Se desconfía del presidente Cartes

El presidente Cartes informó al arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, que tomó la decisión de no presentarse, en ningún caso, como candidato a presidente de la República para el periodo 2018-2023. Pero esta carta huele a una trampa, pues no resuelve la grave crisis institucional generada por él y por el senador Fernando Lugo y que constituye el foco del conflicto político-institucional actual. En efecto, según anunció la senadora Lilian Samaniego, expresidenta del Partido Colorado y allegada al Primer Mandatario, el aberrante proyecto de enmienda sigue en pie, lo que da la pauta de que, contrariamente a lo que ocurrió la vez anterior, no ordenó a sus legisladores leales que lo retiren del Congreso. En vista de sus desconcertantes idas y venidas sobre la cuestión, no habría que sorprenderse si, una vez aprobado el proyecto aludido, el Presidente se postule a otro periodo presidencial por no haber podido resistir el “clamor popular”. Esta presunción no es solo de nuestro diario, pues basta leer en las redes sociales la reacción popular sobre su carta al arzobispo para ver que el presidente Cartes ha perdido toda credibilidad. Es entendible, entonces, que la ciudadanía piense que él se ha revelado como un tramposo.

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El presidente Horacio Cartes dirigió una carta al arzobispo de Asunción, Edmundo Valenzuela, en la que le informa que tomó la decisión de no presentarse, en ningún caso, como candidato a presidente de la República para el periodo constitucional 2018-2023. Pero esta carta huele a una trampa, pues no resuelve la grave crisis institucional generada por él y por el senador Fernando Lugo y que constituye el foco del conflicto político-institucional actual. En efecto, según anunció la senadora Lilian Samaniego, expresidenta del Partido Colorado y allegada al Primer Mandatario, el aberrante proyecto de enmienda sigue en pie, lo que da la pauta de que, contrariamente a lo que ocurrió la vez anterior, Cartes no ordenó a sus legisladores leales que lo retiren del Congreso.

En vista de sus desconcertantes idas y venidas sobre la cuestión, solo se puede pensar que estamos ante una trampa y, por tanto, no habría que sorprenderse si, una vez aprobado el proyecto aludido, el Presidente de la República, después de unos meses, se postule a otro periodo presidencial por no haber podido resistir al “clamor popular”.

Esta presunción no es solo de nuestro diario, pues basta leer en las redes sociales la reacción popular sobre su carta al arzobispo para comprobar que el presidente Cartes ha perdido toda credibilidad. Ya mintió el 31 de octubre de 2016, cuando pidió a sus diputados que retiraran ese adefesio jurídico, para después seguir promoviéndolo por todos los medios, incluida una violenta represión policial, que culminó en el crimen del que fue víctima el joven Rodrigo Quintana en la sede del PLRA, asaltada por fuerzas policiales.

Es entendible, entonces, que la ciudadanía piense que el Presidente de la República se ha revelado como un tramposo, así que bien podría ocurrir que estemos ante una nueva maniobra de distracción para desactivar las manifestaciones populares organizadas contra su tremenda sed de poder.

No fue otro, desde luego, el propósito de la “mesa de diálogo” convocada por él, tras el derramamiento de sangre del 1 de abril. Se recordará que, en su primera sesión, con toda claridad dio a entender que no estaba dispuesto a retirar el inconstitucional proyecto de enmienda. ¿De qué, entonces, iban a seguir hablando los interlocutores? La Constitución es innegociable, así que no podían conversar para llegar a alguna transacción con respecto a sus disposiciones. Ellas no pueden ser objeto de regateos.

Por de pronto, desde la Presidencia de la República se anuncia que el presidente Horacio Cartes no asistirá a la reunión de la “mesa de diálogo” prevista para hoy, lo que significa que la iniciativa solo buscaba apuntalar el proyecto de “rekutu” y no precisamente buscar soluciones a los problemas del país como se pretendió hacer creer.

De hecho, no podía prosperar ningún diálogo para cohonestar una violación constitucional, porque la Ley Suprema debe ser respetada a rajatabla. No existe otro camino.

El presidente Cartes convocó al diálogo con el único afán de desmovilizar a la ciudadanía. Quería hacer lo mismo que el impresentable Nicolás Maduro, el azote de Venezuela: adormecer a la gente, ganar tiempo para que la rebelión cívica se diluya por cansancio e intentar, recurriendo al chantaje moral, que los opositores se creyeran obligados a asistir a la “mesa” para no aparecer como los malos de esta trágica película, rodada junto con el senador Fernando Lugo. La prueba está a la vista: ahora que supuestamente renuncia a la reelección, ya no le interesa el diálogo.

Sospechosamente, el descarado atropello a la Constitución en marcha, avalado por él y llevado a cabo a través de sus paniaguados, no está abortado.

Si hay sinceridad en la renuncia del Primer Mandatario a su próxima candidatura, este sainete debe concluir con el retiro del proyecto de enmienda, como bien lo indicó el titular del Congreso, senador Roberto Acevedo. Porque, según agregó, “viniendo de uno de los mayores interesados (en el “rekutu”), el presidente Cartes, no sé qué sentido tendría que los colorados apoyen este proyecto”. En consecuencia, Acevedo reiteró su posición de no asistir a la “mesa de diálogo”.

Como ahora no se sabe si la “mesa de diálogo” continúa o no vigente, para no quedar pegado a esta peligrosa iniciativa, haría bien el arzobispo de Asunción en pedirle precisiones al presidente Cartes, porque debe pensar que, como jefe de la Iglesia Católica paraguaya, no solo está poniendo en juego su prestigio personal, sino el de toda la institución que preside.

Ojalá Mons. Valenzuela comprenda que con la “mesa de diálogo” se montó un teatro para distraer la atención de la ciudadanía del asunto de fondo, que era o acaso siga siendo la enmienda, para satisfacer el demencial afán de Horacio Cartes de atornillarse al sillón presidencial.

Para desmentir que es un embustero y revertir la opinión popular de falso que ya se formó sobre su persona y haya dicho lo que dijo en su discurso de anoche para que se le crea, el Jefe de Estado debe instruir a sus legisladores que retiren el descabellado proyecto de enmienda, para que las cosas vuelvan por su cauce normal, y él pueda dedicarse a lo que corresponde y es su obligación: trabajar por el país.

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