Sin cuchillos bajo el poncho

Según el Tratado de Asunción, de 1991, el Mercosur debe ser una zona de libre comercio abierta al intercambio de bienes y servicios, y no en lo que se ha convertido: un club de izquierda inspirado en el tragicómico Socialismo del Siglo XXI. En este contexto, los mandatarios de los países miembros han arrinconado los objetivos primigenios. El Mercosur, además, se ha vuelto un paquidermo, con la cantidad de organismos inútiles que se han creado en su entorno, con alto costo para su mantenimiento. Aplaudimos que ahora por lo menos el Gobierno paraguayo sostenga que el bloque debe volver a sus raíces y confiamos en que esa justificada inquietud sea cada vez más compartida. Se impone renunciar al palabrerío y a las poses ideológicas, para volver al Tratado de Asunción, para forjar un mercado que implique la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos y la adopción de una política comercial común con respecto a otros Estados o grupo de ellos. Es de esperar que la Cumbre de Asunción sea provechosa para nuestros pueblos, y lo que hasta ahora es un inútil foro político, se ocupe de una vez por todas de crear una auténtica integración regional, sin hipocresías ni cuchillos bajo el poncho.

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Según el Tratado de Asunción, de 1991, el Mercosur debe ser una zona de libre comercio abierta al intercambio de bienes y servicios, y no en lo que se ha convertido: un club de izquierda inspirado en el tragicómico Socialismo del Siglo XXI. En este contexto, los mandatarios de los países miembros han arrinconado los objetivos primigenios.

Se recordará, por ejemplo, que en la 46ª Cumbre de Caracas, realizada en julio del 2014, los presidentes le dieron mucha mayor importancia a la situación en la Franja de Gaza, al conflicto argentino con los “fondos buitre” y a la memoria de Hugo Chávez y de Néstor Kirchner, proclamados “ciudadanos ilustres” del bloque regional. Vale la pena preguntar, por ejemplo, ¿qué hicieron ambos presidentes para que el Mercosur avanzara más rápidamente hacia la integración económica deseada? Absolutamente nada. En cuanto a los otros temas mencionados, el Tratado de Asunción no prescribe que sus signatarios tengan una política exterior común.

En el bloque tampoco debe primar lo político sobre lo jurídico, que es el justificativo esgrimido por el expresidente uruguayo José Mujica para justificar la suspensión de la membresía paraguaya por haber recurrido nuestro país a un mecanismo constitucional para deponer a un presidente de la República, además de aprovecharse esa ocasión para incorporar ilícitamente a Venezuela en el bloque.

Recordamos estos lamentables episodios para ilustrar, una vez más, cuánto se ha apartado el Mercosur de su finalidad originaria, que fue la de lograr un arancel externo común y eliminar gradualmente las barreras aduaneras entre sus miembros. Ese alejamiento no tuvo que ver, ni mucho menos, con que ya se hubieran alcanzado las metas fijadas en el Tratado, como bien lo saben los exportadores y los navieros compatriotas que han venido sufriendo las chicanas de la proteccionista Argentina, hasta para llevar sus productos al Uruguay a través del río Paraná.

Ya en 2011, sin embargo, el propio Mujica había hablado de la necesidad de “replantearse algunas cosas”, cuando el Brasil aumentó los aranceles para los vehículos importados desde los países del bloque. Lo que corresponde, en verdad, es plantearse con toda sinceridad si realmente existe el propósito de promover la integración económica sin que los países más grandes de la organización aprieten sus torniquetes a los más chicos cada vez que les conviene. En la medida en que el Paraguay siga soportando trabas –tanto más perjudiciales por su condición mediterránea– mal podría afirmarse que se busca un mercado común.

Si la retórica hueca y las toneladas de papel que se generan después de cada Cumbre no sirven para ocultar los graves problemas de integración, mucho menos puede impulsarlo el desvío de los fines iniciales del Mercosur. Tampoco la creación de entidades costosas e inútiles, que poco o nada contribuyen a alcanzarlos, sirve para disimular el hecho de que, hasta hoy, el bloque regional ha sido un rotundo fracaso. En comparación, en solo cuatro años la Alianza del Pacífico se ha mostrado mucho más pujante en cuanto a la integración económica y a la inserción de sus miembros en el comercio internacional.

El Mercosur, además, se ha vuelto un paquidermo, con la cantidad de organismos inútiles que se han creado en su entorno, con alto costo para su mantenimiento. Hay un Parlasur, con sede en Montevideo, lo mismo que un Tribunal Permanente de Revisión del Mercosur y un Instituto Social del Mercosur, con sede en Asunción. Los ciudadanos de los países miembros, que los costean con sus impuestos, ni tienen noticia de la existencia de esas entidades e ignoran totalmente lo que sus bien remunerados integrantes hacen o dejan de hacer. Para tener idea de lo que cuesta solamente ese organismo inútil que es el Parlasur, se puede señalar que hay 18 parlamentarios paraguayos, cada uno con un salario de 32,7 millones de guaraníes. La representación local tiene 21 funcionarios permanentes y 19 contratados, mientras cada legislador parlasuriano cuenta con ¡dos asistentes!, para no hacer absolutamente nada en beneficio del país.

Aplaudimos que ahora por lo menos el Gobierno paraguayo sostenga que el Mercosur debe volver a sus raíces y confiamos en que esa justificada inquietud sea cada vez más compartida. Se impone renunciar al palabrerío y a las poses ideológicas, para volver al Tratado de Asunción, es decir, para forjar un mercado que implique, entre otras cosas, la libre circulación de bienes, servicios y factores productivos y la adopción de una política comercial común con respecto a otros Estados o grupos de ellos, tema de la actual Cumbre.

Hasta ahora lo ideológico sigue pegando fuerte en el bloque. Entre los mandatarios que asistirán a esta Cumbre en Asunción figura el presidente boliviano, Evo Morales, cuyo país aspira a convertirse pronto en un miembro más del Mercosur. Sin embargo, mientras el bloque sudamericano pretende avanzar en un entendimiento con la Unión Europea, el presidente Morales afirmó el 9 de junio pasado en Bruselas que “si el Mercosur quiere forjar un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea (UE), Bolivia va a tener que retirarse”, disconforme con la posición de los países del Viejo Mundo. También estará presente en esta ocasión el dictador venezolano Nicolás Maduro, quien llegará con sus manos teñidas de sangre mientras sus cárceles encierran a demócratas como Leopoldo López y Antonio Ledezma, sin que la Cláusula Democrática del Mercosur le haya sido aplicada a su Gobierno.

Es de esperar que esta Cumbre de Asunción sea provechosa para nuestros pueblos, y que lo que hasta ahora es un inútil foro político, se ocupe de una vez por todas de crear una auténtica integración regional, sin hipocresías ni cuchillos bajo el poncho.

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