De conformidad con las promesas esbozadas en su discurso inaugural por el presidente de la República, Mario Abdo Benítez, la ciudadanía esperaba que en sus primeras semanas de gestión el Mandatario priorizara la toma de decisiones estratégicas concernientes a la administración pública, centradas en la economía, la salud, la educación y la seguridad, tanto ciudadana como jurídica, esbozando las prioridades y urgencias de cada medida en el contexto de su programa de Gobierno. Por el contrario, el Jefe de Estado se mostró aparentemente más interesado en monitorear el acecho a los zoquetes de la administración pública y de las entidades binacionales por parte de la jauría de políticos que lo acompañaron en su campaña electoral y de sus vástagos, en vez del tratamiento de asuntos más serios de Estado.
En realidad, antes siquiera de completar la nómina de su Gabinete, el presidente Abdo Benítez priorizó la designación de las nuevas autoridades de las usinas hidroeléctricas binacionales. Sin duda, tal premura se debió a una estrategia de anticipo a la reprobación pública de quienes serían nominados para tan altos cargos: José Alberto Alderete en Itaipú y Nicanor Duarte Frutos en Yacyretá, personajes de lamentable foja de servicios en la administración pública, cuyas designaciones no podían merecer más que el repudio de la ciudadanía, como en efecto sucedió tras sus confirmaciones.
Al ser las entidades binacionales los más apetecidos cotos de caza de los gobernantes de turno, no ha sido sorpresa que en ellas se reciclara la metáfora del pillaje al generoso colmenar, como viene siendo la norma desde los tiempos de la dictadura que lo implantó para aplacar la avidez de la selecta clientela política que cada presidente de la República arrastra tras sí al acceder al poder. Lo peor es que los codiciosos subidos al carro del vencedor de ocasión no son necesariamente niños de pecho, sino pícaros amañados acostumbrados a mamar de las tetas del Estado y a vender su alma al diablo para retomarlas las veces que caen en desgracia.
Si no, ahí están, como ejemplo, los ya nombrados Alderete y Duarte Frutos, entre otros. Es más, a sabiendas de que gran parte de la ciudadanía se opone abiertamente a que esos impresentables ocupen los cargos con que han sido premiados, no por méritos de buena gestión pública en salvaguarda de los derechos de nuestro país en Itaipú y Yacyretá, sino, todo lo contrario, como puede leerse en las redes sociales.
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Con semejantes zorros custodiando ambos gallineros, no sorprende que la población se sienta fastidiada con la feroz puja desatada en estos momentos por el acceso a cargos bien remunerados en ambas entidades binacionales, en las que los “entrantes” buscan desplazar de sus cargos a los actuales titulares, muchos de los cuales accedieron a los zoquetes que detentan en idéntica forma, cuando subieron al carro del vencedor hace cinco años.
Indigna a la ciudadanía el melodrama protagonizado por la pandilla de aspirantes a cargos en ambas entidades binacionales. Así, un titular señalaba: “Sacarán a hija del tristemente célebre Óscar González Daher y ubicarán a hijo de Velázquez”, en alusión a María Emilia González Chaves, quien actualmente funge en Itaipú como superintendente de responsabilidad social, con un salario de 47.669.527 guaraníes al mes y administra un presupuesto de ejecución de US$ 60 millones. Por su parte, Dionicio Velázquez es hijo del vicepresidente de la República, Hugo Velázquez. El anuncio no se ha cumplido hasta el momento, aunque “sigue en carpeta”, como se dice, pero sirve para formarse una idea de la forma prebendaria en que siempre se manejaron ambas entidades.
También acaparó la atención pública el nombramiento de Iris Magnolia Mendoza como nueva directora jurídica de Itaipú, siendo ella esposa del actual presidente del Senado, Silvio Ovelar, con un salario de 103 millones de guaraníes. De igual modo, otro nombre que se maneja dentro de dicha entidad binacional para ser promocionado es el de Herminio Daniel Cáceres Vera, hijo del expresidente de la ANR Herminio Cáceres.
De la mano de Nicanor Duarte Frutos, recaló de nuevo en Yacyretá un cuestionado ejemplar de los muchos que hicieron su agosto en el “monumento a la corrupción”: Luis Fretes Escario, en tanto que el exdiputado colorado Óscar Tuma ve disminuida su inicialmente firme candidatura para reemplazar al destituido y polémico director jurídico Luis Canillas, a causa de otro pretendiente, Juan Carlos Duarte, un ahijado del vicepresidente de la República, Hugo Velázquez.
La danza de aspirantes al saqueo continuará por algún tiempo, hasta que se agote el colmenar o –es de esperar– la paciencia del Presidente de la República con tanta angurria, y se decida a acabar con el sucio clientelismo político vigente en ambas entidades binacionales. Pero, hay que decirlo, la puja por los jugosos cargos en las mismas ha sido la constante con cada Gobierno que comienza.
Es entendible así que los intereses paraguayos en las represas de Itaipú y Yacyretá hayan estado tan mal atendidos, si la angurria es la característica principal de quienes recalan en ellas, incluyendo a directores y consejeros. Sin embargo, es de esperar todavía un rapto de patriotismo del presidente Abdo Benítez para recuperar las dos entidades binacionales a fin de que todos los habitantes puedan disfrutar de sus beneficios.