muy útil que este alimento esté incluido en la merienda escolar, así como es necesario que el Estado sea puntual en sus pagos para que no se repita el conflicto suscitado a inicios de este año con la Cámara Paraguaya de Industriales Lácteos debido a una deuda de 23.582 millones de guaraníes por la leche entregada desde 2014 a la Gobernación del Departamento Central. Las familias campesinas tienen que aumentar su nivel de vida mediante el trabajo digno, para lo cual merecen el apoyo tanto del sector privado como del público. En el caso referido, se ha forjado entre ellos una auspiciosa alianza, digna de ser imitada en otras zonas rurales para que el narcotráfico no se presente como la única alternativa para salir de la pobreza. Es lo que se suele creer sobre todo en el norte de la Región Oriental, de modo que el departamento de Concepción ha sido bien escogido para este emprendimiento comentado. En esa Región también está ubicado el de Canindeyú, donde 41 mujeres organizadas del municipio de Yasy Cañy, previa capacitación, venden hoy leche a los proveedores de la industria, percibiendo unos 300.000 guaraníes mensuales por el ordeñe diario de una vaca. En este ámbito resulta particularmente ventajoso el trabajo conjunto, de modo que habría que estimular aún más la creación de cooperativas. De hecho, en el Paraguay, organizaciones de este tipo ya acopian alrededor del 85% de la producción. Es deseable que el Ministerio de Industria y Comercio impulse otros proyectos del mismo tipo, con mayores recursos financieros. Si se multiplicaran los convenios público-privados que apunten a ello, saldrían ganando tanto el campesinado en particular como el país en general.

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