Cuando los soldados bolivianos comenzaron a invadir el Chaco paraguayo, ante una larga indiferencia de los Gobiernos de la época, la ciudadanía y la prensa libre comenzaron sus denuncias. Una protesta estudiantil que llegó hasta el mismo Palacio de Gobierno concluyó con el saldo inesperado de la muerte de varios de los manifestantes, aunque logró su objetivo: forzar el cambio de actitud del Gobierno en cuanto a preparar al país para la defensa del Chaco.
Aunque la heroica generación de paraguayos y paraguayas que defendió el Chaco ya ha pasado a la posteridad en su mayor parte, en la memoria histórica de la nación prevalece la convicción de que de no haber sido por la firme reacción de la juventud estudiosa de aquel tiempo en defensa de la heredad invadida –si bien con un final que nadie deseaba ni desea–, el Chaco paraguayo bien hubiera podido ser hoy territorio de Bolivia. ¿Podemos imaginar los paraguayos y paraguayas lo que sería de nuestro país si hubiéramos perdido la Región Occidental?
Traemos a colación este retazo de nuestra historia porque, al margen del contexto geopolítico singular de aquel suceso como conciencia colectiva de una causa nacional, actualmente los paraguayos y paraguayas confrontamos una situación parecida a aquella, en términos de la desatención de nuestros gobernantes con relación al interés nacional en juego en la Entidad Binacional Yacyretá (EBY), y que tiene que ver con nuestro derecho existencial de soberanía como nación.
Desde un comienzo la EBY ha venido siendo administrada unilateralmente por el Gobierno argentino, con la obvia complicidad de las autoridades paraguayas designadas como contraparte: el director general y los miembros del Consejo de Administración paraguayos. Este statu quo de complicidad manifiesta no es de ahora, ni de hace poco tiempo. Viene desde el comienzo, y está sustentado en un sistema de sobornos que varía en modalidad y monto en dinero, de época en época, dependiendo de las circunstancias políticas de la margen argentina y de las etapas de implementación del proyecto hidroenergético; aunque no de lo que sucede en la margen paraguaya. Como agentes pasivos de las coimas, nuestros gobernantes de turno y sus adláteres asignados a las usinas hidroeléctricas binacionales –en particular en la EBY– solo están para convalidar los actos administrativos y financieros de sus pares argentinos, siempre muy conformes con lo mucho o poco que estos les dan, sin regateo alguno.
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El primer esquema de coimas para sobornar a las autoridades paraguayas de la EBY fue montado por los argentinos apenas constituidas las administraciones de la entidad en ambas márgenes, cuando fungía como director paraguayo el ya fallecido ingeniero Zoilo Rodas Ortiz. Independientemente de las necesidades administrativas del momento, ambos directores convinieron en que la plantilla de sueldo del personal del lado argentino fuera significativamente mayor que la del lado paraguayo, con la condición de que la diferencia entre ambas fuera remesada mensualmente a la sede paraguaya, de modo que en los papeles ambas plantillas figuraran como iguales en monto. ¿Qué hacían el director paraguayo, sus consejeros y directores con la enorme suma de dinero que recibían mensualmente de manos de los argentinos, quienes prestaban la plata? Se la repartían entre ellos para provecho personal. Es posible que tuvieran que hacer llegar a algunos padrinos a quienes debían sus cargos.
Obviamente, después advino la época de las vacas gordas, con las grandes inversiones, tanto para la construcción de las obras auxiliares de infraestructura como para compras de tierras, indemnizaciones y, finalmente, la construcción de las obras civiles y las adquisiciones del equipamiento electromecánico hasta el completamiento de la usina en su estado actual. Tomando como referencia el modesto esquema de coimas de la hora prima, no resulta difícil inferir cuánto debe estar costando a las autoridades argentinas (vale decir, a la EBY, 50% paraguaya) en estos tiempos seguir sobornando a las autoridades paraguayas para mantener el statu quo explotador en la misma.
Cuando la ciudadanía esperaba con confianza que el Gobierno del “nuevo rumbo” de Horacio Cartes terminara con la entrega de nuestra soberanía energética en la EBY, he aquí que apenas asumido el nuevo director general paraguayo, Juan Schmalko, el corrupto director ejecutivo argentino del gobierno kirchnerista, Óscar Thomas, anunciaba a tambor batiente que acababa de poner a la “libre disposición” del director paraguayo US$ 130 millones. Confiado en el apoyo de su gobierno, el arquitecto Thomas no tenía empacho para aludir a los coimeros paraguayos de ocasión. Cuando Federico Franco asumió el gobierno tras la destitución de Fernando Lugo, Thomas le hizo una visita de cortesía, en cuya ocasión el flamante Primer Mandatario paraguayo le pidió US$ 2 millones, “para gastos sociales”, según comentario que con posterioridad hizo público el indiscreto director ejecutivo argentino.
El statu quo de la corrupción en la EBY tiene ramificaciones de complicidad hasta en la propia ANDE, que a los efectos de que la Argentina pueda llevarse la mayor cantidad de electricidad paraguaya para revendérsela al Brasil con gran ganancia, retira un mínimo de electricidad de la EBY, de 150 a 200 MW, teniendo capacidad de instalación para retirar hasta 700 MW. Esto nos lleva a maliciar que el monto de la coima que los argentinos les pagan a los funcionarios paraguayos corruptos está en función de la cantidad de electricidad nuestra que se les deja llevar y al tiempo que los directores les dan para que nos paguen las facturas.
Aunque la nostalgia no es buena consejera en lo político, lamentablemente, mientras no haya una toma de conciencia de la ciudadanía en cuanto a que Yacyretá es una causa nacional que necesita ser defendida a cualquier costo, nuestros corruptos gobernantes no van a salir por su propio gusto del lodazal del soborno allí prevaleciente.
Los ciudadanos y las ciudadanas deben ser conscientes de que si el Paraguay recibe de Yacyretá en tiempo y forma lo que le corresponde, muchas de las necesidades básicas que aquejan a la sociedad paraguaya tendrán solución, por lo que deben exigir con firmeza y perseverancia la terminación del escandaloso esquema de coimas que hoy impera en la mencionada entidad binacional.